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Domingo, 16 de abril de 2006
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Cuando el cupo femenino se vuelve en contra

Por Roberto Sukerman*

Como escribió el filósofo cubano hace mucho tiempo: "me estremecieron mujeres, que la historia anotó entre laureles y otras desconocidas, gigantes, que no hay libro que las aguante". Empezamos con un homenaje y casi justificándonos dado que escribir sobre cuestiones de género es políticamente incorrecto para muchos desde la perspectiva masculina. En que te metes, me dirán con pretendida sabiduría. Podríamos reseñar la participación de la mujer en la historia universal y destacar a muchas luchadoras con y sin laureles, pero no es posible en este espacio. Somos fervientes admiradores de la causa feminista "integradora" como bien aclara nuestra Gorodischer para diferenciarla de la "separatista". Somos defensores de la igualdad de género, en serio.

Somos concientes de los prejuicios sociales contra la mujer y del machismo que impera en el mundo. La mujer, en la Argentina, no votó hasta que María Eva Duarte de Perón lo consiguió. La mujer no accedió a cargos legislativos masivamente hasta que la Ley de Cupo obligó a cubrir como mínimo un 30 % de los cargos con mujeres. No creemos conveniente cambiar la cultura social con leyes (obligarnos a hacer o a no hacer) pero parece que a veces da resultado como en estos casos, veremos que pasa con el hábito de fumar, por citar un caso reciente.

Pareciera que somos hijos del rigor. Si no hay obligación no hay conducta pretendida. Las normas morales, las buenas costumbres, parecen no existir en muchos casos. La ley apura lo que tendría que suceder naturalmente. Los "respetos" son porque lo marca la ley. Eso cuando la ley se cumple. Esta es la lógica del Cupo Femenino vista desde el punto de vista normativo.

Desde el punto de vista social se fundamenta en la igualdad de género y de oportunidades entre hombres y mujeres para ocupar cargos públicos. Es decir, se obliga a hacer justicia. Desde la reforma constitucional de 1994 el art. 37 C.N. establece: "La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral". A su vez, el art. 75, inciso 23 de la C.N. también agregó: "Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad". No nos parece saludable ubicar a las mujeres en esta enumeración de sectores más vulnerables.

Las acciones positivas son medidas legales desiguales para equilibrar situaciones que en los hechos son desiguales. La igualdad real significa tratar de igual manera a personas que se encuentran en las mismas circunstancias, es decir, igualdad a los iguales, dado que tratar de igual manera a los desiguales no es igualdad real. El cupo fue muy positivo desde el punto de vista de darles a las mujeres oportunidades de mostrarse en la arena política. Como con los hombres se vieron mujeres capaces e inútiles; honestas y corruptas.

Por ello, no es razonable el argumento de: gobernemos las mujeres que con los hombres miren como nos fue. El cupo como obligación legal no puede durar eternamente. Luego de 15 años de cupo ya es hora, no de elevar la cuota al 50 % sino, de pensar en eliminarlo. Si todo este tiempo no sirvió para que la mujer ocupe su lugar por mérito propio la ley fracasó.

Recordemos solo algunas mujeres en puestos claves en la actualidad sin cupo femenino. Dos ministras de la Corte Suprema, dos ministras del Ejecutivo nacional en puestos claves, primera mujer en la vicepresidencia primera de la Cámara de Diputados de la Nación, la Defensora General de la Nación, la vicegobernadora de nuestra provincia, una ministra de la Corte provincial, la senadora departamental por Rosario y algunas secretarías claves del Ejecutivo municipal.

A esto puede agregarse la pelea interna en la provincia de Buenos Aires en la elección de octubre de 2005 encabezada por dos mujeres, la líder de la oposición a nivel nacional y hasta la Jefa de la Policía provincial. Esto si bien es poco es una muestra del beneficioso avance de la mujer en la política que, a su vez, es solo una faceta de la problemática femenina. La mujer sin laureles que todos los días es discriminada por su condición debe ser apoyada en su lucha de igualdad por todos, no solo por las mujeres.

* Profesor de Derecho Constitucional U.N.R. [email protected]

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