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Jueves, 6 de junio de 2013
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Diferencias entre melancolía, duelo y depresión neurótica

Cuando el sujeto se pierde

El psiconálisis comienza a establecer una etiología de la depresión, ya que antes, los estudios se limitaban a sus síntomas.

Por Julia Mengual*
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El padecimiento depresivo se conecta con el malestar en la cultura.

A la hora de preguntarse sobre qué es la depresión, se produce en general un deslizamiento, y la respuesta alude, en general a los síntomas. Es con el psicoanálisis que se comienza a comprender su etiología. Los estudios pioneros de Abraham desembocan en el artículo "Duelo y Melancolía", donde Freud se aboca al estudio de la melancolía (depresión psicógena), distinguiéndola del afecto normal del duelo, de las depresiones neuróticas, y de las de causas somáticas.

Establece la diferencia entre melancolía, duelo y depresión neurótica, (cuya causa común es la pérdida de un objeto de amor), basándose en los mecanismos de identificación, y en los tipos de elección de objeto.

En su relación con el mundo el Yo se va constituyendo. A partir de la polaridad placer-displacer, la relación es de amor-odio, ambivalente hacia el objeto. En tanto fuente de placer, el objeto es amado e incorporado al Yo, suprimiendo la existencia del objeto como algo separado. Superada la etapa narcisista se establecen relaciones del Yo con el objeto, ahora externo.

En el duelo, la elección se ha hecho conforme a la tercera etapa: la realidad acatada indica que el objeto se ha perdido, y se lleva a cabo un proceso de desprendimiento de la libido al mismo, que así queda liberada a disposición de una nueva elección. Todo el proceso alcanza su camino a la conciencia. El yo sabe a quién perdió y qué perdió con él.

En la melancolía, la elección de objeto se ha realizado sobre una base narcisista, ambivalente, y a su pérdida, la libido vuelve al Yo donde establece una identificación con el objeto, despertando la ambivalencia. El odio es vuelto al Yo, que se juzga a sí mismo como al objeto (pérdida de la autoestima). Se produce una doble regresión: de la elección de objeto a la identificación y por efecto de la ambivalencia, una regresión al sadismo y a la fase oral. Estas batallas de ambivalencia se juegan en el inconciente. Como resultado de la defusión instintiva, el componente destructivo se deposita en el superyó que a menudo logra empujar al yo a la muerte.

Las depresiones neuróticas de base obsesiva comparten dos premisas con la melancolía: la pérdida de objeto y la ambivalencia, pero falta el recogimiento regresivo de la libido. El objeto permanece externo al Yo, que se reprocha su pérdida.

El padecimiento depresivo se conecta con el malestar en la cultura. No cabe duda que las relaciones de desigualdad generadas (en contradicción con los fines que originan la cultura: distribución del poder entre los miembros de la comunidad, fundación del derecho y justicia igual para todos), va a crear condiciones desfavorables para el desarrollo y la satisfacción de objetivos en una cantidad de individuos. Si además, la cultura exige alcanzar ciertas metas que condicionan la valoración social, pero niega a la mayoría las herramientas necesarias, esto incide directamente en la autoestima de sus miembros (Tensión entre el Superyo y el Yo).

Para Freud, que no deja de considerar entre otras, estas cuestiones, la esencia del malestar radica en el sentimiento de culpa. Para el inicio y sostenimiento del desarrollo cultural se hizo necesario "reprimir, sofocar" las tendencias instintivas básicas surgidas de Eros y Muerte.

Distingue culpa de remordimiento, en tanto éste tiene que ver con una mala conciencia por un hecho efectivizado, y es siempre conciente. La culpa, que puede o no serlo, estaría ligada a algo que falta, algo que no se ha realizado (desde las expectativas y mandatos del Superyo-Ideal del Yo). Si la proyección de los Instintos de Muerte, como agresión, evita la autodestrucción, su retorno al Yo (como culpa) la favorece. Quizá la posibilidad de someter a juicio lo hasta ahora reprimido, sea el único medio de poder ir desterrando el sentimiento de culpa original, que por lo dicho, es absurdo.

*Docente de la Sociedad Psicoanalítica del Sur (Buenos Aires).

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