Siempre pensé que por mi condición de entrenador profesional, debÃa evitar opinar sobre la polÃtica interna de los clubes de fútbol. Sin embargo, en esta oportunidad, sabiendo que lo que suceda mañana tendrá consecuencias definitivas sobre el futuro de Ñuls, y no pudiendo olvidar todo lo que el club me ha dado, resulta indispensable para mà hacer una referencia pública relacionada con la vida democrática de la Institución.
Como es natural, los que tienen como parte de su capital afectivo el amor hacia los colores de una camiseta, exigen que se les reconozca la posibilidad de elegir a aquéllos que vayan a conducirlos. Saben además, que éste es el mejor recurso para evitar que los bienes de todos terminen siendo propiedad de algunos pocos.
No es mi objetivo calificar la gestión de quienes condujeron a Ñuls durante los últimos 14 años. El modo en que fue ejercido el poder durante tanto tiempo, ofrece a todos argumentos suficientes para juzgar la manera en que se actuó. Sà ejerzo, a través de esta nota, el compromiso personal de apoyar reclamos justos que han sido planteados en el marco de los derechos democráticos.
La actual conducción, habituada a saltear la ley en lugar de cumplirla, provoca irregularidades que limitan la participación societaria en lugar de propiciarla, afectando de ese modo la transparencia del próximo acto eleccionario. Como respuesta, se amplÃa cada vez más el compromiso popular en la búsqueda de un cambio. No se trata solamente de oposición partidaria, sino que se plantean también exigencias éticas y morales.
El espÃritu de la ley siempre ofrece una forma de evitar las injusticias que eventualmente puedan derivarse de su empleo. Por ello es difÃcil comprender por qué, las autoridades sà aplican las razones legales que dificultan la expresión de más de 20.000 asociados, pero no activan las causas que deberÃan impedir que el actual presidente pueda ser reelecto. Quienes a último momento, instrumentaron y permitieron esta especie de defraudación autorizada, tendrÃan que explicar a quién defienden y por qué lo hacen.
Todos deberÃamos entender que, cualquier intento por recuperar lo mejor de la historia ñubelista, comienza por lograr que sus próximas autoridades sean legÃtimas. Participar masivamente y de manera civilizada del acto de mañana, es la mejor forma de enfrentar la impunidad. Seguramente, el resto de la ciudadanÃa aprobará esta forma de actuar.
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