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Rogelio, de 71 años, se cruzó con una joven de 30 en Córdoba y Maipú. Palabra va, palabra viene, se ilusionó con una tarde de amor, y sin necesidad de pagar. Así que invitó a la chica a su departamento, sobre calle Rioja. La cita comenzó al mediodía, y todo parecía andar bien, un aliciente para una tarde calurosa. Pero el cuento de hadas terminó mal para el anciano. Cuando se despertó de la siesta, descubrió que la mujer le había desvalijado la vivienda, y supo la amarga verdad: no había sido amor, sino sólo un nuevo cuento del tío.
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