Sistema y cadenas
En el sistema capitalista, es mencionada de continuo pero de imposible o bien limitada posibilidad. Sociedades desiguales, con una minorÃa de propietarios que acaparan los medios de producción y por lo tanto deciden y manipulan el consumo generan privilegios.
La sociedad del capitalmercancÃa se fue estructurando desde el siglo XIII con la burguesÃa mercantil en las entrañas del feudalismo pero se consolidó a partir del siglo XV, y ya en el siglo XIX y en el pasado siglo XX forjó las caracterÃsticas actuales sacralizando en códigos y leyes la propiedad privada y el sistema del salariado.
La burguesÃa clase social dominante forjó también el estado como una maquinaria de guerra contra quienes osen cuestionar sus decisiones y goces, creo el aparato judicial, las policÃas, los servicios de espionaje, las corporaciones armadas. Toda una serie de mecanismos y dispositivos disuasorios para perpetuar el orden establecido.
En algunos paÃses los regÃmenes utilizan el sufragio y las elecciones periódicas en otros el sistema del partido único, pero el Estado permanece como gendarme y guardián, como aparato represivo de las disidencias genuinas.
Como señalaba en uno de sus panfletos Mijail Bakunin, de cuyo nacimiento se cumple este año el bicentenario, hasta los más acérrimos liberales claman por el estado cuando ven peligrar sus propiedades o en riesgo sus intereses.
El capitalismo genera a través de su propaganda una ilusión de libertad, entre otras cosas mediante el fetichismo de las mercancÃas. No se vende sólo mercancÃas sino a través de ellas --como afirma Herbert Marcuse--, "una forma de vida". En estas sociedades, como dice Erich Fromm, se es a través de lo que se tiene. O en todo caso "no se es" y la ubicación es de superfluo o supernumerario.
Por estos dÃas, las marchas y contramarchas con la divisa norteamericana "al alcance de todos" nos recuerdan el poema canción de Rafael Amor, "perro con la cadena larga cree que es libre, pero la cadena es la cadena".
Sino se alteran de raÃz las relaciones sociales de producción y dominación se generan también ilusiones como esa, pero son sólo ilusiones, la realidad continuará golpeando a los más con contundencia irrefutable. Las acciones deben superar a las palabras.
Carlos A. Solero
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