Bandera
Defender la Enseña Patria no es tarea exclusiva de gobernantes, militares o autoridades. Es una cuestión de todos y cada uno de nosotros. Ella es el sÃmbolo de nuestra realidad, de nuestra historia. Terca e incansable, flamea incesantemente de cara al futuro como marcando el sendero para una Argentina mejor. Si la observamos bien, notaremos que nunca está quieta. Soberana y magnÃfica, impulsada por la brisa o sacudida por el viento, salpicada por las aguas del RÃo Paraná, coquetea su dignidad en el Monumento que la engalana, como incitándonos a seguir su imparable movimiento para lograr un paÃs más equitativo.
En su dÃa, tenemos el compromiso de entender qué quiere transmitirnos con ese meneo incesante aquà y en todos el PaÃs, porque la encontramos audaz y atrevida en solitarias escuelas rurales a las que llegan niños con las dificultades del invierno, o la inclemencia del verano, en las fábricas más humildes, en los hospitales, en el campo, en las ciudades más grandes. Maestros de escuelas periféricas, rurales, o céntricas nos han enseñado a través del tiempo que amar la Bandera es amar la vida, es amar al PaÃs, es amar la justicia, la dignidad, el trabajo. Y los adultos que debido a la insistencia escolar aprendimos a conocerla y respetarla, debemos profundizar ese sentimiento, haciendo flamear junto a ella la cultura recibida. De cara al viento, copiando su insistencia optimista, debemos hacerle sentir que, mancomunados con Ella, exclusivamente con Ella, podremos lograr esa Argentina mejor que todos necesitamos.
Edith Michelotti
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