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Jueves, 5 de abril de 2007
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LA GUERRA UN ESTADO EXTRAORDINARIO Y DE EXCEPCIÓN

Los sujetos en pleno combate

Esta nota se basa en material clínico extraído de los grupos terapéuticos de veteranos de Quilmes y Avellaneda. Cómo se repiten en sus sueños, una y otra vez, situaciones traumáticas.

Por Graciela Pérez *
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"Para mí fue un crack, un antes y un después. No pasa un día en que no esté en Malvinas". La capacidad errante de la libido, le permite regresar a puntos históricos de fijación.

"Una guerra es muy difícil de explicar si no es vivida. La guerra es algo real, no es una película...es una ruleta rusa: la vida te la maneja otro, las bombas no tienen ni nombre, ni apellido. Bombardeos, incertidumbre, estar prisionero...inseguridad permanente. Es como que uno no sabe qué va a pasar, dónde está el peligro, hay que estar alerta. Te sentís vulnerable...no se estaba preparado para nada...Era duro, angustiante. Estás esperando que la suerte o el destino te caigan... ¿Qué nos espera esta noche?... Psicológicamente te va desgastando... ¡haber zafado una noche! La supervivencia es lo más atroz que puede haber, estar entre la vida y la muerte, o más cerca de la muerte. Era en esos momentos que recordaba mis 18 años todos de golpe. ¿Por qué justo a mí me tocó vivir esto?... Bronca, rencor, resentimiento. Creo que a los 18 años crecimos de golpe. En Malvinas dejamos nuestra inocencia, nuestra juventud, maduramos a la fuerza. Fuimos como pibes y volvimos viejos, veteranos".

La guerra, como emblema de una situación límite, representa un "estado extraordinario", "estado de excepción". Los veteranos de Malvinas son los testigos actuales de ese estado de excepción. Son ellos las excepciones.

Sujetos a los efectos traumáticos del campo de batalla, el trauma impresiona en sus relatos. El peligro, la sorpresa, la falta de preparación, la amenaza permanente para la propia integridad física y psíquica, el azar, la contingencia, la angustia como reacción del yo frente al peligro revelan el encuentro con lo real del trauma. Encuentro con algo no previsto, fuera de todo cálculo, mal encuentro con el horror, cita fallida con lo Real. Encuentro a destiempo, que acontece demasiado temprano para los chicos de la guerra.

"Malvinas fue un crack en mi vida; hay un antes y un después...Es muy raro que no esté en Malvinas algún día...Tengo sueños con Malvinas, pesadillas, recuerdos... Malvinas nos identifica...Cada uno tiene su propio rollo, ha dejado secuelas...Es como que me jorobó la vida ser veterano de guerra; es necesario cerrar la llaga y aprender a convivir con esa llaga".

A través del padecimiento subjetivo es posible discernir que han quedado suspendidos en cierto período de su pasado. Repiten en sus sueños, una y otra vez, aquella situación traumática. Las neurosis traumáticas, de guerra, el estrés postraumático son diferentes nominaciones diagnósticas que resaltan la fijación al momento del accidente traumático.

Hay algo en el pasado que ha ocurrido bajo la forma de evento o de fantasma, de ahí la importancia de las vivencias accidentales externas capaces de despertar o activar lo pulsional interno. El factor sorpresivo del trauma radica en el choque imprevisto, accidental entre lo pulsional y el acontecimiento externo, entre la fantasía pulsional y la fantasmática del hecho, entre la disposición por fijación y el vivenciar subjetivo. Ese accidente produce trauma. La realidad psíquica se instala entonces, a modo de banda de Moebius, entre la fantasía y el mundo exterior.

La capacidad errante de la libido, su plasticidad, le permite caminar, deslizarse regresando a los puntos históricos de fijación y atracción. La libido tiene pasado, historia. Los restos de fijación funcionan como puntos de atracción, de interés que guardan la memoria del trauma, del goce. Los síntomas son restos de una elaboración fallida del trauma que conmemoran los permanentes bombardeos, los ataques del enemigo. Cicatrices, secuelas de la guerra archivan las heridas narcisistas que esconden y develan el daño padecido.

