Los dirigentes del campo habÃan elaborado una nueva teorÃa parlamentaria, una suerte de flamante doxa para el legislador moderno tanto en Diputados como en Senadores. Según este nuevo decálogo surgido al calor de las banquinas estos representantes debÃan levantar sus manos sólo de acuerdo "al pueblo que los habÃa votado". Cabe aclarar que aquà la palabra "pueblo" no se refiere al conjunto de los intereses mayoritarios, sino a una población de menos de 10 mil habitantes -para el caso de la provincia de Santa Fe- es decir, para las localidades que componen el corazón sojero de esta y otras provincias. Nada de mayorÃas ni denigrantes disciplinas partidarias, a las que el peronismo -y el Frente para la Victoria con mayor enjundia- son tan impúdicamente proclives. En realidad, ese fue siempre un problema para el peronismo en todos los momentos de su historia: su tan ostentosa y poco cÃvica mayorÃa.
Resulta que esta semana que pasó hubo un caso del parlamentarismo local en el que se volvió a dar el dilema de las mayorÃas. En el Concejo Municipal de Rosario la mayorÃa -abultada por cierto- no es peronista. Asà que este viene siendo también un problema de mayorÃa que el socialismo tiene en Rosario en base a esos artilugios llamados elecciones, que para el caso viene ganando de una en una.
Claro que en el tema no eran los millones de las retenciones sino el problema de los miles de viajes diarios en el transporte urbano de pasajeros de la ciudad que, a partir de la aplicación de las mayorÃas, cientos de miles de rosarinos comenzarán a pagar a 1,60, lo cual multiplicado por dos hijos y por cuatro viajes diarios, para una familia no deja de ser un rubro a considerar dentro de la economÃa del hogar.
Resulta que esta mayorÃa no pudo aplicarse merced a que la oposición era necesaria para dar quórum y para sentarse en sus bancas exigÃa la presencia de un concejal del oficialismo llamado Juan Rivero. Un veterano de las lides polÃticas, ex preso polÃtico comprometido con causas populares y habitante de las barriadas de la zona oeste. Pero Rivero estaba internado asà que todo se postergó para la semana que empieza. Este concejal ya adelantó su abstención sobre el aumento de la tarifa, pero lo importante es que el hombre haga número para conformar a la oposición y posibilitar que el oficialismo imponga su voluntad.
Rivero vota a conciencia, respetando incluso los intereses de populosas barriadas de la zona oeste. El resto de los ediles del socialismo responderán a los intereses del intendente que argumenta necesitar el aumento para sostener el sistema de transporte. ¿Cómo es entonces este dilema de las mayorÃas y minorÃas?, ¿va de acuerdo al partido al que pertenezcan?, ¿es mejor lo que hace Rivero o la oposición y el gasto polÃtico es para el Ejecutivo?
¿Qué recomendarÃa el campo y sus entidades en caso de que fueran ellos los dueños de los colectivos? También hay aquà una cuestión "federal" porque un micro en Capital recibe casi 4 mil pesos por mes más de subsidio que uno de Rosario. Sin embargo, ¿algún intendente del Gran Rosario le propuso a Lifschitz ir en masa a Buenos Aires a reclamar? El senador por Santa Fe Carlos Reutemann, ¿hizo alguna gestión por este tema?
Qué dura y arriesgada puede ser la tarea de un legislador, ¿no?
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