Si en algo se sostiene la impunidad es en la apuesta a que todo siga igual, en poder una y otra vez escapar del juicio y castigo. Y seguir para adelante como si nada hubiese pasado. S贸lo importa hablar de un futuro, que se sabe por otra parte al que nunca se arribar谩 si no se lo enlaza con aquello que forma el pasado. Y entonces se apela a la espectacularizaci贸n, al desentendimiento de los reclamos, a tildar de anacr贸nicas las justas exigencias y a querer ver lo nuevo en todo aquello que apunte a sostener el olvido. Y en ningunear: "S贸lo un foco de trasnochados", "los inadaptados de siempre", "aquellos que no entienden los nuevos tiempos" son frases comunes con las que se puede etiquetar el trabajo de aquellos que a煤n se juntan exigiendo justicia, reclamando transformaciones.
La memoria no se compra, no se adquiere en el mercado. Se construye en forma social e hist贸rica en un trabajo cotidiano y a veces imperceptible.
El domingo 23 se expres贸 pensando que Vel谩zquez no le atraves贸 la garganta a Pocho sin que alguien hubiera dado esa orden, que fue la misma que arrebat贸 la vida de Yanina, o de Juan Delgado o Graciela Acosta. Y pens贸 sintiendo lo que habr铆a pasado esa nena que para salvarse de las aguas que tapaban su ciudad debi贸 pasar toda la noche, subida a las cruces de un cementerio. Y record贸 a Gladys Gauna y a los Padres del Dolor destruidos pero luchando contra un gatillo f谩cil suelto contra el pobrer铆o. Y se acord贸 de Sandra Cabrera y otra vez la (in)Justicia. Y de las mujeres cantando el himno para no quedarse sin techo. Y del acorralamiento a los maestros que hacen la Educaci贸n de nuestros hijos. Y los hospitales que se caen. Y los jueces premiados, nombrados a dedo como un regalo de Reyes. Y pens贸 en los gobernadores que solicitaban la absoluci贸n de un polic铆a matador y que para nada se acordaba de un trabajador no docente acribillado en los techos de su escuela pidiendo que no tiraran porque hab铆a pibes comiendo.
El 23 la memoria se tom贸 su tiempo, sin descansar y estuvo presente, expresando que el juicio y castigo se expresan en todos los 谩mbitos, tambi茅n en el cuarto oscuro.
El 24, por supuesto, ya estaba otra vez en la calle, en los barrios, en las escuelas, en las escasas f谩bricas, en comedores, en la Plaza, en las marchas, movi茅ndose en los movimientos. Haciendo su trabajo cotidiano, a veces imperceptible. Como una hormiga que construye. Y que sabe que ello implica lucha. Y que hay que seguir.
Carlos Nu帽ez
Integrante de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti
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