Su cara es familiar porque forma parte del panel de Duro de domar y la tele genera cercanÃa. Además de ese trabajo de alta exposición, Mauro Federico es, sobre todo, un periodista que investiga el narcotráfico y sus relaciones con la polÃtica. De eso se trata su último libro, "Mi sangre. Historias de narcos, espÃas y sicarios", en el que cuenta, como si fuera una pelÃcula, el desembarco de integrantes de los carteles colombianos en la Argentina, y le de un marco para entenderlo. "Las vinculaciones de la polÃtica, las fuerzas de seguridad corruptas y el delito organizado están más que probadas en este paÃs. El levantamiento policial y los saqueos organizados de los últimos dÃas demuestran que esa connivencia pone en serio peligro la seguridad ciudadana. Si las policÃas quieren presionar, no sólo pueden ejercer el derecho a no trabajar, sino que también tienen la potestad y capacidad para activar a los grupos delictivos", dijo el autor sobre la compleja realidad que le toca investigar. Mauro Federico estará mañana, a las 19, en Centro Cultural Ross, para presentar su trabajo, acompañado por Carlos del Frade.
"Mi sangre" es Jesús López Londoño, colombiano, soldado de las fuerzas irregulares de la ultraderecha colombiana, llegado en 2007 a la Argentina para escapar de una muerte segura, y que fue apresado el 30 de octubre de 2012 en un restaurante de Pilar, en Buenos Aires. Su nombre se convirtió en un Ãcono de la llegada de narcos de Colombia y México a la Argentina y por eso el libro de Mauro Federico no se centra sólo en él, sino en una mirada del fenómeno, desde una narración electrizante.
Didáctico con quien no conoce el tema que él desmenuza, Mauro Federico empieza por el principio. "El fenómeno es más o menos asÃ: desde lo que representó la caÃda, la desaparición, el asesinato de los grandes referentes de los carteles, tanto mexicanos como colombianos, que ocurrió en la década del 90 --y cuyo Ãcono es Pablo Escobar Gaviria, que fue asesinado como parte de un operativo de búsqueda--, se da en Colombia un proceso polÃtico autodenominado de pacificación, con la intención de ir cerrando las heridas que habÃan provocado los narcos y las guerrillas organizadas. Ocurre que este proceso estuvo fuertemente condicionado por Estados Unidos, que a partir de 2000 estuvo financiando estas actividades, enmascaradas como un proceso de pacificación, cuando en realidad querÃan frenar el avance de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)".
Para Mauro, es interesante entender cómo "el estado colombiano emprendió esa lucha, utilizando el dinero norteamericano para armar ejércitos irregulares, grupos armados, gente ligada al pensamiento de ultraderecha, pequeños y medianos estancieros, que pasaron a trabajar con dineros públicos, armándose para resistir el avance de la guerrilla y allà empieza a entramarse la comercialización de estupefacientes. Tanto la guerrilla como los ejércitos irregulares, no eran narcotraficantes sino que eran soldados que se financiaban con el dinero del narcotráfico".
Federico, que realizó extensas entrevistas en la cárcel de Ezeiza con López Londoño, lo describe como "uno de esos soldados que llega a la Argentina escapando de una muerte asegurada. Porque ellos se acogen al proceso de pacificación, pero Santos los extradita a Estados Unidos. Estos tipo, que eran verdaderos soldados, sienten que pierden pie, porque empiezan a matarlos de a uno y entonces empiezan a buscar destinos más seguros. Argentina era, y creo que lo sigue siendo, uno de esos destinos más pacÃficos, más tranquilos, Londoño llega acá en 2007, se instala con su nombre real, empieza a hacer negocios, pretende instalarse con inversiones en el sector agropecuario, como si nada hubiese sucedido en su pasado, hasta que pide su condición de refugiado polÃtico hasta que salta que tiene un pasado".
El relato, allÃ, se amplÃa como una panorámica. "En el medio empiezan a ocurrir episodios que los empiezan a alterar y asustar a los argentinos, el asesinato de dos colombianos en Unicenter de MartÃnez, en un clásico episodio de vicariato narco, un mes después matan a otro colombiano frente a un local de lanchas. Dos meses antes habÃan aparecido dos colombianos cortados en pedazos, y calcinados, en La Tablada. CrÃmenes raros que nos llamaron al atención a los periodistas que investigamos estos temas", abundó Mauro Federico. "Asà empezaban a trasladarse estas reyertas entre gente ligada al narcotráfico y a las disputas entre las fuerzas armadas revolucionarias, a nuestras calles de Buenos Aires, de las ciudades de nuestro paÃs".
En Rosario, particularmente, es necesario comprender cómo se desplegó el fenómeno. "Lo que está ocurriendo ahora en nuestras ciudades y en particular en Rosario tiene que ver con el traslado de una metodologÃa de crimen complejo, a la que no estábamos acostumbrados, a las calles de nuestras ciudades", apunta el autor de Mi sangre. Y aclaró: "Lo que no quiere decir que esté directamente vinculado a los mismos personajes, aunque detrás de las tramas de los negocios sà existan vinculaciones muy directas. Cuando en Fisherton cae el famoso rey de la efedrina (Mario Segovia), lo que emergió en la investigación judicial fueron estos personajes que habÃan actuado y obrado con total impunidad, maniobrando con sustancias que no son ilegales, pero cuya manipulación está bajo control del estado. Allà se develó una compleja trama de intereses en los que estaban aquellos que compraban efedrina, aquellos que procesaban y aquellos que lavaban el dinero. Y detrás de eso estaban carteles mexicanos y colombianos".
Sin embargo, es muy cauto para hacer comparaciones temerarias, como las que homologan Rosario con MedellÃn. "Si bien los indicadores de crÃmenes urbanos están superando los actuales indicadores de ciudades como MedellÃn y San Pablo, son muchÃsimo menores comparados con los que habÃa en esas ciudades en los 90", apuntó. Para él, "se está generando un caldo de cultivo para que todas estas iniciativas de organizaciones criminales prosperen en la Argentina". Y si bien queda claro el papel de la policÃa santafesina, con su ex jefe Hugo Tognoli detenido, en la regulación del delito, Federico advirtió que "lo mismo ocurre con la cordobesa o la bonaerense". Como paralelo, cuenta que en su paÃs, "Mi sangre" se habÃa convertido en el vÃnculo entre los grupos irregulares, la policÃa y la polÃtica, ya que era el encargado de pagar los sobresueldos de los efectivos, que en muchos casos triplicaban los salarios nominales.
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