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Jueves, 5 de julio de 2012
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Sobre sexualidad y psicoanálisis en el siglo XXI

Lo que se dice hoy sobre sexo

La sexualidad sigue siendo un punto crucial en la relación al síntoma de cada ser humano en su existencia. Es un invariante en lo que hace a la determinación del sufrimiento subjetivo y al "malestar en la cultura".

Por Silvia Conía*
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La sexualidad es lo que nos pone todo el tiempo "en aprietes".

Como psicoanalistas, tenemos el "deber ético" de darnos baños de "actualidad". Cada sujeto es producto de una serie de palabras, que con más precisión llamaremos "significantes", que lo han antecedido (la herencia) y que lo han penetrado, golpeado, traumatizado. Estos significantes forman, con otros términos, lo que llamamos "discursos", los cuales van a presentar variables en la época según la cual los consideremos.

El sexo, la sexualidad, no son ajenos a estas diversidades epocales y por lo tanto culturales. Es muy evidente, seguro que cualquier lector de estas palabras alcanza a comprender esto que se puede ver y escuchar todos los días, prefiera como medio de información lecturas de diarios, informativos generales, radio, televisión, cine. Lo que se dice hoy de la sexualidad no tiene parangón con aquello con lo que se encontraba Freud en la época victoriana en la que inventa el psicoanálisis, absolutamente marcada por la dimensión de "lo oculto", "de lo que no se hablaba", de lo prohibido o restringido al terreno de la fantasía o a "alcobas" ilegítimas. Hoy en la época de la globalización de la información, de la democratización del acceso a los conocimientos; la sexualidad, las cuestiones del sexo están a sólo un "click" del control remoto o a sólo veinte caracteres del twitter, o la red social que se elija.

Hasta las leyes comienzan a mutar dado que el lazo social dicta modalidades que no eran contempladas en las mismas y los "vacíos legales" comienzan a ser, cada vez, más amplios, empujan a transformaciones, solo falta recordar que en este momento se está a pasos de tratar cambios sustanciales en nuestro Código Civil.

Pocos años atrás, la homosexualidad era una "degeneración" (dejemos de lado las consideraciones particulares que cada uno puede tener del tema, es decir puede haber quienes aún la sigan considerando así, este comentario pide al lector ampliar el horizonte considerando la forma en que en la cultura aborda este tema), hoy existen "circuitos gay﷓friendly", "turismo gay", y por supuesto hasta el llamado "casamiento igualitario", es decir que lo que hasta no muchos años atrás era restringido a circuitos limitados, segregados, hoy hasta son colectivos sociales explotados por la función del mercado en tanto aseguran un rédito favorable para la economía de consumo.

El travesti que antes era únicamente confinado a la marginalidad de la prostitución hoy es estrella de teatros, tapas de revistas o protagonista de tiras televisivas. La "virginidad" como valor de virtuosidad femenina hoy es signo claro de que a esa joven no le va bien con los muchachos y es desvalorizada por sus pares.

Las nociones de fidelidad o de infidelidad está por tomar un cariz sorprendente ya que se está considerando sacarla como causal de divorcio, ya no más un "deber conyugal".

De todos modos, estas "aperturas" no van sin "cierres" correlativos ya que van generando otros problemas morales, otras maneras de organizar prejuicios y segregaciones y otras moralidades persisten "aggiornándose", por ejemplo los problemas de la fidelidad y la infidelidad no se pueden considerar por fuera de la moral conyugal correlativa a la burguesía y por lo tanto a la moral burguesa correspondiente, ya Freud había destacado en su texto "La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna" que la exigencia de la monogamia, comporta una renuncia a un goce respecto del cual los cónyuges estarían en la encrucijada de "refugiarse" en la enfermedad si están tomado por la cobardía moral o el recurso a una clandestinidad soportada en la "doble moral" que en esa época era únicamente tolerada para los hombres. Hoy se habla de "postmodernidad" pero la actualidad de la problemática que nos presentan estos "intríngulis" planteados por Freud, trascienden la época aún en los llamados "open mind".

El abordaje del tema le compete tanto al analista, quien puede quedar tomado por algún prejuicio y por lo tanto esto incidir en cómo escucha y orienta la demanda de quien lo consulta, como a los analizantes, es decir quienes como sufrientes, se disponen a trabajar en un Psicoanálisis: ¿la modificación legal del tema de la infidelidad en el lazo conyugal, le aliviará encontrarse con lo que se llaman los "engaños", o "traiciones" de su compañero o pareja? ¿El fantasma de la "otra mujer" para una mujer o la función que comporta "el otro" para un hombre tomado por la pasión celosa dejan de tener lugar? ¿Qué se hable de sexo más fácilmente, resuelve el apriete que para cualquier ser humano implica su cuestión sexual, su elección amorosa? ¿El acto sexual se verá exento de los síntomas que día tras día escuchamos en nuestro consultorio: la queja por la impotencia o la frigidez? ¿La posibilidad para "salir del placard" que la actualidad ofrece, le soluciona a ese sujeto comprometido en esa cuestión las inquietudes que comportan las decisiones sobre la elección sexual?

Seguramente que quien esté leyendo estas palabras advertirá que no.

La sexualidad sigue siendo un punto crucial en la relación al síntoma de cada humano en su existencia. Es un invariante en lo que hace a la determinación del sufrimiento subjetivo y al "malestar en la cultura", la sexualidad es lo que nos pone todo el tiempo "en aprietes": aún en la era de la pendiente liberal de constituir masas de "sujetos autónomos", sigue "resonando", pero para orejas que se sigan disponiendo y entrenando para escuchar, vacilaciones constantes: "¿soy lo suficientemente viril para esa mujer?, "¿soy una verdadera mujer?".

La pretendida liberalidad chocará con la imposibilidad estructural que impone una "sujeción" en la que los sujetos se encuentran como consecuencia de haber sido deseados o no deseados y por lo tanto el haber sido hablados y lo que se transportó por esa lengua.

Esto no excluye que los analistas debamos, como decía al principio, estar a la altura de estos cambios en el discurso de la época y de sus incidencias en aquello que no deja de insistir que es la incomodidad, las dificultades que encontramos en nuestra existencia, tome la figura que tome el malestar, según las modas con que el goce se viste.

Es una orientación que desprendemos de la enseñanza de Jacques Lacan: debemos estar a la altura de los sujetos con los que nos encontramos en una cura analítica, de lo contrario, la misma quedará restringida a unos pocos y el porvenir del psicoanálisis será solo una ilusión.

* Psicoanalista, Miembro de "freudianas". Institución de Psicoanálisis.

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