Hace 118 años nacÃa el hombre que cambió el curso de la historia argentina. A muchos les puede sonar rutinario recordar que el general Juan Domingo Perón nació en Lobos, provincia de Buenos Aires, un 8 de octubre de 1895, cuando el siglo XIX comenzaba a despedirse. Sin embargo, cada aniversario del natalicio de Perón pone en relieve, precisamente, la excepcionalidad, lo singular de una figura que el paso del tiempo sólo logra agigantar.
Para situar en toda su dimensión la profunda huella que ese gran hombre dejó en la historia social, polÃtica y económica de la Argentina y de toda América latina es preciso caer en la cuenta de que no falta mucho para que nuestra querida Patria ingrese al tercer lustro del siglo XXI, y que después de haber ejercido un liderazgo polÃtico que atravesó indiscutiblemente todo el siglo XX, Perón, sus ideas, el modelo que alguna vez permitió la inclusión social de millones de personas, permanecen vigentes.
Los intrincados laberintos de la Historia grande de los pueblos permitieron, a muchos de quienes ya creÃamos que no Ãbamos a poder ver en vida el renacer de las polÃticas revolucionarias que el General y Eva Perón quisieron, supieron y pudieron ofrecerle al pueblo y ponerlas en marcha, una nueva oportunidad. La irrupción de Néstor Kirchner aquel 25 de mayo de 2003 en el escenario polÃtico nacional hizo desvanecer en poco tiempo ese escepticismo nuestro, al retomar las banderas que llevan indefectiblemente a cumplir el sueño de construir una Patria Justa, Libre y Soberana, un modelo de Nación inclusiva para felicidad de las grandes mayorÃas.
La custodia y continuidad de ese anhelado relanzamiento del modelo que industrializó al paÃs, que tornó visibles a las grandes masas sumergidas por el fraude y la indolencia de los poderes conservadores, hoy la corporiza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que lleva adelante esas banderas pese al denodado esfuerzo que un vasto sector de la oposición ejerce para retornar a los tiempos en que las minorÃas que no eran elegidas por nadie imponÃan al poder polÃtico cómo gobernar y a quiénes privilegiar en sus decisiones.
Perón fue sobresaliente en cada lugar que le tocó ocupar. TenÃa apenas 30 años y ya era miembro del Estado Mayor del Ejército y profesor titular de "Historia Militar" en la Escuela Superior de Guerra. Le habÃa llevado tan sólo dos años egresar del Colegio Militar de la Nación con el grado de subteniente, en 1913, cuando habÃa cumplido los 18.
Pero más allá de la grandeza de Perón, de su brillante carrera, que lo llevó a ser tres veces presidente de todos los argentinos a través del voto popular, deseo destacar un detalle que ayuda a comprender hasta dónde llegaron su gestión y sus ideas. Pocos años después del trágico derrocamiento del gobierno peronista, en 1955, en todos los desfiles que se hacÃan en fechas patrias, se repetÃa el paso de una escuadrilla de aviones de guerra. El locutor de turno informaba por los altavoces que se trataba de aviones de combate Sabre a reacción, de origen estadounidense, y se explayaba en torno de las virtudes de esos aparatos. Pocos sabÃan que ya en 1954, sólo tres paÃses en el mundo poseÃan la tecnologÃa para fabricar aviones a reacción. Los Estados Unidos, que tenÃan el ya mencionado Sabre, la Unión Soviética, que producÃa los cazabombarderos MIG, y la Argentina, que habÃa desarrollado un caza a reacción, el Pulqui I y su versión mejorada, el Pulqui II.
Esa era la Argentina de Perón. Quienes lo derrocaron a sangre y fuego, destruyeron todos los Pulqui existentes, quemaron sus planos, derribaron los hangares, despidieron a los brillantes ingenieros aeronáuticos que lograron tamaña proeza... y rápidamente compraron toda una flota de aviones Sabre. Por eso es que pasan los siglos, pero la figura de Juan Domingo Perón sigue presente, en el bronce, pero principalmente en el corazón de las grandes mayorÃas.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe.
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