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Miércoles, 9 de marzo de 2016
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Las falacias del Sr. Decano

Por Roberto Retamoso*

En un reportaje publicado ayer en este medio, el decano de la Facultad de Derecho de nuestra universidad, Dr. Marcelo Vedrovnik, informa que ha invitado al presidente Macri al acto inaugural del período lectivo 2016.

Sus declaraciones intentan mantenerse en el plano de lo protocolar y académico, por lo que afirma que "nuestro objetivo es llevar adelante un acto académico con un discurso académico". Y ante las preguntas del periodista que, con sentido común y razonamiento lógico le interroga por el significado político de esa invitación, el decano responde que, de concretarse la presencia del presidente en el acto, "lo separo de las políticas fiscales, económicas y laborales que el gobierno pueda llevar adelante".

De manera que, para el decano de la Facultad de Derecho, lo académico no sólo puede separarse de lo político sino que debe hacerlo. Semejante proposición implica una falacia, en el sentido lógico y retórico del término, puesto que pretende hacer pasar por verdadero algo que, a todas luces, resulta falso.

Lo que resulta falso, en este caso, es el modo cómo se concibe y expone el sentido de lo académico, que parecería, según las escuetas declaraciones del decano, una dimensión de la vida universitaria que puede pensarse y ejercerse independientemente de lo político. Tamaña declaración, claramente, se sostiene en una determinada manera de pensar la universidad, enraizada en un ideario reformista, según el cual la universidad debe ser autónoma respecto de los poderes públicos. La experiencia histórica, en este y en muchísimos países demuestra lo contrario, porque más allá de lo loable que pueda resultar ese ideal, lo cierto es que los poderes nunca han dejado de inmiscuirse en la vida universitaria, conocedores como son de los beneficios científicos, culturales y simbólicos que para ellos representa. Resulta innecesario recordar que, cuando no lo consiguen por las buenas, lo consiguen por las malas, como demuestra la historia nacional en cada uno de los períodos dictatoriales por los que ha transitado.

Por otra parte, ignorar que la universidad es una institución -como todas las instituciones públicas, por otra parte- atravesada por prácticas e intereses políticos, no significa meramente un punto de vista equivocado: significa, además, un punto de vista interesado. Porque, según ese punto de vista, la universidad podría funcionar por fuera de la política, o limitada en todo caso a las prácticas y los intereses políticos que le son propios, y que se manifiestan, según el ideario reformista, en los órganos de gobierno que la rigen. De ese modo, lo único que se logra es convalidar, naturalizándola, una situación de facto, por la cual lo que se enseña, se investiga y se transfiere en y desde la universidad no es más que la oferta académica que los sectores socialmente dominantes de ella reclaman.

Allí, nos parece, radica uno de los puntos oscuros de las declaraciones del decano. Porque al naturalizar la separación de lo académico respecto de lo político, naturaliza además el sentido y el contenido de la enseñanza, la investigación y la extensión que en la universidad se practica. Y lo que en ella se enseña, se investiga y se transfiere al medio, es sabido, está absolutamente permeado por creencias, valoraciones, intereses y opiniones socialmente dominantes, que conforman en términos ideológicos y políticos el sentido de las acciones académicas.

La historia de la universidad pública argentina es, entre otras cosas, la historia de las disputas dentro y fuera de su espacio por imponer, sobre sus aulas, bibliotecas y laboratorios, la hegemonía de determinados proyectos políticos. Ignorar esta cuestión resulta, por lo tanto, además de falaz, un modo de encubrir el sentido que cobran todas y cada una de las actividades, acciones y procesos con los cuales la universidad desarrolla su vida académica.

(*) Profesor Titular por Concurso de las cátedras de Análisis del Texto y Análisis y Crítica I de la Facultad de Humanidades y Artes. Miembro y socio fundador de la agrupación de Docentes Universitarios Para la Victoria "Nicolás Casullo".

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