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Jueves, 28 de febrero de 2013
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Indagaciones al sexo y su discurso desde Lacan y el psicoanálisis

El goce y el deseo en el hoy

La autora de la nota, a partir de preguntas, esboza el recorrido del Curso sobre "La sexualidad en el siglo XXI" que dictará en tres clases en marzo en la Librería Homo Sapiens. La reinvención del deseo y la familia.

Por Graciela Giraldi*
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El goce masculino y el femenino no se relacionan. Destacado:

La pregunta ¿Qué es la sexualidad para el psicoanálisis? la he trabajado en cursos anteriores con docentes y uno de los efectos de ese trabajo con ellos lo he plasmado en un libro que di en llamar "La educación sexual escolar y los síntomas actuales".

Recuerdo que para abordar la cuestión de la sexualidad partíamos simplemente de lo que no es; no es el sexo anatómico, ni tampoco el acto sexual, porque por algo Freud habló de la sexualidad infantil y de su incidencia en relación a la vida erótica de cada adulto.

Más aún, en relación a la educación sexual escolar considero que no es algo nuevo para los maestros porque siempre se ocuparon de ello en su tarea civilizadora, no hay más que escucharlos cuando ellos se interrogan y responden con educación sexual de una manera siempre inédita en relación a tal o cual situación escolar particular.

¿Por qué recorté el tema en nuestro siglo? Porque se juegan nuevos paradigmas en la sexuación, y quiero dar otra vuelta a la cuestión que venía trabajando con los docentes, abriendo la interlocución a otras prácticas sociales como la médica, y otras que abordan las actuales problemáticas subjetivas de niños y jóvenes.

No estoy sola en mi investigación, son cuestiones que venimos trabajando en las escuelas de psicoanálisis de la orientación lacaniana que integran a la Asociación mundial de psicoanálisis. De allí que el argumento del curso lo hice partiendo de cuestiones que se enlazan a los sub﷓temas: "El amor en los tiempos del goce", que fue título de unas Jornadas pasadas de la EOL en la cual se localizaba la devaluación del amor a favor del goce, del derecho al goce de cada quien, pero también del empuje al goce del que testimonian los padecimientos actuales.

La pregunta "¿Ud se quiere casar?" es de la autoría de Roberto Galán, animador televisivo de un espectáculo en el cual él armaba parejas. Yo la apoyo en la revalorización actual del matrimonio del lado de las parejas de homosexuales y travestis que quieren armar una familia para tener niños, y los sueños de control que surgen por todos lados en relación a ¿quién cría a los niños?

Esto muestra que las nuevas conformaciones familiares, como los lazos de pareja, ya no están apoyados en el orden paterno o en la lógica edípica de papá y mamá. Hoy se sabe que es el niño quien arma la familia, como también que el deseo de tener un hijo es contemplado y asistido por la ciencia cuando natura no da. Por lo tanto, los psicoanalistas como los agentes de otras prácticas sociales no podemos permanecer ajenos a las problemáticas subjetivas del nuevo siglo que nos exige responder con ética y caso por caso.

Nos urge preguntarnos acerca de cómo se relacionan hoy los jóvenes, qué se juega en esa práctica del "tomar sin culpa" en los boliches, y en sus síntomas de adicción que se presentan al modo de epidemias: anorexia, bulimia, a las drogas tóxicas, al sexo. En la película británica Shame, el protagonista tiene una adicción al sexo huyéndole al enganche amoroso con una mujer o un hombre, no queriendo saber nada de la falta donde se apoya el deseo, quedando el sujeto subsumido por el empuje al goce desenfrenado y sin límites.

¿Es lo mismo decir sexualidad que sexuación? No, son diferentes conceptos psicoanalíticos. El de sexualidad es originario de Sigmund Freud, quien separó en planos opuestos al instinto sexual animal del apetito o del deseo sexual del humano. Y el término de sexuación fue elaborado por el psicoanalista Jacques Lacan enfatizando la elección que hace cada ser hablante de su sexo, la mayoría de las veces desde muy niño. Se trata de una elección forzada por las contingencias de la vida, donde nos jugamos por ser mujer u hombre más allá del sexo anatómico que nos tocó en suerte, más allá del género social al que pertenezcamos, y sin el acuerdo de nuestros ideales en tanto lo determinante de la elección es el goce del cuerpo.

Lacan situó en dos campos totalmente diferentes al hombre y a las mujeres en relación al goce: el goce masculino y el femenino no se relacionan para nada. Las bodas de la pareja del amante y del amado son en el plano del deseo y del amor, pero no en el goce. Es decir que con respecto a estos dos goces diferentes no hay correspondencia ni complementariedad. Esta cuestión es impecablemente tratada en la obra teatral Como quien oye llover, de Juan Pablo Geretto.

*Psicoanalista. Miembro de la EOL Rosario y de la AMP.

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