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Lunes, 12 de noviembre de 2007
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SIETE DIAS EN LA CIUDAD

En Rosario nadie baja del auto

El transporte público que no levanta eficacia ni confort y los taxis que cada vez son más caros y difíciles de encontrar; hacen que los sectores medios de la ciudad sigan eligiendo llegar al centro en sus vehículos particulares. A pesar del incremento de los estacionamientos y combustibles, la costumbre está tan arraigada que perdura.

Por Leo Ricciardino

Aunque tanto Hermes Binner como Miguel Lifschitz se han manifestado en numerosas oportunidades como "enemigos" del auto; en la práctica poco pudieron hacer ambos intendentes por desalentar el uso de los mismos y evitar llegar así a una situación que hoy se ve cada vez más grave. Si bien en ambas administraciones se urdieron planes para mejorar el servicio de transporte y, en esta última gestión, se concretaron importantes inversiones para llevar adelante la empresa Semtur y La Mixta -que recién está arrancando-; en realidad ambas concreciones tienden a suplir sólo la crisis del sistema de transporte pùblico de la ciudad caído en desgracia a partir de la quiebra de la mayoría de las 30 empresas que llegaron a prestar el servicio en Rosario.

Pero en lo que no se ha podido avanzar, porque es el tramo más difícil, es en el proyecto de convencer a los rosarinos de que lo mejor es dejar su auto en el garage de casa y llegar al centro y macrocentro en transporte público. Y esa es la apuesta más difícil porque está relacionada con una cuestión cultural por un lado y con los malos servicios por el otro.

En los países desarrollados los transportes rápidos y eficaces son moneda corriente y por eso el auto queda reservado -en su gran mayoría- para los fines de semana. Por lo menos en ciudades de Europa, distinto es en Estados Unidos donde el diagrama de grandes carreteras hace que el automóvil sea poco menos que insustituible. Pero el esquema de nuestras ciudades -de ésta en especial- es el tramado europeo. Las calles no son tan anchas y las avenidas tampoco son tantas y tan espaciosas. Así que el flujo de vehículos se va haciendo cada vez más difícil a medida que aumenta el parque automotor y la ciudad es la misma de hace 50 años, cuando lo coches eran muchísimos menos.

En la edición de ayer de Rosario/12 un especialista en transporte lo ejemplificaba con un caso: Todos los empleados de Tribunales que cada día sacan sus autos para recorrer las 10 o 20 cuadras que separa el trabajo de sus casas. Dan muchas vueltas para conseguir estacionar en la zona del parque Independencia -generando una enorme polución y dejando un capital importante expuesto a las inclemencias del tiempo y de la inseguridad- cuando sería más sencillo recorrer ese trayecto fijo ida y vuelta con un buen servicio público. Pero sucede que nadie camina dos o tres cuadras para tomar un colectivo si no lo tiene más cerca. Y además, la frecuencia no es buena y no garantiza llegar a tiempo al trabajo. Este es un ejemplo como miles que podrían darse de gente que llega al centro o macrocentro a un trabajo fijo para el que no necesita el vehículo durante todas esas horas que dura su jornada.

Pero a ese vehículo hay que darle un lugar para estacionar durante todas esas "horas muertas". Cómo será de arraigada la costumbre y la fobia al colectivo o a los taxis que se gasta una enorme cantidad de dinero diaria para llegar con un auto al lugar de trabajo.

A partir de allí se genera toda esta polémica del microcentro o de las zonas del estacionamiento medido y ahora, se suma el tema de las cocheras nocturnas para guardar el auto. Ahora el concejal Carlos Comi presentó un proyecto que pretende obligar a las playas de estacionamiento del centro a funcionar también como cocheras nocturnas ante la crisis que existe para dejar los vehículos al resguardo en esa zona. Donde hay largas listas de espera por un lugar bajo techo y donde los precios de alquiler siguen subiendo al ritmo de la demanda.

Como se ve, el auto es muy caro, pero es un lujo que para muchos no tiene alternativas. Y por el momento, los automovilistas quizás prefieran ahorran en otro rubro, pero no en traslado. Y esto, evidentemente, será un problema en crecimiento para la ciudad.

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