La reunión del jueves pasado en la Casa Gris entre los dirigentes de las cuatro entidades del campo y el gobernador Hermes Binner, pudo haber sido el último acto institucional en medio de un conflicto que parece entrar en un cono de sombra. El gobernador esperó en su despacho a los cuatro dirigentes con un comunicado ya elaborado en el que no sólo destacaba la necesidad de respetar "la democracia y la institucionalidad" sino que instaba al diálogo a través de una figura significativa: "No se siembra trigo durante la guerra", sentenció Binner. La cara de Eduardo Buzzi y sus colegas a la hora de leerle el documento a la prensa lo decÃa todo. La figura de mayor rango institucional que apoyó las demandas del sector agropecuario desde el primer momento ya no los acompañaba como ellos esperaban -incluida la negativa a bajar de su despacho y hablar ante la movilización de tractores y camionetas- y fue por ello que los que antes veÃan al dirigente socialista como uno más de ellos, ahora lo insultaban. Cerca del gobernador le restaron importancia a esas reacciones, y sà en cambio destacaron que era insostenible mantener las mismas medidas frente a un cambio de escenario como el que propició el discurso de Cristina de Kirchner en la asunción de su marido como Presidente del PJ, tanto como el silencio del ex-mandatario. Asà lo vio también -aunque después del santafesino- el gobernador cordobés, Juan Schiaretti que anteayer se sumó al pedido de levantar el paro ratificado el dÃa anterior. Hasta el tratamiento periodÃstico de los grandes multimedios parece haberse modificado, sin que el gobierno haya "concedido" lo que las entidades reclamaban. La otrora cuestión "técnica" entorno a la segmentación de las retenciones ya pasó a la historia y la discusión excede claramente el reclamo sectorial original. Es la primera vez que una crisis polÃtica tiene derivaciones económicas. En la Argentina la costumbre inveterada permitÃa observar lo contrario: una crisis económica que derivaba en una hecatombe polÃtica -basta recordar el final de los gobiernos de Raúl AlfonsÃn y Fernando De la Rúa-.
Este tembladeral en el que parece estar sumergido el paÃs se da después de 70 meses de crecimiento ininterrumpido, con los Ãndices de pobreza e indigencia más bajos en décadas y con la mayor tasa de empleo en el mismo tiempo. Sin embargo, el gobierno aparece como contra las cuerdas después de dos meses de tironeos no ya con obreros o sus representantes, sino con sectores en principio que responden a intereses tan contradictorios que solo la torpea e ignorancia de quienes elaboraron el esquema original de retenciones -que ya se ha modificado- podÃa conseguir unificar. Cabe destacar a esta altura que de los más de 60 mil productores que estarÃan en condiciones de tramitar el reintegro sólo 120 (léase bien, ciento veinte) hicieron el trámite que exige únicamente tener los papeles de AFIP al dÃa. Y este es un punto central para el futuro, y los productores agropecuarios lo presienten. El "negreo" es una práctica habitual, y tiene efectos económicos que van mas allá de la no-recaudación del Estado. Sin ir mas lejos el famoso 'boom inmobiliario" en la Argentina se da sin créditos hipotecarios. Un caso excepcional en el mundo, donde sucede exactamente al revés -la crisis de EE.UU. es el ejemplo más claro-. No hay correspondencia entre la declaración impositiva y la inversión inmobiliaria de chacareros que compran edificios enteros "desde el pozo" o departamentos a estrenar al contado a 1500 dólares el metro en la "lÃnea del rÃo", o poco menos que eso en el centro de Rosario. Esa estampida hace inalcanzable una vivienda para un asalariado de ingresos fijos, y pone por las nubes el precio de los alquileres.
Frente a esto el gobierno elabora y anuncia ineficaces acuerdos de precios y se dedica a proyectar trenes bala -en el mejor de los casos innecesarios- y cede la iniciativa polÃtica. "Cuando esto se arregle, en un mes vuelve todo a su lugar, sigue el consumo, y el año que viene con los datos de la economÃa como va, volvemos a ganar las elecciones", dice un dirigente del FPV que relativiza la pérdida de imagen de Cristina -que retrocedió más de 30 puntos- y lo que es más grave se muestra despreocupado por la espiral inflacionaria que ya es inocultable.
Sin saber cómo se sale de este callejón, en el gobierno imaginan el futuro inmediato -ya fuera del conflicto- y particularmente proyectan cambios en las entidades del agro antes que en staff oficial. Y algo de razón tienen, sobre todo si se presta atención al modo en que se desarrollaron los acontecimientos y a las mutaciones de algunos de los protagonistas del paro, que como suele suceder dejó en evidencia la coherencia de los sectores más poderosos como el que representa Luciano Miguens, que se mantuvo en un deliberado segundo plano (en la exposición mediática) y se sirvió de los utilitarios dirigentes de la Federación Agraria que subÃan la apuesta "por el bien de todos". Es muy probable que Miguens siga en sus cosas después del conflicto y no asà Buzzi al frente de la FAA y algún otro de sus colegas, que avanzaron más allá de los reclamos sectoriales para internarse en las aguas profundas de la polÃtica donde generalmente los peces grandes se devoran a los mas chicos. Sino que le vayan a preguntar al Ingeniero Blumberg, ¿me entiende?
En Santa Fe, el conflicto posibilitó la resurrección de Carlos Reutemann, que ha generado expectativas polÃticas impensadas un par de meses atrás. Ahora el "reutemismo residual" que estaba buscando su lugar bajo el sol parece haberlo encontrado en la estancia de Llambà Campell, a caballo de la protesta. Y asà como centenares de Intendentes priorizaron su vÃnculo con la comunidad antes que la disciplina partidarias, otros intentaron la peligrosa navegación a dos aguas y menos aún se pusieron al lado del gobierno nacional. Pero eso es ahora, el año que viene, cuando haya elecciones, puede pasar que se cumpla la profecÃa del dirigente para quien "en un par de meses nadie se acuerda más" o puede que Santa Fe potencie su perfil diferenciado. El nombre de Hermes Binner ya tiene plafón nacional. Puede llegar a liderar la oposición precisamente porque tiene responsabilidad institucional antes que autoproclamarse como un mesÃas. Para eso, aunque parezca un contrasentido, no debe "picar en punta". Debe afianzarse en su gestión y consolidarse en su espacio polÃtico. La construcción de una alternativa -de eso se trata- suele ser más compleja y rigurosa que el entrenamiento de un "francotirador" que puede derribar al que está en frente pero jamás ocupar su lugar.
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