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Lunes, 30 de noviembre de 2015
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Siete días en la ciudad.

La suerte de Miguel

Lifschitz será el primer gobernador que goce de las partidas enteras de la coparticipación, tras el fallo de la Corte. La operación de radicales y macristas para afirmar en la provincia el Frente Cambiemos. Los provincianos que se van a la Nación y la sorpresa del primer kirchnerista santafesino que se recicla con Prat Gay.

Por Leo Ricciardino
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Lo dicen dentro del propio Partido Socialista: "Miguel Lifschitz es un tipo de suerte". Y recuerdan, mientras que a Hermes Binner le tocó sortear la crisis de 2001 con la ciudad en llamas, los saqueos y país que se iba a pique; "a Miguel le tocó inaugurar el Congreso de la Lengua en 2004", un momento cultural que será irrepetible. Después fueron Antonio Bonfatti y Mónica Fein los que tuvieron que lidiar con lo más grueso del narcotráfico y los asesinatos cotidianos en Rosario y la provincia. Ahora también le toca a Lifschitz el cambio de escenario político que determinó que la Corte Suprema de Justicia de la Nación liberara partidas extraordinarias por coparticipación: El fallo que ordena dejar de detraer el 15 por ciento de los fondos coparticipables de Santa Fe que suma cifras extraordinarias para la provincia.

Más allá de lo afortunado o no que sea Lifschitz, desde el peronismo le señalaron rápidamente que dejara los hurras para otro momento porque, tarde o temprano, se daría cuenta de que este beneficio circunstancial para Santa Fe estaba en realidad desfinanciando al Anses. Y con ello, debilitando las columnas kirchneristas que sostienen casi todo: La AUH, el plan Procrear, el Procreauto, el plan Ahora 12, y varias cuestiones más destinadas a mantener caliente el mercado interno y, por ende, el nivel de actividad económica necesaria para sostener el nivel de empleo.

Lifschitz no respondió a las críticas y sonrió por lo bajo como quien dice que primero se verá el beneficio directo para Santa Fe con los millones extra que llegarán.

La deuda, se calcula asciende a los 18 mil millones de pesos mientras que los giros continuos de coparticipación sin el descuento del 15 por ciento, implicarían entre 8 y 9 mil millones de pesos más en cada remesa. Claro que esta última cifra es la que cobrará por comisión el estudio del abogado Ricardo Gil Lavedra, que patrocinó la presentación ante la Corte en 2010 y que fuera llevada al máximo tribunal en persona por el entonces gobernador Binner y sus antecesores Carlos Reutemann y Jorge Obeid. Muchos recuerdan que Gil Lavedra era diputado de un frente con el socialismo en aquel momento y que no sería muy ético que haya oficiado también de abogado y ahora cobre los suculentos beneficios.

Con todo Lifschitz ya tiene gastado de antemano ese dinero extra que le permitirá encarar un agresivo plan de repavimentación de las rutas santafesinas. Esas que en la campaña Miguel Del Sel quería salir "aunque sea a pintarlas un poco, con un camión y un grupo de muchachos". El desconocimiento profundo de la gestión pública siempre hizo que el cómico viera soluciones muy sencillas donde no las había.

Más sincero y directo al grano el gobernador Bonfatti hacía cuentas para que todos se dieran cuenta: "Sí claro que hay que arreglar las rutas, pero cada kilómetro de asfalto sale 10 millones de pesos. De algún lado ese dinero tiene que salir", repetía cuando le preguntaban sobre la cuestión admitiendo que ése y el de la seguridad serán quizás los dos déficits más importantes que dejará en la provincia cuando salga de la Casa Gris el 10 de diciembre.

Operación amarilla

El PRO en la provincia y los radicales que respaldaron casi con fanatismo la candidatura de Mauricio Macri, están embarcados en afirmar el Frente Cambiemos en Santa Fe. Esa será la primera tarea: desplazar las simpatías radicales hacia el partido del presidente electo e ir aislando de a poco al socialismo para después arriarlo más fácil hacia un frente común. Hay que recordar que aquí es el único caso donde la UCR tuvo una alianza provincial y otra nacional muy distinta.

Muchos señalan al radical Darío Boscarol y al macrista Raúl Fernández como los operadores del complejo propósito político que ya tuvo el rechazo de los principales dirigentes del socialismo santafesino. Pero los encargados de la tarea no se amilanan fácilmente y ya tienen pensado volver a la embestida con el tema.

Pero también estarán advirtiendo que las cosas no serán sencillas ya que en el armado nacional, el radicalismo provincial no salió tan bien parado como esperaba. Muchos se deben estar preguntando por el destino de los "300 cuadros universitarios" que el intendente José Corral tenía listos para aportar a la administración de Macri. Es más, el propio intendente de Santa Fe se imaginó ministro nacional en algún momento y Mario Barletta sonó con insistencia al frente del ministerio de Ciencia y Técnica, antes de confirmarse la continuidad de Lino Barañao.

Por lo que hasta ahora se conoce, los nombres más encumbrados de la provincia no son precisamente radicales. La canciller Susana Malcorra viene de las empresas IBM y Telecom y de su reciente paso como funcionaria de Ban Ki Moon en la ONU. Mientras que Luciano Laspina, que ocupará la presidencia de la Comisión de Presupuesto en Diputados, es PRO puro y el asesor de Alfonso Prat Gay en Hacienda será nada menos que el ex kirchnerista Gustavo Marconato. Este último un caso particularísimo: Oriundo de Venado Tuerto, fue el primer kirchnerista puro en Santa Fe. El primero que acompañó a Néstor en el territorio provincial cuando era un desconocido y nadie sabía muy bien para adónde iba a salir aquel flaco santacruceño. Pero después poco o nada se supo de Marconato en todos los años de auge del kirchnerismo. Se refugió en Diputados, donde estrechó los lazos con Prat Gay y terminó con una silla en el directorio de Aerolíneas Argentinas. Ahora se reciclará como funcionario de Macri. Quizás se esté ante la presencia de una persona con más "suerte" todavía que la del propio Lifschitz.

La vieja receta

Más allá de los avatares políticos y la posibilidad de hacer más o menos kilómetros de nuevas rutas; a Lifschitz le queda por delante un tema muy serio y de compleja resolución que es la seguridad. El fin de semana, su futuro ministro del área, Maximiliano Pullaro no le dio muchas vueltas al cambio de paradigma en el tema, en un sincero diálogo con Rosario/12: "Ningún político puede darle órdenes a un policía", dijo dando a entender que habrá un fortalecimiento de la cadena de mandos, buscando una mayor eficiencia a la hora de bajar las órdenes. Lisa y llanamente, más poder para la policía. La vieja receta que fue dejada de lado estos años y -para muchos- con consecuencias nefastas. Pero, demás está decir cuáles serían también los resultados de un autogobierno policial.

Pullaro y también Lifschitz están convencidos de que podrán controlar la situación y de que haberle sacado poder a la fuerza para conducirla con mayor facilidad, trajo como resultado un desgobierno que restó compromiso de los jefes a las acciones delicadas que había que llevar adelante.

No hay demasiado tiempo para ajustar cosas sobre el tema y el gobernador electo quiere mostrar cambios y resultados al corto plazo para satisfacer una de las demandas más insistentes de los habitantes de esta provincia.

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