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Jueves, 18 de junio de 2009
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Jacques Nassif analiza el presente y futuro del psicoanálisis

"Ni prohibido ni permitido"

El psiconalista francés, que redactó seminarios de Lacan, manifestó su respeto por la pluralidad, y recordó que la regla fundamental del análisis es decirlo todo, a pesar del respeto, de la familia y la agresividad hacia el terapeuta.

Por José Manuel Ramírez *
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Jacques Nassif rechaza el título institucional de analista.

El psicoanalista Jacques Nassif estuvo en mayo pasado en Rosario. La primera parte de una extensa entrevista fue publicada el 28 de ese mes, en estas páginas. Allí se planteaba la relación entre el psicoanálisis y otras terapias, así como su inserción institucional, ya que Nassif considera que esta disciplina va camino a la clandestinidad. Esta nota reproduce la segunda parte de aquella charla.

¿El psicoanálisis podría continuar por fuera de las instituciones? Usted habla de clandestinidad, de lo legal...

-Hay una fórmula de Freud que está muy bien pautada, la utilizó en una carta a Ferenczi hablando de la enseñanza del psicoanálisis en el marco de la Universidad y decía, o preconizaba que no fuera (el psicoanálisis) "ni permitido ni prohibido". Me parece bien que el psicoanálisis no esté permitido...

Me parece que eso de que no sea permitido es una cuestión casi estructural del psicoanálisis, porque no se puede entender sino. Con el inconsciente ¿Qué se va a hacer, se lo va a legalizar? Absurdo.

-Absolutamente. O sea, el psicoanálisis puro y duro, la regla fundamental, el decirlo todo a pesar del respeto, de la familia, de la agresividad, con incluso transferencia negativa a veces hacia el terapeuta. El terapeuta no soporta la transferencia negativa, mientras que el psicoanalista no sólo que la soporta sino que la facilita porque estamos, la mayoría del tiempo, llenos de odio, y si ese odio nos envenena mejor envenenar al perro que nos está escuchando en el sillón que envenenarnos a nosotros.

Además el amor mismo puede ser transferencia negativa.

-Se sabe que el amor sin límite hacia un analista es una forma de resistir para que no se acabe este lazo, mientras que el psicoanálisis tiene un final, insisto, y la psicoterapia nunca. Uno puede considerar que no está curado en tanto terapia pero que ha acabado su análisis y puede continuar su vida entendiendo mejor lo que le pasa con su síntoma, y salir del marco que ha instituido con este analista sin necesidad de seguir transmitiéndole todo lo que le ocurre en su vida. Hay un final de la transmisión que se puede marcar por algunos signos que son indudables. Yo no persigo a la gente incluso si desde mi punto de vista no han ido tan lejos como esperaba, pero para ellos es suficiente. Ya está, y que sigan su vida. Freud preconizaba que el análisis no dure mucho y que se siga repitiendo cada 5 años, utilizaba una palabra que no me gusta mucho, como una rodaja, cada 5 años una rodaja, algunos meses de trabajo y seguía superviviendo.

Volviendo sobre el título de su libro "El tercer tiempo en el psicoanálisis", ¿no puede pensarse también como una cuestión personal?

-Hay un a posteriori del análisis que es tan importante como el análisis mismo. Analizar es disolver, uno puede disolver muchas cosas, incluso acabar completamente deprimido, es una de las comprobaciones que hizo Lacan, diciendo que el pase, como lo llamaba, acababa siendo un momento de des ser, desierto, o pérdida del ser que había constituido la personalidad. Bueno, yo no descarto que si se acaba en este momento el análisis siga el trabajo en ese tercer tiempo, entonces la persona reconstituyéndose a partir de todo el saber que ha podido acumular a través del análisis de sueños y de los acontecimientos de su vida y que sea un largo trabajo de reconstrucción completamente diferente y que uno adquiera una nueva personalidad.

¿Usted fue paciente de Lacan?

-No, fui paciente de uno de sus discípulos más fieles, con el cual he podido hacer un análisis que diría didáctico pero que me dejó en llaga en relación a mis problemas personales. Y cuando hizo falta que de cuenta de que estaba repitiendo en mi vida, entrando en los mismos callejones sin salida pedí un análisis a una persona que no era del grupo lacaniano. Fui a ver precisamente a una persona de la IPA, entonces sé que hay analistas en todas partes. O sea me pongo muy respetuoso tanto de la gente de la IPA como de los lacanianos, hay una pluralidad.

Por eso preguntaba por ese tercer tiempo.

-Una de las manifestaciones de este tercer tiempo, mi segunda analista es una hungaresa que se llama María Todd, y que ha hecho un trabajo inmenso en la clínica y con la cual pude analizarme para mí, y no sólo para volverme analista y no dañar a los paciente que podía tener. Y el primer análisis duró diez años, me quedé diez años sin análisis, el segundo análisis duró diez años también y sigo siendo un analizante, no me diría analista, o sea que cada persona que viene a pedirme un análisis es una pretensión que puedo sostener o no e intento volverme analista para esa persona o quedarme analista para esta persona, pero ser analista con un título de analista yo me niego a proclamarlo o a pensar que sea factible inscribirse como analista en un marco institucional. No, hay analizantes y punto. Me supervisé con Lacan, fue mi supervisor en la gran época, cuando redacté su Seminario, porque fui redactor de sus Seminarios antes de Miller.

*Psicólogo. Coordinador de la página de Psicología de Rosario/12.

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