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Jueves, 3 de abril de 2014
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Linchamiento

"La violencia de arriba engendra la violencia de abajo".

Esta frase marca con meridiana exactitud las situaciones de violencia social que genera el sistema capitalista, basado en la autoridad y la propiedad, es decir, sociedades en las que brecha entre los que más tienen y los que poco o nada tienen continúa ampliándose.

Las relaciones entre incluidos y excluidos jamás pueden ser armónica, mientras una élite despilfarra, una inmensa mayoría soporta la precariedad y la flexibilización laboral, o bien debe elaborar estrategias de supervivencia propias de la marginación producida por el sistema del capital-mercancía.

En la Región Argentina desde 1976 se aplican políticas neoliberales, con algunos leves matices esto sigue siendo así. A partir de la década del '90 la retirada del Estado-Benefactor ha aniquilado la trama de solidaridad social básica. Esto implica enfrentamientos por abajo, es decir entre trabajadores incluidos y excluidos que nunca ingresaron al mercado formal de trabajo, personas que no sólo carecen de elementos materiales, sino también de recursos simbólicos.

El reinado del "dios mercado" propicia el enfrentamiento de todos contra todos, pero aclaremos: todos los de abajo contra todos los de abajo, los de arriba, los que gobiernan la sociedad mediante la gestión del estado o de las corporaciones están atrincherados en barrios cerrados, a salvo de cualquier riesgo material o físico.

Los sucesos acaecidos en Rosario no son más que la punta del iceberg. La anomia y la descomposición social no han cesado en las últimas décadas, es más, se han agudizado. Alcanza con observar la cantidad de homicidios en lo que va del presente año para comprender cómo aumentó la violencia social. La ciudad del boom es la ciudad del Bang.

Afirma el escritor anarquista Rafael Barrett en una de sus Notas Críticas titulada Lynch: "El linchamiento es recomendable, por su baratura. Ahorrarse de un golpe fiscales, abogados y jueces, no es chico negocio para los poderosos". "Habrá verdugos gratuitos y abundantes. En esta justicia reducida a su esencia, solo queda el elemento indispensable: el verdugo nato, el bárbaro que se encarga de ejecutar las sentencias inmediatas, y sin el cual, todo el aparato administrativo del sistema dominante se desmoronaría".

Mientras persistan las desigualdades irritantes y la incitación constante al consumo de mercancías absolutamente superfluas persistirá la violencia social.

Carlos A. Solero

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