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Jueves, 3 de mayo de 2007
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Lechería: Crónica de una muerte lenta

Por Bernardo Arocena *

En 1997 la demanda interna de leche se acercaba a los 220 litros per cápita al año. Hoy, el consumo vuelve a superar los 200 litros per cápita. Pero en esta década transcurrida, hubo fuertes variaciones llegando a descender a 170 litros.

La producción anual, que en 1999 se encontraba en 10 mil millones de litros, cayó profundamente en la crisis de los años 2001﷓2002 y le llevó cinco años poder retomar esa cifra.

Como todos sabemos, hoy la producción sufrió un duro golpe en el "corazón" de la cuenca central de Santa Fe y Córdoba y en otras regiones, por los 500 milímetros de lluvia en una semana de abril, pero hacia la próxima primavera, tenderá lentamente a recuperarse, (aunque no totalmente porque habrá efectos de largo plazo).

El mercado interno, absorbe actualmente unos 7.700 millones de litros, es decir, que el resto: 2.000 millones aproximadamente, hasta ahora tenían como destino el mercado externo. ¿Qué pasaría si no se puede vender al exterior esa leche?

Se "derramaría" en el mercado doméstico. Si la oferta aumenta y la demanda permanece constante, los precios caerán (tal vez no los precios absolutos por la inflación, pero sí los relativos que son los que interesan). Y si los precios caen, los productores tenderán a dejar de producir y se irán a otros productos agrícolas, con los inconvenientes que eso conlleva.

La pregunta entonces es: ¿por qué no exportar si el país puede producir más leche que la que puede consumir?. Hoy tenemos una política que "penaliza" las exportaciones. Todo el que exporte, al precio internacional de los 3.500 u$s, le quedará neto un precio de u$s 2100 por tonelada de leche en polvo. Es decir, la diferencia, 1400 u$s por tonelada, va a la constitución de un Fondo que se destinaría como subsidio a los tamberos. ¿Pero quién va a arriesgarse a exportar, si en el mercado interno pagan igual o más y hay menos riesgo? Entonces, el resultado parece que, una vez superado el inconveniente climático de abril, será:

Se exporta menos, más leche se "vuelca" al mercado interno, baja el precio, baja la rentabilidad de los tamberos, se produce menos, el Fondo no se consigue formar y por lo tanto, los subsidios (al menos por esta causa) se "evaporarían".

Los años de oro del mercado interno obedecieron, entre otras cosas, a la fuerte inversión realizada por la industria a lo largo de la década anterior que se traducía en una gran variedad de productos como nunca antes había tenido el país y por un mejoramiento de la calidad de la materia prima, aporte sustancial de los productores, que por supuesto también conllevaba una inversión considerable.

¿No existe otro camino que limitar nuestras exportaciones? ¿Puede ser que no seamos capaces de pensar en una política lechera "hacia delante" y no "hacia atrás". Un camino que nos permita crecer y no decrecer. Que dejemos de ser el cuzco "que ladra pero no muerde" en el mundo. íSi sabemos hacer leche y lo hacemos muy bien!.

Es verdad que nuestro sector se debe una autocrítica ya que también es nuestra responsabilidad acercarle a las autoridades propuestas superadoras.

Diseñemos una política que garantice el abastecimiento al mercado interno pero que incentive el aumento de la producción. No destruyamos la producción eficiente. No derrochemos nuestros recursos. Que en el caso de la lechería argentina, no sólo está dado por "lo que Dios nos dio", ya que miles de personas se levantan de madrugada, sea en el campo o en la industria, para trabajar con dignidad en algo tan puro, sano y bello, como es la producción de leche.

* Presidente de la Sociedad de Tamberos de la zona de Rosario (Ex Cotar)

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