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El lanzamiento de las bombas at贸micas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaky en agosto de 1945 por parte del Estado norteamericano fue el colof贸n de la Segunda Guerra Mundial, y a su vez marca un hito en cuanto a los crecientes niveles de crueldad a que fue y sigue siendo sometida la poblaci贸n civil.
Por supuesto, no fue la 煤ltima vez que se atac贸 de manera artera a poblaciones inermes con armas y sustancias letales. Vale recordar los sistem谩ticos operativos sobre Vietnam y Camboya durante la d茅cada del '60 con napalm y gases exfoliantes. Los bombardeos sobre escuelas y hospitales. Toda una maquinaria tecnol贸gica de alto nivel de complejidad al servicio de la destrucci贸n masiva.
Como afirma el fil贸sofo franc茅s Jean Luc Nancy, hacen del mundo un inmundo planeta, sembrado por un nihilismo afirmativo de una cultura exterminadora, usando como coartadas de aniquilaci贸n total, falacias ideol贸gicas.
Hacer un genuino racconto de la brutalidad belicosa de las 煤ltimas centurias es una ardua tarea, por ello no debemos dejar de recordar estos acontecimientos luctuosos para la especie humana, pues forman parte de las bases fundamentales de sistemas pol铆ticos y sociales en expansi贸n no siempre sutil.
Nuestras conciencias alertas, siempre alertas deben orientar una acci贸n colectiva insumisa.
Carlos A. Solero
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