Creo que muchos de ustedes deben saber que hubo una polémica a propósito de una carta de Oscar del Barco, a propósito de la cual, sobre la violencia especÃficamente, se suscitaron discusiones en varios niveles, y nos interesó la carta a la gente de Conjetural, del consejo de redacción de Conjetural, no porque estuviéramos de acuerdo con ella, sino porque nos parecÃa, que como se dice en la presentación, aunque juzgamos que estaba equivocado, la equivocación no está equivocada, hay algo ahà que hace sÃntoma en la sociedad argentina, y me pareció que era importante introducir, no dirÃa, no sé si la perspectiva del psicoanálisis, porque a ninguno de nosotros nos interesaba ni nos interesa hacer eso que se llama desdichadamente "psicoanálisis aplicado", pero sà algo que nos atraviesa como sujetos, ¿no?, sujetos de la polis, y que al mismo tiempo no deja de interpelarnos como psicoanalistas porque precisamente el problema del crimen es un problema esencial en el psicoanálisis.
¿Cómo presentar? Yo voy a presentar rápidamente qué fue eso, para a partir de ahà plantear justamente algo que tiene que ver con el nexo mismo que indican esquemáticamente estas palabras Erótica y violencia del Otro.
La polémica se suscitó a propósito de un número de la revista La Intemperie, una revista cordobesa dirigida por Sergio Schmucler, y que en los números 15 y 16, de octubre y noviembre de 2004, publicó un reportaje a Héctor Jouvet, quien hace el relato sobrecogedor, estoy leyendo textualmente, del asesinato de dos combatientes cometido por sus propios compañeros, integrantes de un foco guerrillero, pertenecientes al Ejército Revolucionario del Pueblo, éste era el tÃtulo que se daba, bueno, en la década del sesenta.
Del Barco que lee estos dos números, envÃa al director de la revista Schmucler, una carta. Es esa carta la que nos interesó, aunque cabe decir, está por salir un libro con toda la discusión sobre el texto de del Barco, y las contribuciones son inmensas (1). Incluso algunas ya directamente no atacan a del Barco, o defienden a del Barco, sino atacan o defienden a los interlocutores, por ejemplo, salió una nota que me pareció bastante espantosa de Tomás Abraham, que me sorprendió mucho, donde nos calificaba de stalinolacanianos, nueva calificación, pero esto da una idea de la virulencia que tuvo la polémica, y quizá aquà aparece algo que podemos llamar en un sentido estricto, verdadero.
Del Barco dice que se conmovió profundamente ante la muerte injusta y estúpida, y efectivamente fue ambas cosas de estos dos guerrilleros, una fantasÃa de guerrilla, porque no sé si ustedes saben, ese grupo que era el de Masetti, se perdió en la selva, y se murieron de hambre y de sed, o escaparon el resto, y ni siquiera la policÃa se enteró que existÃan. Fue algo bastante terrible, ¿no?, en la década del sesenta. Pero bueno, ese fusilamiento, que en realidad fue un crimen, liso y llano de los dos, en un clima que después habrÃa que hablar, ¿no?, de lo que fue ese momento en Argentina, pero no es mi propósito en este momento. Le provoca una reacción a del Barco que envÃa una carta al director, y dice que "ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay 'causas' ni 'ideales' que sirvan para eximirnos de culpa". Y agrega: "Más allá de todo y de todos, incluso hasta de un posible dios, hay el no matarás". ¿No? Esta es la consigna fundamental de la carta, no matarás, y luego hay una observación fundamental de él, digo fundamental, porque yo creo que toda la polémica, en la que participamos tres, desde el lado de Conjetural, Jorge Jinkis, yo y Eduardo Grüner, gira en torno a esto que él sostiene: "El principio que funda toda comunidad es el no matarás. No matarás al hombre porque todo hombre es sagrado y cada hombre es todos los hombres. La maldad, como dice Levitas, consiste en excluirse de las consecuencias de los razonamientos, el decir una cosa y hacer otra, el apoyar la muerte de los hijos de los otros y levantar el no matarás cuando se trata de nuestros propios hijos". Y luego señala los crÃmenes de un lado, los crÃmenes del otro. Él dice que no adhiere a la teorÃa de los dos demonios pero que algo de esto está en juego, porque ningún asesinato es justificable.
La polémica se extendió, porque él respondió a lo nuestro, en un clima, que bueno, por momentos adquirió bastante voltaje. Nosotros volvimos a responder y ahà yo creo que se cerró, y al menos se agotó el capÃtulo... En la polémica aparecieron cosas decisivas, donde las cuestiones de la ética y de la polÃtica, en tanto, de algún modo, implican al psicoanálisis, me parecÃan extremadamente decisivas.
* Psicoanalista. Licenciado en FilosofÃa. Docente UNR. El fragmento publicado inicia la intervención.
(1) La polémica a que alude será publicada en su totalidad.
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