El término "sujeto" tiene actualmente una doble acepción: designa, de un lado, la referencia simbólica que cada cual hace de sà a sà mismo. El hombre, decÃa el joven Marx repitiendo al joven Hegel, es el único animal que se toma a sà mismo como objeto.
La posibilidad de esa autorreferencia es también la posibilidad de que el hablante adquiera un desarrollo simbólico, como mÃnimo, complejo. Es también la fuente de innumerables paradojas y perplejidades que hacen de la identidad algo a la vez necesario e imposible. Por otra parte, ese punto de emisión que somos se encarna, y ahà se constituye como objeto para sà y para otros. Cada uno es a la vez sujeto y, conforme a la etimologÃa nunca más adecuada, subyectum, algo puesto o arrojado debajo.
En esta breve fundamentación esbozo lÃneas de trabajo: a) La naturaleza del sujeto es esencialmente negativa, recuérdese el pequeño y notable artÃculo de Freud sobre la negación: soy lo que niego ser y asà me constituyo, torna a las relaciones que mantiene con sus semejantes en profundamente opacas. b) De la sociedad se puede decir algo semejante a lo que los geólogos afirman sobre la naturaleza de los terremotos: son impredecibles e incontrolables, aunque semejante aserción deba fundar una polÃtica de prevención. Aquà aparecen dos temas profundamente vinculados: la violencia polÃtica y la posibilidad de una acción colectiva.
El primero debe ser enfocado por algo que emerge tanto en la antropologÃa de Levi Strauss como en las observaciones dispersas pero muy ricas de Lacan acerca de la segregación. ¿Puede haber una acción colectiva independiente o al margen o, en todo caso, en los pliegues, de las estructuras masivas? Quiero decir: ¿es posible una relación entre los sujetos en la cual la disparidad subjetiva no sea causa de sometimiento y de servilismo? Nuestra respuesta es abierta, problemática y afirmativa sólo bajo condiciones muy restrictivas. Es necesario antes reflexionar sobre la objeción que Lacan ha hecho a la intersubjetividad, al señalar que la reciprocidad entre sujetos no puede fundarse simbólicamente porque entre un sujeto y otro yace el Otro, es decir el campo de discursividad que a la vez conecta y desconecta a los seres humanos.
*Docente en PsicologÃa y en Humanidades, UNR
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