En una reciente "carta de lectores", de mi autorÃa, publicada por el diario La Capital, titulada ¿Qué le ocurre a Mario Bunge?, conjeturé que sus crÃticas al psicoanálisis, que hemos podido escuchar en recientes visitas que realizó a nuestra ciudad, son más personales que epistemológicas. En su respuesta, él pretendió invalidar mi hipótesis con el argumento de que "en las ciencias se critican ideas, no personas".
Pero es justamente Bunge el que menos cumple esa regla. Aprovecha casi todas las oportunidades mediáticas que se le presentan para criticar despiadadamente al psicoanálisis y a los psicoanalistas. Su incoherente posición no hace más que confirmar que existe en él una férrea compulsión subjetiva a combatir al psicoanálisis. Si no fuese asÃ, deberÃa cumplir con la racional premisa que enunció, dado que él es un destacado filósofo cientÃfico. Pero si permanece en su habitual postura irracional y destructiva frente al psicoanálisis, proseguirá concediéndonos el derecho a conjeturar sobre lo que le ocurre, y eso es lo que haremos.
Mucha gente piensa que alguien muy prestigioso como Mario Bunge, con una gran trayectoria académica, y que ha realizado una prolÃfica obra cientÃfica, al opinar sobre cualquier tema, goza de una especie de infalibilidad. Sin embargo, esto no es asÃ. Cuando Mario Bunge habla o escribe sobre psicoanálisis, lo suele asaltar una gozosa atmósfera interior de aversión; actuarÃa un repertorio pulsional que lo impulsa al combate. Es bastante evidente como se transforma al opinar sobre ese tema, incluso los cronistas que lo entrevistan suelen dar cuenta de esa alteración que se produce en él.
Muchas fotos suelen captar su gesto suficiente, y delatan cuanto disfruta del efecto de sus irreverencias. Esto también se puede constatar en los videos que lo registran. El verbaliza y gesticula su agresión oscilando entre la ironÃa y el sarcasmo, al tiempo que exacerba su estilo confrontativo, intolerante y descalificador.
Es probable que ese malestar psÃquico subyacente lo impulse inconscientemente a revelarse, pero como no puede hacerlo contra lo que lo causa, es que recargarÃa las tintas contra el psicoanálisis y los psicoanalistas, como asimismo contra el "padre" de esta disciplina, Sigmund Freud. Además, es sabido que el psicoanalista, en la relación terapéutica, suele representar transferencialmente al padre.
Mario Bunge, al igual que muchos otros cientificistas, pretenderÃan transformar el "arte de curar" las dolencias psÃquicas, en una ecuación cientÃfica aplicable a todos por igual; pretenderÃan sustituir las vivencias de cada sujeto singular por una homogénea manipulación quÃmica y cerebral.
TodavÃa está a tiempo de elaborar sus asuntos pendientes si se decide a enfrentar su propio "oscurantismo", asà podrÃa constatar que los peligros que husmeaba en el mundo externo no eran tales, que eran sólo asuntos inconscientes de vieja data. Las aparentemente audaces descalificaciones que pregona contra el oscurantismo, en realidad se corresponderÃan a lo opuesto: un crónico temor a vérselas con su mental oscurantismo, que marcó su destino.
*Psicoanalista y escritor (Marcos Juárez). Ha publicado libros, ver www.jballario.com.ar [email protected]
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