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Lunes, 11 de junio de 2012
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Siete días en la ciudad

Tras la crisis desatada

Será ahora Raúl Lamberto el encargado de establecer si se pueden seguir los lineamientos de conducción política en seguridad pública que había establecido Corti, o por el contrario los jefes policiales vuelven a tener un peso exagerado en las decisiones. El increíble proceso que desató la inesperada crisis en el gobierno de Bonfatti.

Por Leo Ricciardino
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Todo el increíble proceso que desembocó en una crisis política inesperada para el gobierno de Santa Fe, parece a esta altura una vieja película en blanco y negro. Así de vertiginosa es la realidad. Pero pasó hace nada que la discusión por la sede de un partido de fútbol se llevó puesto a uno de los mejores ministros del gobernador Antonio Bonfatti. Leandro Corti había demostrado no sólo valentía política, sino carácter y don de mando para estar al frente de la cartera que debe conducir a la policía de la provincia. Y ya se vió, en el gobierno de Hermes Binner, lo que significa poner en ese lugar a un manso burócrata que deja agujeros por todos lados. Tantos que tuvieron que ser cubiertos por su segundo en esa época, Horacio Ghirardi, que asumió riesgos y costos que ni siquiera le correspondían por su rango.

Sabiendo que sería muy difícil encontrar a un hombre de las características del ministro saliente, el gobierno empezó a quitarle preponderancia al peso del titular de esa cartera y empezó a destacar el valor que tiene el "equipo" a la hora de desarrollar las políticas de seguridad que "garantiza" el gobernador.

Frente a esta situación, el Ejecutivo provincial se debatió entre encumbrar a un técnico que pudiera dar el perfil de funcionario de primera línea; y un político con vasto kilometraje que pueda dar la imagen de conducción política respaldado por un equipo técnico que trabaje puliendo las políticas públicas de un área tan sensible. Allí cuajó la figura de Raúl Lamberto, un veterano del partido con mucho rodaje y experiencia pero que nunca pudo disipar del todo la duda de ser un hombre capaz de reunir consensos y tomar decisiones tajantes cuando se necesitan. Siempre estuvo listo para cumplir los roles que le asignaban dentro del PS, pero por primera vez estará al frente de un área que exige mucho también de impronta personal. Todo un examen para el ahora ex diputado provincial.

Corti se fue además en un momento delicado porque recién iba a comenzar a mensurar los resultados que arrojaran esas políticas que garantiza el gobernador, después de limpiar hasta donde pudo a los elementos más nocivos de la policía. Cuando empezaba a encontrar cierto eco en las cabezas de las fuerzas, los uniformados vuelven a sentir que están a la deriva lo que es grave y caótico para una institución que sólo conoce de verticalismo. Una de las cuestiones que habían empezado a escucharse de los nuevos jefes designados por Corti era que "muchos agentes que estaban haciendo la plancha o andaban en algunas cosas raras se comprometieron con los nuevos comisarios a responderle a todas las directivas", como le dijo a este periodista un vocero de aquel ministerio de Seguridad. Ahora las cosas han cambiado y Lamberto, si bien no comenzará de cero, tendrá por delante un largo recorrido para restaurar la confianza y el mando. Y eso que el ministro saliente, se insiste, ni siquiera había llegado a poder mostrar algún resultado elocuente en una materia en la que es difícil encontrarlos.

En el freezer

La crisis desatada en Seguridad parece haber puesto por estos días fuera de la agenda otro ítem sensible para el gobierno de Bonfatti: la reforma tributaria que disparó la inesperada rebelión de los radicales frentistas. El desaire de los quince legisladores provinciales de la UCR de la semana pasada (cuando dejaron esperando al gobernador en una audiencia que ellos mismos habían solicitado), no pudo ser enmendado totalmente por el encuentro con el jefe de todos los radicales del país, el ex intendente santafesino Mario Barletta que ofició de componedor pero --según se desprende-- sólo en apariencias.

