El mismo dÃa que la Cámara de Casación confirmaba las sentencias a prisión perpetua de Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Pagano y Eduardo Costanzo, ayer los abogados de la SecretarÃa de Derechos Humanos de la Nación, y de la agrupación Hijos Rosario, Alvaro Baella y Santiago Bereciartúa, hicieron su alegato en la segunda parte de la causa. Pidieron 20 años de prisión para los mismos imputados, acusados en esta causa por asociación ilÃcita. Y solicitaron una pena de prisión e inhabilitación perpetua para Juan Cabrera, Ariel Porra, JoaquÃn Gurrera, Héctor Marino González, Ariel López y Alberto Pelliza, por los delitos de privación ilegÃtima de la libertad, tormentos y desaparición forzada de personas, una figura en la que se detuvieron especialmente. "Inevitablemente, las vidas de los compañeros que hoy representamos se encuentran atravesadas por esas persecuciones, secuestros, desapariciones y búsquedas", dijo Baella, antes de reseñar las palabras de cada uno de los hijos e hijas de desaparecidos que declararon en la causa. Y reclamó una vez más: "Tenemos el derecho de conocer la verdad de lo que sucedió, saber dónde están los compañeros desaparecidos y encontrar al hermano mellizo de nuestra querellante Sabrina Gullino, asà como a cada uno de nuestros hermanos. Como dijo Eduardo Toniolli: 'Ese camino de la verdad y la justicia lo vamos a alcanzar igual, tarde o temprano, hablen o no hablen estos genocidas aquà sentados'".
Los abogados también recordaron la declaración de Ignacio Laluf. "También puedo decir que en mi persona y en mi ser, habÃa mucha incertidumbre, mis tÃos trataban de decirme todo lo que pasaba, sobre cuándo iban a llegar, porque yo preguntaba mucho dónde estaban mis padres. Yo habré tenido tres años y recuerdo que tocaban timbre y yo salÃa corriendo pensando que eran mis padres que venÃan a buscarme, pero eso nunca pasaba. Eso me provocaba desilusión", expresó el hijo de Carlos Laluf y Marta Benassi, los dos desaparecidos del circuito represivo Quinta de FunesEscuela MagnascoLa Intermedia.
Baella también afirmó: "A través de la historia de nuestros seis compañeros Hijos representados, se hace tangible la experiencia de vida de muchos otros hijos e hijas de militantes polÃticos desaparecidos y desaparecidas, de la extensión y efecto que el terrorismo de estado tuvo a lo largo de estos 37 años y sostiene en el presente que habitamos. Partiendo de la base que se trató de un plan sistemático de reorganización del tejido social que buscó privilegiar las individualidades, queremos reivindicar el carácter inherentemente colectivo de las consecuencias polÃticas, económicas y sociales que sufrimos como paÃs".
Los abogados desplegaron varias frases de hijos de desaparecidos. Se refirieron también a la definición de Eduardo Toniolli, hijo de Eduardo Toniolli, quien se consideró un "testigo ausencial" de los hechos juzgados. "Vale en este caso una aclaración o una observación que tiene que ver fundamentalmente el por qué estoy hoy acá atestiguando, dando testimonio y por qué no lo hice en la primera parte de este juicio. Al no haber sido testigos presenciales, el peso o la importancia de esos testimonios, no era fundamental, digo que quizás era una mirada equivocada porque vamos construyendo una mirada sobre estos juicios mientras se van haciendo, porque, repito, son excepcionales", dijo el diputado provincial del Movimiento Evita cuando le tocó declarar en la causa.
El alegato de Baella y Bereciartúa duró varias horas, y llegaron a informar en la sala de la confirmación de la sentencia de Guerrieri I. Uno de los puntos fundamentales de la argumentación estuvo relacionado con el pedido de pena por desaparición forzada de personas. "Nos encontrarnos frente a un delito de carácter permanente o de consumación permanente, el cual no cesa hasta que se conozca el verdadero destino de la persona desaparecida o con la aparición con vida de la misma", dijo Baella, quien subrayó: "Un importante argumento del por qué deben tipificarse estas conductas como lo que fueron son las declaraciones de ausencia por desaparición forzada de muchas de las vÃctimas emanadas de distintos juzgados civiles". Esas declaraciones constituyen, en muchos casos, pruebas en los juicios en curso.
Pero además, Bereciartúa ahondó en un tema particularmente sensible. "El objetivo general de aniquilar a los detenidos, de deshumanizarlos, de despojarlos de su identidad, tuvo diferentes maneras de llevarse a cabo en los centros clandestinos de detención de nuestro paÃs. Una de ellas, extremadamente perversa y aplicada también por los acusados, consistió en obligar a los detenidos a realizar acciones para quienes los tenÃan cautivos, a 'colaborar con ellos', haciéndoles creer que asà vivirÃan o que eso garantizaba la seguridad de sus familias que estaban libres pero eran rehenes del grupo represivo", dijo el abogado de Hijos sobre la situación que vivÃan los detenidos-desaparecidos. Y se refirió especÃficamente a las visitas que realizaba Fernando Dussex, una de las vÃctimas, a su familia y también a una "visita" intimidatoria de la patota a Fidel Toniolli, el padre de Eduardo, otro de los desaparecidos.
El profesional abundó: "Resulta claro que en el marco de un centro clandestino de detención, donde las relaciones que se establecÃan eran de completa dominación, y estaban signadas por una total desigualdad, la posibilidad de elegir para quienes eran los sometidos en esas relaciones era nula o casi inexistente y resultaba totalmente determinada por los sujetos dominantes. Elegir, implica tener la libertad de hacerlo. Es evidente que los únicos que podÃan 'decidir' algo en esos lugares eran quienes están sentados allà e integraban el grupo represivo, que fueron quienes construyeron estos CCD, y que de forma totalmente arbitraria, como personeros de la vida y la muerte de los detenidosdesaparecidos, definÃan quienes vivÃan y quienes no, elección que se hacÃa en base a distintas especulaciones realizadas sólo por ellos, sin que existiera la real posibilidad de que por la actitud de un detenido eso le significara vivir".
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