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Lunes, 14 de septiembre de 2015
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Siete días en la ciudad

En camino a octubre

Los principales candidatos nacionales en la provincia, ajustan sus discursos a mitad de camino entre el escenario provincial y nacional. Perotti apuesta fuerte al desarrollo, Binner pregona el modelo Santa Fe y Reutemann se mueve cómodo entre grupos de chacareros. La inseguridad no deja de ocupar toda la agenda de los santafesinos en estos días.

Por Leo Ricciardino
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Los tres principales candidatos a senador nacional por Santa Fe, comenzaron en los últimos días a delinear la segunda parte de su campaña política para acelerar después, en los primeros días de octubre y de cara a la elección crucial del 25. Omar Perotti ha profundizado su discurso productivo y orientado al desarrollo en las mismas líneas del guión que habitualmente repasa el candidato a presidente del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Pero mira de reojo a sus contrincantes y por eso discute abiertamente con Hermes Binner sobre el "modelo Santa Fe" y con Carlos Reutemann haciendo algunos guiños concretos a los productores rurales.

Perotti cree que el "modelo Santa Fe" ha "aislado a la provincia" y que esto "nos ha perjudicado enormemente". Por eso dice que apuesta a una buena futura relación de Scioli con el gobernador electo Miguel Lifschitz. "Nosotros queremos que le vaya bien a Lifschitz, porque eso significa que nos irá bien a todos los santafesinos", repite el rafaelino en cada lugar que le toca recorrer en el extenso territorio provincial.

Perotti asegura que Santa Fe tiene que estar llamada a ocupar un lugar importante en el esquema nacional "después del triunfo de Scioli". Cree que la provincia tiene el potencial como para crecer y desarrollarse de la mano de la Nación.

Este es el principal punto de disputa con Binner que orienta su campaña hacia el "modelo Santa Fe" pero teniendo en cuenta que es un modelo diferenciado de la Nación. Una idea propia de provincia que debe plantarse y reclamarle al poder central. También hay en el candidato socialista una necesidad política concreta que pasa fundamentalmente por ir a la disputa con la "boleta corta", es decir sin candidato a presidente. Un esquema electoral que fue el responsable -en buena medida- de dejarlo en el cuarto lugar cómodo en las primarias de agosto.

Binner resolvió mejor que sus socios radicales el dilema Macri. Confesó públicamente que jamás votaría por el jefe de gobierno porteño y dio un argumento contundente: La ruptura del frente Unen del que él sería el presidenciable y que finalmente se rompió por aquellos que pugnaban por una alianza con el PRO como única manera de enfrentar al kirchnerismo. Sin embargo, Binner y su partido permiten que sus aliados radicales se muestren proclives públicamente hacia el voto amarillo. Nadie del socialismo -y muy pocos desde el radicalismo- salió a responderle al primer candidato a diputado nacional del Frente Progresista, Hugo Marcucci que confesó públicamente que votaría por Macri.

Marcucci es un desconocido total en Rosario y gran parte de la provincia. Viene de perder la interna provincial para senador del departamento La Capital con el periodista Emilio Jatón y sin embargo quedó posicionado por su partido para encabezar la lista de diputados nacionales del Frente. La sábana corta por un lado y un desconocido al frente de la lista hacen que la tracción de votos para el FPCyS sea una tarea titánica. Se verá en octubre si Binner solo como está en esta faena puede recuperar votos que, en principio, lo coloquen por encima del candidato del Frente Renovador, Eduardo Romagnoli que fue la sorpresa electoral de agosto junto a Alejandro Grandinetti que encabeza con buenas chances la nómina de aspirantes a la Cámara baja nacional por el sector de Sergio Massa y José Manuel de la Sota.

Por su lado, Carlos Reutemann decidió ir a lo seguro y se apoya en grupos aislados de chacareros disconformes para reforzar su perfil opositor y recordar cómo rompió con el kirchnerismo, tras la dura batalla con el campo allá por 2008. El ex corredor tuvo corte de boleta negativo en las PASO de agosto y también debe recuperar terreno. Esto es, sacó menos votos que Macri para presidente en la provincia de Santa Fe. Reutemann esquiva -como siempre hizo- a Rosario. Una ciudad que siempre lo incomodó y a la que él nunca entendió demasiado ni siquiera cuando gobernó a esta provincia.

En la ciudad de Santa Fe se mueve con mucha cautela. No quiere volver a encontrarse, como en la campaña provincial con Miguel Del Sel, con familiares de las víctimas de la inundación del 2003 que le reclaman a viva voz por los muertos, por su responsabilidad y porque pudo eludir la justicia en estos últimos 12 años.

Por eso Reutemann pule su perfil opositor en los piquetes de los chacareros autoconvocados, en las distintas muestras de la Sociedad Rural en la provincial y en los pequeños pueblos que prefiere recorrer de la mano del propio Macri o de referentes nacionales como Gabriela Michetti.

El único tema

En tanto, en la provincia de Santa Fe hace meses que no se debate otra cosa que la inseguridad. No hay discusiones sobre el déficit provincial, ni debates acerca de las obras de infraestructura que se necesitan o temas vinculados a conflictos con la Educación o la Salud. Tampoco cuestiones asociadas a los debates con la oposición en la Legislatura. Sólo las inundaciones recientes en la zona de Sanford y Casilda desviaron por una semana la agenda pública santafesina. Pero después el tema de desvelo volvió con fuerza.

Hasta Rosario que sufre a diario el flagelo de los robos, los arrebatos, las entraderas y los homicidios; se hace un espacio para hablar políticamente de la integración del futuro gabinete de Mónica Fein, los debates por la concesión del transporte público y otras cuestiones ciudadanas. Pero en general el tema que hegemoniza es la inseguridad y la violencia. Es lo que ha movilizado a distintos grupos en reclamos a las autoridades cada vez más pulidos y profundos. Respuestas que las autoridades no pueden dar.

El ministro de Seguridad Raúl Lamberto cuenta los días para el final de su gestión al frente de un área que lo desgastó hasta personalmente. En las últimas manifestaciones muchos pidieron que se vaya Lamberto, pero eso carece de sentido cuando es él mismo el que no ve la hora de irse. Pero principalmente porque la cuestión no pasa por un hombre, por un ministro o por decenas de secretarías y funcionarios específicos. La cuestión pasa por una política de seguridad pública que deje de ser errática y apueste en una dirección que pueda sacar a Santa Fe del desfiladero en el que se encuentra, entre una maldita policía y delincuentes cada vez más impunes, peligrosos y letales para la sociedad.

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