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Lunes, 17 de agosto de 2015
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Que parezca una convicción

La mano detrás de las aguas que inundaron Sanford. Las obras que no se hicieron, las que se hicieron con mala intención y el modelo sojero. La UCR santafesina da un paso trascendente en su historia y queda alineada del lado de los que dejaron al centenario partido sin candidato a presidente.

Por Leo Ricciardino
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Sólo la magnitud del desastre hídrico de Buenos Aires logró poner en segundo plano la dramática situación que vivió la provincia de Santa Fe. Aunque si se la analiza pormenorizadamente y se deja de lado la cantidad de víctimas; lo que pasó en el pueblo de Sanford resulta un poco peor. Ningún río desbordó allí en medio de una planicie que se extiende más allá de la vista: allí lo que desbordó fue la desidia del hombre que se combinó con un fenómeno climático que golpea sin poder de anticipación, aquí y allá, con distinta intensidad. Llevado por la furia loca del cambio climático.

Los pobladores no tardaron en darse cuenta de que la trama macabra de canales rurales clandestinos transformaron a Sanford en una pileta a donde iba a ir a parar toda esa masa de agua que no podía ya permear los campos aledaños.

Uno se la tira al otro, el otro levanta un poco más un costado con tierra, el tercero no hizo ningún canal por lo que el agua pasa a velocidad por su campo y todos fueron a desembocar allí; en las casas del pueblo para sorpresa de sus moradores.

Por supuesto que el reclamo es también para la provincia por obras hidráulicas necesarias, pero en medio de este flagelo esta vez apareció por primera vez un reconocimiento al daño que puede generar la agricultura desmedida, la extenuación que produce el monocultivo y la saturación de una tierra arrasada y cansada de dar sin límites. Por primera vez una entidad gremial chacarera como la Federación Agraria reconoció que "esto no da para más, hay que sembrar un hectárea de bosque por cada 100 hectáreas de agricultura", se escuchó de boca de los dirigentes cordobeses. Un cálculo que es compartido por los chacareros federados de Santa Fe, ahora que recuperaron su entidad de las garras de la política de la furia opositora. Esa que subsumió al gremialismo rural de los pequeños y medianos a los intereses de los grandes y poderosos terratenientes que utilizaron el impulso que les regaló Eduardo Buzzi hasta fagocitarse a la FAA y hasta a él mismo.

Ahora que la conducción quedó en manos de Omar Príncipe, empezó el lento camino de retorno a la senda histórica de la Federación. De lo contrario estas inundaciones los hubiera encontrado de paro, junto con la SRA, CRA y Coninagro que -eso sí-, exceptuaron a los que estaban inundados de cumplir con la medida de fuerza. Un grupo realmente magnánimo.

Al tratarse de una situación manejable desde el punto de vista de su escala, el gobierno provincial confió todo su apoyo a la Defensa Civil que dirige Marcos Escajadillo. El despliegue fue acorde y el Estado llegó justo antes de que los enardecidos vecinos de Sanford comenzaran a tomar medidas por decisión propia. Hubo algunas escaramuzas que pretendieron tomar maquinaria vial pesada para hacer drenar toda el agua que había en el pueblo hacia el arroyo La Candelaria, algo que puso en alerta a la ciudad de Casilda, que comenzó a temer por el desborde de ese cauce y las consecuentes inundaciones para amplios sectores de esa población. Felizmente, nada de eso sucedió y el agua comenzó a bajar tras algunos trabajos y sobre todo por el cese de las lluvias en esa zona.

Así como las inundaciones de diciembre de 2012 en Rosario pusieron de manifiesto el perjuicio de las urbanizaciones sin control que hacen pasar el agua a velocidad desde Roldán a Funes y desde allí a Rosario; estas inundaciones en la provincia dejaron en evidencia lo que el agua puede hacer cuando viaja en masa por canales no planificados sobre campos saturados e impermeabilizados.

Adelante y a la derecha

El Frente Progresista, Cívico y Social atraviesa en Santa Fe una crisis que sólo preveían sus más altos dirigentes. Uno de los socios mayores, el radicalismo, tuvo que zanjar una situación espinosa que esperaba esquivar desde aquí.

La entrega lisa y llana de toda la estructura de la UCR nacional al PRO de Mauricio Macri terminó con represión y gases en la convención de Gualeguaychú donde Ernesto Sanz consumó el latrocinio político que permanecerá por años inscripto en la historia del centenario partido político.

Los radicales santafesinos creían que ahí terminaba la cosa. Era un asunto de las presidenciales. Era lo que había hecho estallar por los aires a Unen pero el FPCyS había logrado preservarse para dar la durísima batalla que dio en Rosario y en toda a provincia contra los amarillos del PRO. Es más, hasta Sanz pudo hacer penetrar aquí, haciéndose el cándido, su discurso acerca de que daría batalla en la interna de Cambiemos para volver a poner de pie al radicalismo.

La ilusión se quebró como un espejo cuando el candidato que pronosticó que la Asignación Universal por Hijo se iba a ir "por la canaleta del juego y el alcohol", obtuvo un mísero 3,5 por ciento de los votos y dejó al radicalismo por primera vez en la historia sin un candidato a presidente de la Nación. El correligionario que crea que esto es a costo cero, estará recreando otra gran ilusión de boina blanca.

Una cosa es que Jorge Boasso a nivel personal, individual y sin permiso alguno del radicalismo haya decidido integrar una fórmula con Miguel Del Sel y el PRO. Otra muy distinta es que los tres principales grupos internos de la UCR santafesina digan a viva voz y sin ponerse colorados (ni blancos) que no sólo votarán por Mauricio Macri sino que "trabajaremos para que sea presidente".

Así Mario Barletta, José Corral, Carlos Fascendini, Felipe Michlig, Santiago Mascheroni, Lisandro Enrico, Maximiliano Pullaro y muchos otros más que integran el grupo Escarapela, el grupo del Interior y el Movimiento de Acción Radical (MAR); recurren a una vieja estrategia de la política y de la vida misma: Si tenés que hacer algo vergonzoso, hacelo bien evidente, gritalo a los cuatro vientos, con firmeza para que al menos se parezca en algo a una convicción. Pero ellos saben que la convicción está en otro lado, que el radicalismo que hunde las raíces en su historia ha quedado del lado del vicegobernador Jorge Henn, del intendente Fabián Palo Oliver, de la diputada provincial Griselda Tessio, para nombrar a los más encumbrados de un grupo que quedó en minoría.

El anuncio del reparto de tijeras para que la gente vote Macri a presidente y a Hermes Binner como senador no es más que una pantomima que apuesta a sostener aunque sea con finos hilos, al Frente Progresista.

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