El sociólogo Horacio González describió en conferencia sobre la institucionalización, la labor de los distintos profesionales que trabajamos en la comunidad como semejante a la que llevan adelante los predicadores y los militantes polÃticos. Sin dudas estas prácticas han signado nuestro quehacer profesional, en contextos marcados por la inseguridad radical, que constantemente ponen en crisis los saberes de politicólogos, psicólogos y trabajadores sociales.
Pero, como deber ético profesional, queremos profundizar la construcción del campo de intervención comunitaria en el que desarrollamos nuestras actividades, pensándolo como la creación colectiva de una teorÃa. Una teorÃa, a la manera de "caja de herramientas foucaultianas", a las que echar mano frente a las distintas contingencias que enfrentamos.
Lo comunitario es un campo de intersección "con otros", otros saberes, otros profesionales, pero básicamente con otras personas y otras formas de vida, a la que debemos tener en cuenta, respetar y escuchar a la hora de diseñar estrategias para la recreación de una vida psÃquica, de una temporalidad y de un sentido que permitan reparar las injusticias del presente. Se trata pues de construir propuestas que tiendan a disminuir el sufrimiento, y mejorar las condiciones de existencia de un amplio sector de la sociedad sumido en la indigencia.
En la cotidianeidad de lo comunitario, con sus múltiples conflictos y sujetos, promovemos la creación de dispositivos que den ocasión a una "reflexión en el caos", en lugar de buscar fórmulas prefabricadas que refuercen solamente los planos de la organización polÃtica. Asumimos cotidianamente el desafÃo de posibilitar una reconstrucción mÃnima del tejido social, pensando y produciendo espacios que eviten la fragmentación y la vulnerabilidad creciente a que nos vemos enfrentados. Dispositivos novedosos, a veces imprevisibles, que posibiliten la reinscripción deseante y productiva de estos sectores tutelados y asistidos.
Consolidar una posición profesional que nos permita operar, desde construcciones conceptuales y no solo desde la ejecución de tal o cual polÃtica implica descorrer el velo para propiciar el análisis del propio proceso de implicación de los agentes sociales. Para cuestionar nuestra posición de profesionales portadores de una ideologÃa y de una forma de comprender la realidad, en constante tensión con "el deber ser del funcionario".
Desnaturalizando conceptos como poblaciones de riesgo y control social, para torcer el rumbo de polÃticas que sólo logran legitimar acciones de control y de exclusión social en diversos sectores de la población.
Es indispensable una discusión para analizar los diferentes paradigmas éticopolÃticos que atraviesan nuestras acciones. Y reflexionar desde las distintas corrientes del Análisis Institucional, la PsicologÃa Social y el Psicoanálisis la construcción de los distintos dispositivos que intentan dar cuenta de los procesos de subjetivación que se van dando en nuestras instituciones.
La tensión entre un sujeto de derechos, y un sujeto deseante está en la base de la discusión entre las polÃticas de inclusión social "para todos" y el reconocimiento de la diferencia, "uno a uno", que éticamente establece trabajar con la diversidad de sujetos y situaciones.
Ni activistas ni predicadores, Psicólogos que trabajamos en la comunidad y tratamos diariamente de legitimar nuestras prácticas dentro de las incumbencias que plantea la ley del ejercicio profesional.
* Psicólogo de Atención Primaria de la SecretarÃa de Salud Pública. Coordinador del Centro Crecer Nº 6 y Coordinador del Centro de Protección a la Infancia de la SecretarÃa de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario. Colaborador en Asuntos Gremiales en el Colegio de Psicólogos.
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