AllÃ, en el sitio donde un niño es recibido se encuentran las fantasÃas que se construyen ante la noticia del embarazo, la llegada de un niño propio o adoptivo, lugar imaginario que abre o cierra la posibilidad de una recepción adecuada. A veces el amor se resta, otras tiene apariencia de exceso. Es difÃcil hallar el punto exacto, hay una frase que ha sido muy usada: "no hay recetas".
La función materna estará comprometida en la libidinización que erotiza el cuerpo (del niño), convirtiéndolo en humano, alejándolo de una mera forma biológica, incluyéndolo en el campo de la palabra, desde la voz y la mirada, haciendo litoral con la letra que preparará el campo al significante. Desde el imaginario, operando como espejo, devolviéndole las primeras respuestas a la pregunta: quién soy. Nombrándolo.
Palabra que será trasmisora de la Ley y el deseo. Deseo que lo habrá ubicado en un lugar preciado (objeto fálico), que será disfrutado brevemente, pero no tanto como para quedar atesorado, encerrado en un cofre de terciopelo y diademas con cancel de oro que no le permita salir, desplegarse. O en un lugar depreciado, desvalorizado, un no lugar.
Y la función paterna soporte de la sexualidad femenina, hombre que al hacer reÃr a la madre, desvÃa su mirada, interdicta en el goce y permite que ese Sujeto en constitución, advierta que no es todo para ella, y se decida a buscar otros amores (su propio objeto). VacÃo, agujero que lo causa. Lo impulsa. Surco entre un primer tiempo de alienación y la separación necesaria.
Incidencia en la formación del juicio, el manejo del sà y el no. A veces el padre no puede con eso. La madre no le hace lugar (al padre) y queda pegada a ese objeto en un goce ilimitado. Dificultad de la madre para restarse, dificultad en el hijo para separarse y asumirse deseante. Doble dificultad en la primera, la que no puede asumir la sexualidad por la vÃa del placer y se queda en una modalidad edÃpica, pasando de hija a madre sin atravesar el enigma de "una mujer", del goce femenino. Ilusión de ser toda. Y en el segundo (en el niño), la paradoja de resolver ante la pregunta: ¿chez voui? (¿qué me quiere?) y según resuelva, quedar como dando un salto al vacÃo, al goce materno. También podemos apostar a la contingencia, a un cierto deseo que "otro" pueda donar, realizando un corte en el discurso familiar. O el recurso de él mismo como Joyce, o Wulfsohn, o tantos otros al arte a la lengua extranjera. Cuarto nudo lo llamará Lacan. Operaciones tempranas fundantes del sujeto parlante, tiempos de "infancia" en Psicoanálisis.
Freud descubrió que el analizante no recuerda sino que repite, es por eso que en nuestra práctica de discurso se pierde el tiempo cronológico para escucharse los momentos lógicos en los que el inconsciente se materializa. Es asà que un adulto, también puede estar vacilando entre el goce y el placer. Vacilación del Sujeto.
De modo consciente, ningún padre desea hacerle daño a su niño/niña pero el goce y el deseo interjuegan en lo Real, en lo inconsciente. ¿Cómo descubrirlo? Estando alerta al sÃntoma, a la angustia, a la inhibición. No dejando pasar esta muestra de dolor, de sufrimiento y tal vez, se podrá destejer la trama en la que un niño o un adulto está apresado. Importancia del caso por caso. Da cuenta de esto, el siguiente párrafo de Lazos de Familia de Clarice Lispector: "De pequeño, jugaban con él, lo levantaban en el aire, lo llenaban de besos, y de repente, pasaban a ser individuales, lo dejaban, le decÃan gentilmente, pero ya intangibles ahora se acabó, y él quedaba todo vibrante de caricias, con tantas carcajadas aún para dar. Se ponÃa caprichoso, empujaba a unos y otros con el pie, lleno de cólera que, sin embargo, en el mismo instante se transformarÃa en delicia apenas ellos quisieran".
Acerca de esto, partiendo de viñetas y casos, trabajaremos en el Espacio clÃnico: "Encuentro con la infancia", al que convoco, desde Trama ClÃnica.
* Psicoanalista Trama ClÃnica.
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