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Jueves, 24 de diciembre de 2009
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El derecho de los tigres

Una carta de lectores redactada por el doctor Angel D'Ambrosio, publicada por este diario el sábado 6 de diciembre, contenía un fuerte ataque hacia mi labor periodística. En el primer párrafo de la misma D'Ambrosio sostenía que: "El artículo Cuando las obras vienen de la Nación que con la firma de Rubén Milito publica Rosario/12 en su edición del 15 de noviembre, recuerda por su inocencia (sólo aparente) las imágenes de "Sucesos Argentinos" de finales de los 40".

Cuando el redactor de la carta habla de "inocencia (sólo aparente)", debo pensar que establece un juicio de valor sobre mis intenciones y que si mi inocencia es solo aparente, se debe deducir que no soy inocente, por lo tanto si no soy inocente, ¿tengo que inferir que soy culpable? . ¿Culpable de qué?. ¿De no pensar cómo usted, doctor D'Ambrosio? En mi caso personal, al igual que todos los seres que habitan este planeta, mis actos están impregnados con mi subjetividad, desde la crianza de mi hijo hasta mi abordaje periodístico.

Que mi cosmovisión sea diferente a la suya, ¿implica que yo pierda mi inocencia? ¿ser periodista debe traer aparejado renegar de toda línea de pensamiento político?.

Usted y yo pensamos diferentes, pero yo a usted no lo culpo por pensar distinto a mí. Ese primer párrafo de aquella carta con tono ofensivo cierra todo debate que podamos dar en referencia a los datos que usted brinda en las siguientes oraciones de esa nota. Es muy difícil dar un debate con un "otro" que invalida las condiciones morales de su contendedor.

Para cerrar este escrito me daré el gusto de citar a François Marie Arouet, Voltaire; que en el capítulo VI de su Tratado Sobre La Tolerancia (del siglo XVIII cuando existían aún en Francia las pujas entre católicos y protestantes) decía: "En la actualidad en algunos otros países se contentan con decir 'Cree o te aborrezco; cree... No tienes mi religión por lo tanto no tienes religión?' .El derecho a la intolerancia es, por tanto, absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres, y es mucho más horrible, porque los tigres sólo desgarran para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos".

Rubén Milito

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