La cuestión está como el primer día que se conoció la posición de los senadores rebeldes de la UCR, y ahora encima por escrito: "Los legisladores del radicalismo no votan los avalúos fiscales" para los campos contenido en el proyecto de reforma. Fueron sensibles al lobby agrario y se dejaron llevar por el fantasma de colocar a pequeños productores al borde de otros importantes tributos nacionales como Bienes Personales y Renta Presunta.

Pero también, y no menor, es que esta disputa dentro del Frente congeló los debates con el peronismo que se suponía sería el hueso duro de roer. El propio diputado nacional del Frente para la Victoria, Agustín Rossi lo expresó con claridad por estos días: "El peronismo en la provincia aspira a una única posición respecto de la reforma tributaria, pero si ni siquiera se pone de acuerdo el oficialismo dentro del Frente Progresista, ¿qué podemos hacer nosotros?", se preguntó con una lógica irrefutable. Es claro, se sabe que hay distintas posturas en este y otros temas en la relación entre socialistas y peronistas. Pero para qué anticipar una pelea interna en el PJ si el gobierno primero debe resolver sus asuntos con los radicales.

El más comprometido de los radicales por esta cuestión es, sin duda, el propio vicegobernador Jorge Henn. El hombre más encumbrado de la UCR en la estructura del gobierno, por eso en los últimos días alentó reuniones con intendentes y presidentes comunales del radicalismo para que éstos presionen con sus necesidades urgentes sobre los legisladores para que flexibilicen su posición respecto de la reforma tributaria. Y, se sabe, los jefes comunales hablan con la billetera en la mano porque la realidad les impide análisis menos terrenales como los que pueden desarrollar diputados y senadores en la Legislatura.

Límites y negociaciones

La municipalidad de Rosario analiza flexibilizar los carriles exclusivos para el transporte urbano de pasajeros. El lamento constante y a manera de goteo de comerciantes de la zona céntrica impactó en el Concejo Municipal que no quiere pagar costos políticos en ese sentido. Y El Ejecutivo que conduce Mónica Fein giró un informe al Palacio Vasallo que trata de suavizar algunas cuestiones de ésta. que es una de las más trascendentes medidas de tránsito que se han tomado en Rosario.

El especialista y consultor en seguridad vial Osvaldo Aymo señaló esta semana que cada restricción que se le impone al automovilista y las consecuencias que éstas generan es vista como un ataque a las libertades individuales. Y sostiene que debe operar un cambio de paradigma en ese sentido. Con los comerciantes pasa lo mismo, aseguran o temen que bajen las ventas en sus locales porque los autos no pueden estacionar pero descuidan quizás a los miles de rosarinos que viajan mejor y más rápido en el servicio público y que también son potenciales compradores.

Por eso es clave la firmeza en estas medidas. Se entiende la sensibilidad política a la hora de generar resistencias que puedan restar respaldos electorales futuros; pero no se puede sucumbir ante cada pequeño lobby que crezca en cada sector de Rosario. Así, la opinión de los vecinos acerca del destino del predio del ex Batallón 121 es importante, pero no definitiva. Es una cuestión estratégica de toda la ciudad y no solamente de esas cuadras. Lo mismo que la bicisenda de la calle Salta, aprobada primero en el Presupuesto Participativo y ratificada después por el pleno del Concejo Municipal. Y sin embargo, ahora inactiva por la presión de los comerciantes de esa zona.

De la misma manera, se ha establecido que los carriles exclusivos vigentes en cuatro calles de la ciudad han dado resultados alentadores para el desarrollo de los servicios públicos, única alternativa viable al uso extendido de automóviles particulares que ya ni caben en las estrechas calles céntricas. El país vive un momento de módica desaceleración de la economía, no puede ser este panorama un excusa para ceder ante las pretenciones de los comerciantes que --lógicamente-- expresan sus intereses sectoriales. El bien común es otra cosa y está más allá.

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