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Jueves, 7 de julio de 2016
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Sobre la reedición de "El hombre de arena", de Hoffmann

Otro motivo para volver a leer a Freud

Por Juan Picón*

El hombre de arena, de Hoffmann, fue escrito en 1815 y corregido años más tarde. En el relato se mezclan recuerdos e impresiones de infancia del autor, con motivos autobiográficos y elementos tomados de estudios sobre psiquiatría. Hoffmann consultó obras del psiquiatra francés Philippe Pinet (1745-1826) y utilizó para la caracterización de Coppelius y de Nataniel, en particular para este último, la relación que subraya Pinet entre ideas fijas e impulsos asesinos.

En su forma primitiva, aparecían circunstancias que Hoffmann eliminó posteriormente del relato: así, en el episodio de la muerte del padre, Hoffmann hace que Coppelius asesine también a la hermanita de Nataniel; eliminó este detalle porque menoscababa el efecto de la catástrofe posterior. La escena final en la torre también sufrió variaciones de importancia: en la primera versión, es Coppelius mismo el que desde abajo insta a Nataniel a que se arroje.

Freud, en 1919, cuando escribe Lo Siniestro, dice: "(...) es raro que el psicoanalista se sienta inclinado a indagaciones estéticas. Por más que a la estética no se la circunscriba a la ciencia de lo bello, sino que se la designe como doctrina de las cualidades de nuestro sentir. Es verdad que el psicoanalista trabaja en otros estratos de la vida anímica, y tiene poco que ver con los sentimientos, que son el material de la estética. Sin embargo, hay un terreno determinado de la estética, descuidado, marginal, que debería ser transitado." Así es que, tomando este cuento de Hoffman, para él maestro de lo ominoso y creador de la literatura llamada fantástica, inicia un recorrido que lo lleva a diferenciar lo horroroso, lo siniestro, dentro de la angustia.

Siguiendo este camino, Lacan agrega: "No es por nada que Freud insiste sobre la dimensión esencial que da a nuestra experiencia del Unheimlich el campo de la ficción. En la realidad ella es demasiado fugitiva y la ficción la demuestra mucho mejor, la produce incluso de una manera más estable por hallarse mejor articulada. Es una especie de punto ideal, pero cuan precioso para nosotros, ya que a partir de él podremos ver la función del fantasma".

En el Seminario "La angustia", en la clase del 28 de noviembre de 1962, dice: "...Les ruego que de aquí a la vez que viene se tomen el trabajo... de releer el artículo sobre lo Unheimlich (Sigmund Freud, "Lo ominoso", 1919). Es un artículo que nunca, nunca he oído comentar, y del que nadie siquiera parece advertir que es la clavija absolutamente indispensable para abordar la cuestión de la angustia."

En la clase del 5 de diciembre de 1962, retoma el artículo: "...Lo primero que les saltará a la vista incluso en una lectura superficial, es la importancia que da Freud a un análisis lingüístico. Si no fuera notorio por doquier, este texto bastaría por sí solo para justificar el predominio que en mi comentario de Freud otorgo a la función del significante. Lo segundo que les saltará a la vista, cuando lean aquello por lo cual Freud introduce la noción de Unheimlich, es que la exploración de los diccionarios en lo concerniente a esa palabra da como definición de Heimlich la de ser lo Unheimlich. Se trata de lo que es heim al punto de ser unheim".

En el margen-Revista de Psicoanálisis, reedita este cuento esperando que sea un motivo más para volver a leer a Freud.

*Editor En el Margen. Revista de Psicoanálisis.

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