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Jueves, 4 de marzo de 2010
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Gustav Courbet, la historia de un libertario

El pintor de la verdad desnuda

Por Carlos A. Solero*

El siglo XIX fue pródigo en cuanto a la emergencia de filósofos, escritores, poetas y pintores dispuestos a marcar sin vueltas las contradicciones generadas por el capitalismo. Injusticias, desigualdad social, en suma la opresión de las mayorías de campesinos y proletarios. En algunos casos, los artistas se posicionaban a favor de los humillados y ofendidos, aún contra su propia clase social de origen. En efecto, es dable observar la radicalización de las actitudes, el coraje explícito y público de pintores como Gustav Courbet en Francia. En esa época, personas de mediano origen como Pierre Joseph Proudhon -precursor del anarquismo, autor del libro ¿Qué es la propiedad?-, responde sin eufemismos y contesta "La propiedad es un robo", sentando las bases del socialismo libertario moderno.

Voceros de los perseguidos no especularon con los beneficios que la nobleza y la burguesía otorgaban a los que doblaron su cerviz mansamente. Se enfrentaron a todos los peligros convencidos de la nobleza de su causa como parte del diario batallar de los desposeídos.

Courbet nació en Ornans, Francia, 10 de junio de 1819, y murió en La Tour de Peilz, Suiza, 31 de diciembre de 1877. Desde su juventud pintó el paisaje de su entorno. En 1840 emigró desde su aldea hacia París, sus padres lo soñaban abogado para escalar posiciones y asegurarse el futuro.

Gustav desechó esa opción familiar y eligió recorrer las callejas y los arrabales parisinos, donde estaban los seres verdaderos y sufrientes, lejos de los salones palaciegos con sus intrigas de cardenales, ministros, magnates y cazafortunas de alcoba. Viajó por Holanda y Alemania y como sus amigos, el poeta de Las flores del mal Baudelaire, Corot, Daumier, Proudhon, puso distancia con el academicismo en boga.

Cuando estalló el levantamiento popular contra la República Burguesa que traicionó a los obreros, luego de usarlos como carne de cañón contra Luis Felipe de Orleans, al escamotearle los derechos sociales y lanzar la soldadesca, Courbet estaba en las calles y fue calificado de revolucionario peligroso. Esta etiqueta de los escribas al servicio del poder bonapartista lo hizo blanco de diversos ataques y calumnias múltiples.

En 1855, Courbet decidió abrir una exposición independiente de sus obras junto al Campo de Marte, le importaba que sus cuadros los vieran las mujeres y hombres plebeyos, soslayando el juicio estulto de los atildados críticos aristocratizantes y elitistas.

Gustav Courbet es el máximo exponente del realismo pictórico, sus cuadros muestran todo aquello que la hipócrita sociedad instituida desea ocultar. Desde el pubis de una mujer del pueblo, cuadro al que titula El origen del mundo, hasta escenas de la vida diaria de los marginados y explotados, o bien su propio estudio en el que se autorretrata junto a un niño que representa la ingenuidad de los honestos y la verdad por la que combatía paleta en mano o erigiendo barricadas con los obreros y obreras franceses en la insurrección de la Comuna de 1871. Completan el cuadro una mujer levemente cubierta de una sábana pronta a caer y un nutrido conjunto de personajes de la época. A un costado, Charles Baudelaire medita mientras mira a su camarada pintando la verdad desnuda.

*De la Mesa de Café "Dudemos del progreso".

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