"Fuimos engañados a Malvinas, fuimos carne de cañón. Yo le echo la culpa a Galtieri porque mandaba gente a pelear con armas viejas...Yo no, le echo la culpa al pueblo por haberlo apoyado y porque hubo una traición de la gente...Reniego de lo que no pude decidir, de lo que me impusieron contra mi voluntad. No me consultaron...La relación cuadro﷓soldado es muy humillante... Que se caguen, son soldados. El más grande verduguea al más chico...Teníamos que hacer guardia para que ellos descansaran. Les teníamos más bronca a ellos que a los propios ingleses."

El maltrato despiadado, de falta de amor por parte de los superiores, la pérdida de protección y cuidado del Estado, del gobierno, la falta de reconocimiento, el mal azar de la bala perdida, estar a merced de la pura contingencia, son pruebas del desamparo más radical. Estas representaciones se empañan con los afectos actuales de rencor, bronca, resentimiento que enfatizan los tonos de reclamo, reproche y protesta. En la actualidad de la transferencia, al modo del juego de los niños, repiten activamente lo padecido pasivamente.

"En la sociedad se vive lo mismo que en Malvinas: desamparo, muerte, abandono. Olvido y abandono de parte del Estado, del gobierno. Los suicidios son por algo...No quiero que el veterano de guerra sufra mas...La guerra fue una traición que costó vidas. El olvido apunta a la traición. Para mí es importante que no haya traición...Hay una deuda con nosotros. La sociedad nos debe, esa deuda no tiene precio...Siempre va a haber algo por qué luchar, siempre va a haber un reclamo. Mal o bien somos una molestia, un gasto...Cuando te mandaron a la guerra eras el mejor, cuando volviste perdiste la guerra...Ofrecí mi vida a la sociedad. Nos sentimos diferentes los veteranos, como representantes de una élite, un clan permitido a los seres superiores. Elevarte por haber ofrecido tu vida".

En su artículo "Las excepciones", Freud da fundamento a quiénes se presentan bajo la figura de la excepción. Alude que quienes se proclaman como tal, fueron afectados en su temprana etapa de la vida por una vivencia o sufrimiento, vivido como un injusto perjuicio y del cual se declaraban inocentes. A causa de la injusticia cometida por este dañino perjuicio se reclaman privilegios sobre los demás seres. Exigen ser eximidos de ulteriores requerimientos o situaciones desagradables ya que han sufrido bastante, al punto que una Providencia Particular los protege de sacrificios dolorosos y vela por ellos. La pretensión de la excepcionalidad se basa en los factores de daño, de perjuicio, exigiéndose un total resarcimiento por las tempranas afrentas al narcisismo, al amor propio. Los reclamos de resarcimiento, la rebeldía, son actitudes que contribuyen a agudizar los conflictos en el desencadenamiento de las neurosis.

En el mencionado artículo, Freud nos anticipa: "Si del enfermo se exige así una renuncia provisional a alguna satisfacción placentera, un sacrificio, una aquiescencia a aceptar por un tiempo un sufrimiento a cambio de una finalidad mejor, o aún sólo la decisión a someterse a una necesidad que vale para todos, se tropieza con individuos que con alguna motivación particular se revuelven contra esa propuesta....los argumentos del médico nada consiguen, pero también su influencia fracasa al comienzo...".

El perjuicio alude al daño, la falla, la privación. Sujetos que caen bajo la castración y que se ubican en relación a la falta desde el lugar de la reivindicación. Los sujetos dañados, en desventaja reclaman socialmente los derechos que les corresponden, y es esto lo que va configurando su ser, dando consistencia al rasgo de carácter.

Para el sujeto perjudicado, el trauma se inscribe a través de una falla narcisista, carga de sufrimiento que puede llevar a la deformación de carácter. Esta falla en el narcisismo abre una relación con el ideal. Mientras que el perjuicio apunta a lo incompleto, el ideal rellena la falta con los objetos más preciados, revitalizadores narcisistas que potencian la existencia del sujeto, haciendo remiendo de esa falla, de ese defecto. La idealización de la herida, del perjuicio reaparece como estrategia subjetiva de supervivencia. La propia falta es elevada a la categoría de ideal y revestida con los emblemas identificatorios. ... (Y sigue).

*Psicoanalista. Fragmento del artículo publicado en Primera Comunidad de Psicoanálisis.

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