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Domingo, 6 de marzo de 2011
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A los 88 años, murió ayer en La Habana Alberto Granado.

El entrañable amigo del Che

Inmortalizado en la película "Diarios de motocicleta", Granado conoció a Ernesto Guevara mucho antes de que fuera el Che.

Por Coco López
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Alberto Granado en una de sus visitas a la ciudad de Rosario.

El primero en darme la noticia fue Calica Ferrer, amigo de la infancia del Che. En la mañana del sábado había fallecido en La Habana, Alberto Granado. Desaparecía el amigo del Ernesto Guevara, su entrenador de rugby, el compinche de travesuras juveniles, el compañero del famoso viaje en moto que inmortalizó la película de Walter Salles. Pasarían muchos años para que ese muchacho enfermo de asma, que le pidiera a Granado incorporarse a su equipo de rugby, se transformara en el Che Guevara. Granado era una pequeña enciclopedia, para quienes nos interesamos por la vida del guerrillero argentino cubano. Lo conoció a los 14 años en Córdoba y en La Habana, se enteró de su muerte.

La primera vez que hablé de estos temas con Alberto fue en 1997, en su casa del Barrio Miramar de la capital cubana. Yo estaba escribiendo Mate y Ron y fue mi primer entrevistado. Me guió por su casa, me mostró sus fotos con el Che, me habló de sus gustos musicales. Después de Gardel, a su juicio venía Angelito Vargas. Era un tipo jodón. Su carácter contrastaba con algunos rasgos de la personalidad del Che. Quizás por eso, conformaron una amistad tan sólida.

Fue un profesional universitario serio y sólido, que profundizó estudios sobre lepra en la Argentina y ya en Cuba, brindó un aporte muy importante para los avances de estudios genéticos. Trabajó en contacto directo con Fidel Castro, para lograr ejemplares vacunos que brindaran una mejor calidad en carne y leche.

Recorrió el mundo invitado por distintos organismos y entidades. Fue figura en festivales cinematográficos. Pero una de sus mayores alegrías era viajar a la Argentina y Rosario, una etapa obligada. Era un cariño de muchos años por esta ciudad.

Lo que no todos conocen, pues el Che no lo registra en sus apuntes, es que la primera parada del viaje en moto por Latinoamérica, fue en Rosario. Alberto Granado y el Che llegaron hasta la casa de calle Fraga 1451, a la altura de Avenida Pellegrini 6400, donde vivía su primo Alberto Perea Granado. Los unía más allá del parentesco, un gran afecto personal. Alberto Perea era de ideas socialistas y Jefe de la Estación Barrio Vila del Ferrocarril.

Olinda Perea, su hija, tiene muy fresco los recuerdos de ese día: "Llegaron a la mañana temprano y lo primero que hicimos fue tomar mate. Luego papá hizo un asado y nosotros con mi hermana, les cosimos un mosquitero que traían en su equipaje, en muy mal estado de conservación. Toda mi familia almorzó con ellos. Mi padre, Alberto y el Che conversaron largamente de política. Al terminar el almuerzo fuimos a pasear al Parque de la Independencia".

En 2006, Granado, acompañado de su familia y un grupo de amigos de la Solidaridad con Cuba, conoció la casa natal del Che, en la calle Entre Ríos. Allí, Alberto nos dio el primer impulso para que Rosario fuese la sede de la conmemoración del 80 cumpleaños del Che, en la que participó como invitado especial. Frente a numerosas alternativas, Granado se pronunció por su ciudad natal.

Dejó un montón de amigos, amigos que desde hoy, ya lo empezamos a extrañar. Chau Petiso, hasta la victoria siempre.

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