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Jueves, 21 de agosto de 2008
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Sex and the city: una mirada psiconalítica al fenómeno

El malestar que no se acalla

La historia de cuatro mujeres emancipadas, que viven en la máxima libertad y a la moda, interpela algunas cuestiones de la época. A pesar de las promesas de felicidad de la liberación, insiste la dificultad de encontrarse con el otro.

Por Fabiana Antonelli *
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Las cuatro amigas de Nueva York son un símbolo de los desafíos que enfrentan las mujeres.

¿Qué convocó a que lo que comenzó como una columna en un periódico, pasó a ser un libro para luego transformarse en una serie de 6 temporadas y una película? ¿Es sólo un fenómeno más de la época? Intentaré contestar a estos interrogantes entendiendo que el tema articula la época y la mujer, desde mi formación como analista sin pretender hacer una crítica de cine, de arte o de literatura. Lo primero que se hace evidente, tanto en el título en inglés como en la traducción que se hizo en España (Sexo en la Ciudad) es una forma provocativa aunque no ingenua, que funciona como señuelo al poner en marcha la ilusión de poder encontrar la respuesta una al sexo. Siendo esto muy otra cosa que aquella que finalmente se muestra. Se abordan asimismo temas que aún hoy convocan controversias y sobresaltos como aborto, homosexualidad, cáncer, relaciones sexuales ocasionales y/o resultado de una sola cita, etcétera, condimentos que atraviesan la vida de las amigas.

Porque somos humanos, porque hablamos, estamos atravesados por la imposibilidad estructural de encontrar este tipo de respuesta. En su lugar nos vemos cada uno envuelto en el recorrido que nos permitirá, en el mejor de los casos, ir encontrando cada vez una forma de arreglárnosla con la sexualidad.

Con la salida laboral de las mujeres, con la incorporación a los claustros universitarios y el apogeo de la igualdad, la limitación en torno al hogar cedió su lugar a una competencia generalizada, que lejos de facilitar el logro del encuentro de una pareja parece reforzar ciertas dificultades. Hoy la igualdad, lo unisex, domina la escena y el régimen de goce fálico parece ofrecido a todos. Pero paradójicamente esto deja por fuera lo hetero, y por lo tanto el encuentro con "el otro sexo".

La familia sigue siendo un ideal de logro en la vida al que acceder, al igual que al éxito laboral. Pero ¿cómo...? Estos intentos, sus fallidos, sus modos de logros son lo que encontramos, desde mi lectura, plasmados en las aventuras y desventuras de estas cuatro amigas, y es el poder identificarse con lo que les pasa o sentir que ya se ha superado lo que hace que el interés en los acontecimientos no decaiga.

Así seguimos a estas cuatro mujeres que gracias a la apertura del mercado laboral se hallan emancipadas, al precio de quedar ellas también alienadas a los imperativos de la producción. Han dejado el lugar de resguardo en torno al hogar, para salir a la arena laboral con sus logros y sus costos, ya que no sólo de elegir trabajo se trata...

Así las cosas, una de las amigas termina en una situación poco pensable hace no muchos años atrás: Abogada exitosa, encuentra finalmente su pareja encarnada en un cantinero, y lo que eran sus logros laborales, económicos, profesionales, pasan a ser uno de los mayores obstáculos a resolver en la pareja.

Y esto, una vez mas, es a mi entender lo que atrapa al espectador, que espera encontrar la respuesta a su propia situación en los avatares del recorrido de estas amigas, prototipos de la mujer que encaja en el escenario que la sociedad capitalista y de consumo propone.

Parece que manejan sus vidas en el colmo de la libertad, pero no todo puede ser manejado. A pesar de las promesas de felicidad que la liberación de la mujer traía, algo insiste, se repite. Así, estas cuatro amigas llegan a Manhattan en busca de "moda y amor"; y se dan cuenta rápidamente que cuanto más sencillo es lograr lo primero; más complicado lo segundo.

Cenicienta de la modernidad, Sex and the city se plantea a mi entender como cuento de hada de una época donde todos los cuentos parecen haber caído en desuso y ser "felizmente" reemplazados por juegos cibernéticos y solitarios. ¿Es "sex and the city" o cómo hacer para evitar una soledad, en el aislamiento, en lo auto que aún en la más innovadora de las plazas sigue siendo un destino poco apetecible?

Cuando ya casi no hay lugar al que las mujeres no tengan acceso desde lo académico y/o laboral, cuando lo tan ansiado parece logrado, los malestares lejos de desaparecer, se incrementan. Algo insiste, no se calma. Algo que hace a cada mujer y que debe ser escuchado y tramitado.

De esto se ocupa el psicoanálisis. Para lo que no entra, para lo que insiste ofrece a la mujer de hoy la apertura de un espacio donde dicho malestar pueda ser alojado e interrogado, tomando en cuenta las singularidades de cada una junto al entramado del discurso de la época para encontrar su lugar entre el mandato socio﷓familiar y su propio deseo. No hay respuestas generales a qué se debe hacer, a qué está bien o mal. Cada una debe encontrar las suya propia relacionadas con su historia, su posición subjetiva, sus preguntas y sus cuestionamientos, las marcas de su goce y su deseo. Sólo desde ahí podrá articular una respuesta que hará su vida plena, evitando el sufrimiento de la queja inútil.

* Psicoanalista (UBA). [email protected]. Versión completa en revista digital elpsitio (www.elpsitio.com.ar)

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