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Domingo, 8 de abril de 2007
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PANORAMA POLITICO

El barro y la inundación

Por Pablo Feldman
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Con el correr de los días, y no siempre con la ayuda del "tiempo", las cosas fueron volviendo a la normalidad. El desagote de prácticamente todas las zonas que tuvieron el agua estancada y la recuperación de las rutas y camino -incluida una precaria rehabilitación de la autopista Santa Fe/Rosario- permitirán de ahora en más encarar la etapa de la reparación, sobre todo en la ciudad de Santa Fe, en donde una nueva inundación ﷓esta vez por lluvias y no por desborde﷓ ha sumergido en el desánimo y la depresión a buena parte de la población.

El propio gobernador reconoció las falencias iniciales de los operativos de asistencia, y de hecho la falta de obras para evitar esta nueva inundación. Si bien el inicio de la crisis encontró a Jorge Obeid en Caracas, desde allí monitoreaba el accionar de sus colaboradores hasta adelantar su regreso y hacerlo personalmente. Y es evidente que más allá del esfuerzo personal que hizo la vicegobernadora -que hasta se hizo cargo de mediocridad de alguno de los colaboradores- las decisiones políticas estaban fuera de su alcance, y a partir del miércoles pasado Obeid en persona se ha encargado de hacer anuncios que conllevan la "confesión de parte" en torno de las responsabilidades que se suman a la extraordinaria precipitación de los últimos días de marzo y el comienzo de abril. En la misma tónica, se espera que mañana el gobernador sume anuncios, esta vez en Rosario, para aventar definitivamente algún vestigio de discriminación, que desde la oposición le endilga el candidato Hermes Binner, pero no el intendente Miguel Lifschitz.

Cerca del gobernador sostienen que él mismo les ha dicho que "no voy a pasar a la historia como un indolente o un discriminador". Sin llegar a tanto, bastaría que el hombre que ha gobernado dos veces su propia ciudad y otras tantas la provincia, se vea obligado a un "cambio de domicilio" como de hecho ha pasado con Carlos Reutemann, quien dicho sea de paso, no apareció ni habló una palabra desde que se produjo esta nueva inundación.

La imagen del gobierno de Obeid estaba en su mejor momento, y si bien la lluvia era inevitable e incontrolable, no lo era la demora ni la imprevisión una vez desatada la emergencia. Esto Obeid lo sabe, lo asume y si bien no se lo reprocha a sus colaboradores en términos de "pase de factura" les deja en claro que no le va a quitar el cuerpo a la situación y que el "costo político" que algunos calculan, no es lo que más le preocupa.

En ese sentido, en los cinco meses que faltan hasta la elección -porque a partir de entonces lo lógico sería cosensuar con quien resulte electo- el gobierno intentará retomar la iniciativa política.

La rápida aprobación en la legislatura de los pedidos del Ejecutivo apuntan en esa dirección, y la asistencia a las 60 localidades afectadas en distinto grado por las inundaciones deberá estar rodeada de un halo de absoluta transparencia y ecuanimidad.

Para ello será necesario que se ajuste la información, dejando de lado a la alcahuetería que vive con la oreja pegada a la radio, y se escuche a los vecinos de las localidades a los nadie les tiene que contar lo que está sucediendo.

Difícilmente haya cambios inmediatos en el gabinete. Cualquiera que conozca a Obeid sabe que "banca" a sus funcionarios en los momentos en que la opinión pública cree que el es momento de cambiarlos, pero no lo hace al punto de inmolarse.

La brutal represión en Neuquén quitó a Santa Fe de la primera plana de los periódicos -sobre todo nacionales- y desplazó los móviles del litoral, al sur del país. Eso le quita presión al gobierno, y le permite actuar sin tener que pensar qué dirá la prensa al día siguiente, no toda bien informada ni bien intencionada.

Pero junto con eso, a partir de mañana los candidatos retomarán sus recorridas proselitistas, y seguramente no todo podrá explicarse con el récord de lluvias.

Y no serán los opositores los que tengan que dar las explicaciones. Y antes que la elección de setiembre, las internas abiertas serán una prueba de fuego para los referentes territoriales.

No va a faltar el que insista con que "hay que evitar la interna", aún ahora con las listas cerradas y los candidatos inscriptos. Y si bien eso suena extemporáneo -en cuanto al salteo de la compulsa electoral- debería primar como criterio a la hora de la asignación de recursos -que serán millonarios- para reparar las zonas afectadas por la inundación en las que se concentran las tres cuartas partes de población provincial. Como se sabe, "no hay peor astilla que la del mismo palo" y esto mal que le pese a arrebatados funcionarios es un hecho. "Espero que no se hagan diferencias por los encolumnamientos en la interna" dijo a Rosario/12 un referente departamental que pide anonimato "hasta que vea que pasa" y promete "patear el tablero, si nos joden con la plata de las inundaciones".

La preocupación en estos casos no gira entorno a la conducta de Obeid. Todos saben cuál es su candidato preferido, pero también saben que el gobernador no cedió a la presión de quienes pretendían incluirlo como candidato a diputado provincial, y mucho menos lo haría frente a un manejo clientelista de fondos para la emergencia.

Con el desborde del Salado aparecieron todo tipo de situaciones, de manejos poco claros y posteriores denuncias penales.

El riesgo existe, y el afano de algunos mediocres -que quieren "ganar puntos con el jefe"- puede llevarlos a cometer esos desatinos.

Es por eso que a la vía institucional para la distribución de fondos, habría que agregarle la rendición de cuentas que el propio Obeid se ha autoimpuesto y lleva adelante, y mantener a distancia prudencial a los "vendedores de humo" que revolotean por la Casa Gris.

No va a pasar mucho tiempo hasta que comiencen a circular las encuestas que midan la reacción del pueblo santafesino después de la inundación. Sería un error desde el gobierno, hacer o dejar de hacer conforme a esas mediciones. Los candidatos seguramente van a tener un ojo puesto allí, y hasta se mostrarán dispuestos a meterse en el barro.

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