Los ep铆tetos empleados al pie de las p谩ginas web de algunos peri贸dicos suelen mentar expresiones injuriosas, xen贸fobas o discriminatorias que corren parejas con el militante anonimato que profesan sus autores. Desde esta perspectiva, los atroces linchamientos ocurridos en las calles de Rosario y Buenos Aires escasos meses atr谩s, constituyen el correlato de aquellas nominaciones a pie de p谩gina. En efecto, lo que distingue a la horda de vecinos honestos y asesinos que se agolparon para matar gente con el supuesto objetivo de restablecer el orden, es el car谩cter an贸nimo de su barbarie y la imposibilidad de brindar testimonio o compartir la experiencia.
Encontramos as铆 un puente de continuidad en los extremos del line que -desde el on hasta el off- transita nuestra experiencia cotidiana. En efecto, la ignominia -palabra cuya etimolog铆a remite a perder el nombre parece vertebrar un oscuro eje entre el cuerpo y la virtualidad, entre "la realidad" y el ciberespacio: inquietante articulaci贸n que nos acerca a la conclusi贸n seg煤n la cual cuanta m谩s exposici贸n imaginaria menos r煤brica simb贸lica.
Un ejemplo de esta degradaci贸n que empobrece la palabra figura en Relatos salvajes, la pel铆cula que ha concitado el inter茅s del p煤blico bajo el lema: todos nos podemos descontrolar. Porque, si bien en casi todos los cap铆tulos que exponen hechos de demencial violencia los protagonistas ponen la firma a cada uno de sus actos -incluso hasta el punto de morir en su desquiciado intento, la excepci贸n est谩 en el relato del padre que, con el fin de salvar su buen nombre y honor, soborna a un funcionario judicial para que nada se descontrole. Se trata entonces de la saga de una familia que, con el fin de mantener el orden, se constituye por lejos en la historia m谩s salvaje y controlada de la pel铆cula. Una vez m谩s queda claro que la ra铆z de toda violencia es simb贸lica.
Convendr铆a indagar, entonces, la naturaleza de esta degradaci贸n del nombre presente en las redes sociales, las historias de ficci贸n y los horrores que la gente "honesta" comete escudados en el anonimato. Quiz谩s no sea casualidad que al hablar de nudo social, Lacan distinga el Nombre del Padre del "nombrar para" (1), cuya desquiciada deriva conduce a una "degeneraci贸n catastr贸fica" al servicio de un "orden de hierro".
Desde esta perspectiva, me pregunto entonces si nominar como personalidad destacada de la cultura a un animador de televisi贸n que hace de la cosificaci贸n de las personas, las banalidades y el mal gusto el leit motiv de su programa, no es un signo de este "nombrar para" que degrada la palabra al servicio de un "orden de hierro".
* Psicoanalista. Fragmento texto publicado en www.elsigma.com
1) "驴Acaso ese "nombrar para" no es el signo de una degeneraci贸n catastr贸fica?
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