La aceptación de Miguel Lifschitz de que está pensando en su reelección para el 2007 es mucho más lógica que dramática. El intendente sabe -porque mira los números- que hoy no hay en la ciudad ningún candidato que siquiera se acerque a la porción de aceptación que él tiene en el electorado. Además, ¿qué otra posibilidad tendrÃa Lifschitz en el marco de un proyecto provincial para el socialismo?
El mismo intendente habÃa reconocido que "jugaré en el lugar donde más le convenga a la estrategia del Frente Progresista". Y, ¿qué duda cabe?, ese lugar es el mismo que ocupa ahora. Por un lado, para homogenizar la estrategia que llevará a Hermes Binner como candidato a gobernador, pero también mirando hacia las filas adversarias: Ahà están la arquitecta MarÃa Eugenia Bielsa y el diputado AgustÃn Rossi que, si no es convocado para pelear con Binner arriba, es posible que lo haga con Lifschitz abajo.
Es cierto que en lo personal el intendente preferirÃa no repetir. El sostiene que si hubo cuatro buenos años de gestión, el segundo perÃodo es muy difÃcil que supere al primero. Por un lado por el desgaste y la falta de "tensión" que puede experimentar cualquier mandatario. Y por el otro, queda la posibilidad de una buena retirada sin someterse al desgaste. Este último aspecto es el mismo que sopesa Néstor Kirchner y su entorno, si no, qué estarÃan esperando para lanzar la reelección del Presidente. Se ha dicho, a Kirchner no le disgusta un retiro a lo Lagos, en alusión al ex presidente chileno que, pudiendo dar pelea en un segundo mandato, eligió el retiro dorado.
No es lo mismo para un intendente que para un presidente. Pero en el caso de Lifschitz no estaba pensando en un retiro dorado, sino en otro lugar de la estrategia opositora para -el dÃa de mañana- soñar con la gobernación. Con todo, admitir que está pensando en cuatro años más ha tenido su impacto polÃtico para Lifschitz. El peronismo decidió dejar en manos de "su hombre en Rosario" la respuesta a este y otros pensamientos que ha hecho público el socialista. AsÃ, Osvaldo Miatello fue el designado para dar las respuestas del caso. El vicepresidente primero del Concejo opinó que el lanzamiento del intendente fue, por lo menos, "inoportuno" y aprovechó para devolver una gentileza que siempre le cargan al peronismo: "Esta vez no fuimos nosotros los que adelantamos la campaña", dijo. Depués apuntó contra el discurso del intendente el 25 de Mayo, donde asoció la fecha de conmemoración de la independencia a la autonomÃa, es decir, la "independencia" que buscan los municipios del poder provincial, y en especial Rosario. "Es una cortina de humo para no debatir sobre los verdaderos problemas de Rosario como el transporte y ese monumento al vidrio que es el Heca II que nunca se termina", enumeró.
Miatello es el peronista rosarino por excelencia. CrÃtico pero razonable, opina pero sin destemplarse y tiene un buen grado de conocimiento que le dejó la campaña, pero que deberÃa salir a reforzar porque se nota menguado. Con todo, no tiene el impacto de los otros actores del PJ que más consideración tienen en la ciudad: Los ya nombrados Bielsa y Rossi. Por eso es que Miatello ocupa el tercer lugar entre los posibles aspirantes a competir en una elección para intendente, aunque más no sea para perder y posicionarse hacia el futuro. Por eso es también que Miatello desearÃa que su escandaloso compañero de bancada, Daniel Peressotti, se esfumara por los aires. Sabe que esos escándalos recuerdan lo peor del peronismo y sabe que los sectores medios que conforman el soporte electoral del socialismo, los desprecia y condena.
Pero más allá de las crÃticas obligadas de Miatello y el peronismo, y de la también obligada humildad del intendente, que Lifschitz será candidato a la reelección es tan obvio como que Binner es el candidato indiscutido de la oposición para la gobernación en 2007.
Hay un nivel de la polÃtica en la que los hombres ya no eligen individualmente, salvo que anuncien su retiro de la polÃtica. En ese nivel está Lifschitz y si algo es seguro es que nunca ha pensando todavÃa en dejar la arena que pisó siendo un desconocido y que hoy ocupa desde el centro, con poder, prestigio y predicamento.
Ese aparente pudor que genera hablar de sà mismo y del futuro personal deberÃa, entonces, comenzar a dejarse de lado. Porque si los polÃticos piensan que a la gente no le gusta que se comience a hablar de sus candidaturas, deben saber que tampoco les agrada demasiado que salgan a contradecirlos en lo que ya decidido -por su análisis- que se dará de la manera que piensan.
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