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Jueves, 31 de marzo de 2016
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El Taller de cine no pasa películas: busca al espectador emancipado

Mirar y reflexionar en lugar de ver

Uno de los espacios de la Escuela de Psicoanálisis Sigmund
Freud Rosario propone filmes a quienes estén interesados en
los cruces entre el discurso del psicoanálisis y del arte.

Por Analía La Rosa*
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Mommy, de Xavier Dolan, es el primer título que proyectarán.

El Taller de cine es uno de los espacios de formación que la Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud-Rosario propone a quienes estén interesados en los cruces entre el discurso del psicoanálisis y el discurso del arte. Es un dispositivo que consta de dos momentos: el primero, abierto a la comunidad y gratuito, consiste en la proyección de una película acompañada por una breve presentación que acerca algunas claves de lectura. El segundo momento es el tiempo del trabajo crítico/clínico: tomamos tres encuentros en la sede de la Escuela para desarrollar los interrogantes suscitados por la película, y para poder plantearnos, además, algunas de las dificultades que nos ofrece la práctica.

Este año, el Taller de cine vuelve con la propuesta -en su cuarta edición- de acercarnos, por medio de las proyecciones, a los tiempos turbulentos de la pubertad y de la adolescencia. A ellas nos asomamos desde el 2013 a través de una filmografía cuya intensidad y complejidad estimularon el trabajo posterior, con el plus de que muchas de las películas no habían pasado por el circuito comercial, o lo habían hecho fugazmente. Esto no es un detalle menor; nos autorizamos a seleccionar materiales que interrogan a través de estéticas novedosas.

Entonces decimos: no pasamos películas (daremos algunas razones). La primera: tiene que ver con los tiempos que corren, y con lo que pasa, nos pasa y no pasa en ellos. En una época donde lo nuestro es pasar, tantas veces puro pasar sin hacer caminos ni siquiera sobre la mar (Antonio Machado 'reversionado'), el Taller de cine propone trabajar con imágenes que no pasan, si pasar estuviera asociado a la condición de fugaz.

La segunda tiene que ver con una posición: pasar películas puede presuponer a alguien que espera algo para ver. Como dice Ranciére en El espectador emancipado (lo dice sobre el teatro, pero nos tomamos la atribución de ampliar el campo de su palabra) el Taller entiende al cine como un espacio de acción llevada a su realización por unos cuerpos en movimiento frente a otros cuerpos vivientes que deben ser movilizados. Cuerpos, sigue Ranciére, que pueden haber renunciado a su poder. Pero ¡cuidado!, sólo por poco tiempo. Después este poder es retomado, reactivado en la performance de los primeros, en la inteligencia (...) y en la energía que ella produce. ¿Acaso no es ésta la virtud original de un espectáculo? El Taller de cine propone no ya un espectador, sino un sujeto que, en lugar de ser seducido por las imágenes como un voyeur, sea un participante activo subvirtiendo la dormidera de la mera observación, para pasar de ver a mirar.

La tercera: El Taller de cine no pasa películas porque está organizado dentro de los espacios clínicos -en las propuestas de la EPSFRos- por esa afinidad entre la crítica y la clínica, ambas como espacios de reflexión sobre prácticas culturales y psicoanalíticas; en él nos dejamos enseñar por las emergencias artísticas (como ya lo hacían Freud y Lacan), e intentamos poner a dialogar nuestros interrogantes con una producción simbólica (en este caso el cine, pero no sólo) y algunos conceptos del psicoanálisis. Las proyecciones del Taller de cine de la EPSFRos tendrán lugar en el ECU (Espacio Cultural Universitario). La primera será Mommy, de Xavier Dolan, el miércoles 20 de abril a las 19:30.

*Miembro EPSFROS.

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