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Jueves, 18 de octubre de 2007
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COMENTARIO SOBRE LA NOVELA "2059" DE LAURA CAPELLA

Para comprender el horror

El libro, escrito en términos de "política ficción" proyecta al futuro la desaparición de personas y el robo de bebés. Así, permite hacer digerible y accesible un tema escabroso.

Por José Manuel Ramírez*
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"2059" es el nombre de la novela de la psicoanalista Laura Capella que será presentada el próximo lunes 22 en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia por Analía Ortega y Norberto Díaz, psicoanalistas, y Carlos Del Frade, periodista y escritor, junto también a David Fuks por Press Scripta Editora. La autora, creadora y coordinadora del conocido Ciclo del Derecho y del Revés que lleva a cabo desde hace años, es además integrante del Foro en Defensa de los Derechos Humanos (FODEHUPSI) del Colegio de Psicólogos de la 2ª Circunscripción en Rosario.

La novela, que su misma autora gusta definir como de "política ficción" proyecta hacia el futuro una problemática cara a los argentinos como es la de desaparición de personas y el robo de bebés que hemos padecido en los años de la dictadura militar. Pero no es tan sólo una proyección, o como dice su prologuista Jorge Savoia una anticipación, sino más gravemente aún, una repetición, una consolidada repetición en un futuro no tan lejano, dándole así a su ficción como mínimo un tono de advertencia. Pero además permite en esa proyección hacia el futuro hacer digerible y accesible un tema escabroso, es decir, que muchos puedan acercarse a una comprensión impedida por el horror que engendra su posibilidad.

Esa ficción de repetición la logra poniendo en juego al menos a cinco generaciones, desde el nieto nacido en 2059 hasta sus tatarabuelos de la segunda mitad del siglo XX, que viven aquella dictadura.

En su ficción imagina una sociedad compuesta por Campeones y Servidores, especie de clases o castas en la una posee un poder sobre la otra y se apropia no sólo de sus hijos sino también de sus vidas, al mejor estilo de "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury en la que algunos debían recordar de memoria los libros proscriptos y prohibidos a manera de resistencia, o como en la "1984" de George Orwell en la que la prohibición recaía sobre la satisfacción sexual en el amor, los que lograban eludirla en una resistencia heroica no podían de todos modos al cabo de un tiempo escapar de la mirada del Gran Hermano, especie de omnividente tecnológico, como si el televisor nos mirara, nos censurara y controlara.

Las sociedades de control o disciplinarias sin ser un tema explícitamente desarrollado en la novela podemos decir que están en acto en una imaginación siniestra de un futuro tecnológicamente supervisado, al punto que allí las 'desapariciones' se metaforizan realmente con un rayo que reduce a cenizas a los Servidores resistentes, al punto que así su abuelo descubre que su nieto fue robado, porque en su cuna no hay cenizas.

Es interesante la secuencia de generaciones. Cinco generaciones en la que una, la del abuelo del nieto desaparecido en 2059, funciona como gozne que pone en relación con las generaciones del siglo XX que vivieron la dictadura, es decir que a su vez ese abuelo es un nieto. Es la repetición de generaciones de tres en tres, donde la última es la primera en una secuencia enrulada.

El recurso de poner en relación la ficción con la realidad, en un cruce que potencia el mensaje, llega al extremo de poner adentro de la ficción documentos efectivos fotocopiados de nuestra época trágica.

También podemos leer sutilmente, entrelíneas, los afectos que se juegan entre padres e hijos, los hijos perdidos por muchas razones, desde el robado o muerto hasta los que se pasan de los Servidores a los Campeones extrañándose de sus padres.

La lectura de la novela, me recordó una historia verídica de una joven que fue a los seis meses apropiada por aquellos que mataron a sus padres, recuperada por Abuelas, que relata una historia impresionante. Parece que cuando beba el padre la sentaba en la falda y jugaba con ella y con la madre. Al ser apropiada la niña, relatado esto por una de sus abuelas, y ya teniendo algunos años, les sorprendía a todos porque siempre jugaba con una silla de ruedas. Los adultos que la rodeaban no entendían por qué. Resulta que el padre, lisiado, cuando la sentaba en la falda él estaba en una silla de ruedas, recuerdo que aporta su abuela verdadera.

Este relato aunque triste, muestra algo importante desde el punto de vista psicoanalítico, es el hecho de la libidinización de la niña en ese juego con el padre, el que deja una marca imborrable en el cuerpo de la niña menor de seis meses de ese juego, la marca de un goce que hace a una identidad real, a una "memoria" en el cuerpo que no equivoca, que sirve tanto o más para identificarla, que una foto o que su nombre, el auténtico y el falso, e incluso que un estudio genético, en el que siempre puede haber algún equívoco, como bien destaca el abuelo en la historia advirtiéndole al nieto que si algunos genes no coinciden es porque él fue adoptado. Lo cual lo lleva a preguntarse por qué fue abandonado por su propia madre. Como pueden apreciar la novela de Capella abre múltiples análisis y consideraciones, a las cuales pongo un coto aquí.

* Coordinador de la página de Psicología en Rosario/12.

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