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Lunes, 7 de diciembre de 2015
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Siete días en la ciudad.

Acorde a los nuevos tiempos

El gobernador electo Miguel Lifschitz ya acomodó el cuerpo y se puso en modo "Macri". Se quejó de los modos del Frente para la Victoria y auguró la llegada de una nueva Argentina. La encendida defensa de Javier Echaniz en Diputados y el llamado que Del Sel espera pero aún no llega.

Por Leo Ricciardino
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Es claro que Miguel Lifschitz es el menos refractario de toda la dirigencia socialista a un mandato nacional de Mauricio Macri y Cambiemos. Nunca se sabrá en realidad si el gobernador electo sufragó por el líder del PRO o por Daniel Scioli. Pero hoy es evidente que para Lifschitz, Macri no es el límite que en su momento fue para Hermes Binner y mucho menos una figura en las antípodas ideológicas como lo es para Antonio Bonfatti que avisó -en todas las formas que pudo- que su voto era para el candidato del Frente para la Victoria. Y lo dijo claramente: "Yo a la derecha no voto", expresó en su momento por televisión.

Todos saben que Lifschitz es el menos "riguroso" ideológicamente hablando y eso es más que propicio para estos tiempos en los que por primera vez la derecha llega formalmente al poder por medios democráticos. Por eso es propicio, porque no se autodenomina "Derecha" y la gente no votó en realidad a un candidato de la "derecha". Si las etiquetas estuvieran claras aquí como en el extranjero, un líder socialista difícilmente expresara semejante nivel de adhesión a un presidente electo de esas características. Para los diarios del extranjero la cosa estuvo clara: "Ganó un empresario de derecha", dijeron algunos diarios de España. "Se impuso en el ballotage el candidato conservador de derecha", se inclinaron otros medios europeos. Ningún diario argentino se animó a titular así, ni siquiera los más opositores. Porque lo que para los demás está claro, aquí se mezcla, se camufla, se esconde para ampliar la base electoral. Y se ve que da resultado.

En tren de ampliar esa base electoral, Lifschitz se sube a la ola y dispara que se terminó la Argentina del "blanco o negro". Pero fue él el que puso todo en blanco o negro cuanto tenía que ganarle al mismo PRO de Miguel Del Sel aquí en Santa Fe. Ahí sí valían las etiquetas ideológicas y se señalaba con insistencia que detrás del candidato amarillo estaba la mano negra del siniestro Juan Carlos Mercier, al que se lo tildó de neoliberal y noventista en cuanta declaración hubo a la prensa. Al mismo tiempo se indicaba y destacaba la presencia de un asesor en Educación proveniente de la Universidad Fasta del Opus Dei. Entonces, ¿cuándo valen las etiquetas y cuándo dejan de valer?, ¿cuándo quiere o le conviene a Lifschitz?

Una cosa es darle el crédito de los primeros tiempos de gestión a un dirigente que se impuso en las elecciones, aunque sea por escasos puntos de su rival. Y otra muy distinta es pretender subirse a la moda de la época y apurarse a tapar con diarios el cuerpo del dirigente que se retira del mandato.

Lifschiz no sólo nunca creyó en esa "grieta" que la oposición nacional se empecinó en cavar cada vez más profunda para endilgársela al oficialismo; sino que sabe muy bien que al socialismo en la provincia se lo acusó en varias oportunidades de conducir -aunque con distintos modales- la administración en ese marco del blanco o negro.

Pero esto es pura ideología y eso ya no tiene un valor profundo en nuestra sociedad. Y Lifschitz lo sabe, tiene el olfato de un político profesional.

A muerte con Javier

No muchas veces se asiste a la defensa abierta de un funcionario público como la que protagonizaron esta semana los diputados provinciales electos Bonfatti y Rubén Galassi. Ambos defendieron a capa y espada la designación de Javier Echaniz como secretario administrativo de la Cámara de Diputados de Santa Fe, una especie de ministro de Economía de la Cámara que manejará un presupuesto cercano a los 950 millones de pesos.

Bonfatti no dudó en señalar que a Echaniz lo defendería "con alma y vida" y Galassi llegó a llamar "mentiroso" al diputado Carlos Del Frade e "impresentable" al legislador saliente Eduardo Toniolli por poner en tela de juicio la honorabilidad de Echaniz.

El funcionario en cuestión está investigado por su presunta participación en la manipulación de la computadora personal de Luis Medina, una vez que a este empresario sindicado como narcotraficante lo habían asesinado a balazos en la zona sur de Rosario.

Una comisión investigadora de Diputados concluyó que Echaniz tuvo responsabilidad en el hecho pero nunca avanzó sobre la "moral" del funcionario sino que estableció que recibió órdenes para proceder de la manera que lo hizo. La causa en la justicia no avanzó como se esperaba.

Echaniz no sólo siguió en el gobierno en el área de nuevas tecnologías -es un experto informático, algunos dicen que es un hacker como no hay muchos en el país- sino que fue el responsable informático de las últimas elecciones provinciales.

En las primarias abiertas en Santa Fe, cuando la carga lenta de los votos se transformó en un escándalo, Lifschitz dijo públicamente que el error se debió al "imbécil" encargado de la carga de datos electorales. Sabía el gobernador electo que se refería a Echaniz y le pedió a Bonfatti que lo eche del gobierno. Con todo el dolor del mundo el gobernador procedió a desvincularlo para que no quedaran dudas sobre la transparencia del proceso electoral que tenía aún un turno definitivo. En esa ocasión, Galassi como ministro de Gobierno le envió un mensaje claro a Lifschitz a través de los medios: "Nuestra renuncia está también a disposición", le dijo evidenciando hasta dónde le dolía la salida de Echaniz, un hombre de su extrema confianza.

Ahora ha sido reciclado en la Cámara de Diputados por Bonfatti y Galassi que mostraron estar dispuestos a todo para sostenerlo, aún cuando toda la oposición se abstuvo en la votación. Entre otras cosas porque la mayoría de los legisladores electos se enteraron media hora antes de que el tema se iba a tratar en la sesión preparatoria de la semana pasada en Santa Fe.

Cerca del teléfono

Tal como publicó Rosario/12 en su edición de ayer, Miguel Del Sel no recibió aún ningún llamado de Macri para sumarse a colaborar en algún área del gobierno nacional. Si bien el ex Midachi adelantó que no entró a la política "por los cargos" y que volvería "al teatro o dar clases de educación física"; en su entorno se preocupan por esta falta de rol para el cómico. Sus allegados dicen que Miguel "puede colaborar en áreas vinculadas al deporte o la cultura" basándose en las obvias cualidades de Del Sel que desconoce desde el punto de vista técnico cualquier área de gestión en un gobierno nacional aunque estuvo a 1.500 votos de ser el gobernador de la provincia de Santa Fe.

La verdad es que Del Sel no fue mostrado en los útimos tramos de la campaña de Cambiemos más que en lugares en los que seguro tendría penetración popular. Nunca tuvo protagonismo en los palcos nacionales al lado de Macri como su lo tuvieron Anita Martínez o Federico Angelini. Y también es cierto que Del Sel no tiene a todo el PRO santafesino de su lado aunque es formalmente el presidente del partido a nivel provincial.

Como sea el comediante tendrá que esperar su turno. Por ahora el radical del riñón de José Corral, Albor Cantard, es la única incorporación santafesina a los equipos nacionales. El rector de la Universidad Nacional del Litoral será el secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación.

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