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Jueves, 20 de octubre de 2011
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Correo

Oscar

El Sindicato Telefónico de Rosario (Sitratel) brinda su más sentido homenaje a Oscar Alberto Medina, delegado metalúrgico desaparecido en la vecina localidad de Villa Gobernador Gálvez un 20 de octubre de 1976. No olvidamos, no perdonamos y pedimos el juicio y castigo a los genocidas y sus cómplices en nombre de mi hermano y de miles de compañeros que cayeron ante la mano sangrienta de la dictadura por el solo hecho de pelear por un país más justo y solidario.

Héctor Medina

secretario gremial.

Libros

He leído, no recuerdo dónde, que un libro abierto es un cerebro que habla. Inmediatamente, me pregunté qué libros leerán algunos dirigentes argentinos. Con esto no me refiero exclusivamente a quienes tienen la obligación de transformar la triste realidad de miles de compatriotas, porque para eso fueron elegidos, sino que también oriento mi pensamiento hacia todos los que, por una razón u otra, cumplen una función considerable en distintos ámbitos.

También he leído que un libro cerrado es un amigo que espera, y uno destruido es un corazón que lagrimea. Luego, dije ¿no será que esos dirigentes argentinos lo tienen cerrado o destruido en la biblioteca de sus respectivas viviendas? Porque, si los libros son tan fundamentales para enriquecer el intelecto y abrir la mente ante situaciones complejas de la vida cotidiana, ¿cómo es que apenas un puñado cumple con esas prioridades?

¡Cuánta mediocridad nos circunda! El sistema reinante desde hace años, premia a los negligentes y prohíbe a los idóneos, le otorga posibilidades de desarrollo personal a quienes nunca hicieron méritos propios; y margina e ignora a la gente que se esfuerza, se capacita de manera constante. Es fácil advertir la vulgaridad de muchos que ocupan luagres privilegiados. Al observar la actitud frente a los semejantes y al entablar una conversación, fluye una pobreza de formación integral indisimulable.

Un libro abierto provee al lector sabiduría, conocimiento; pero también argumentos que son puestos en práctica al relacionarnos con el prójimo. Un libro cerrado, clausura toda posibilidad de aprendizaje. Un libro destruido, es una herida que no cicatrizará jamás.

Marcelo Malvestitti

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