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Sábado, 16 de julio de 2016
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Análisis del acuerdo firmado entre las FARC y el gobierno de Colombia

El escarpado camino hacia la Paz

Emilse Calderón es docente de la Facultad de Ciencia Política de la UNR. Indaga en la historia reciente del país que preside Juan Manuel Santos, y las opciones que se abren después del entendimiento que se terminará de firmar a fin de mes.

Por Diego Angel Beccani*
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Calderón es especialista en defensa nacional, seguridad internacional y amenazas no tradicionales.

El acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) puso freno a un conflicto armado que se extendió por cinco décadas y que dejó un saldo aproximado de 220 mil víctimas fatales, 45 mil desaparecidos y 6,6 millones de desplazados. El documento firmado el 23 de junio en La Habana supone el cese al fuego bilateral y la desmovilización, entrega de armas, garantías de seguridad y reinserción a la vida civil de los insurrectos. "La lucha frontal contra la guerrilla no dio resultado y se atascó en un cuello de botella. Además, existe un agotamiento de la sociedad civil tras un escenario de violencia que lleva 52 años, por lo que hay una clara voluntad de ambas partes para alcanzar la paz", sostiene Emilse Calderón, docente de Política Internacional de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y autora de un trabajo de investigación que aborda la relevancia del proceso de paz colombiano para América del Sur.

Uno de los grandes desafíos que trae aparejado el acuerdo, señala Calderón, es impedir que las bandas criminales y los grupos paramilitares se establezcan en los territorios que queden liberados como consecuencia de la desmovilización de los grupos rebeldes. "Se corre el riesgo de que se produzca un fenómeno de fragmentación del crimen y de las redes del tráfico de droga, complejizando aún más su abordaje", advierte.

La investigadora del Conicet aclara que todavía resta la firma del acuerdo definitivo en Bogotá, estimado para fines de julio. Y no descarta que se generen incidentes en el corto plazo dada la existencia de numerosos actores al interior de las FARC con diferentes posturas en relación al desarme. "Hay dos facciones (Frente Primero y Frente Séptimo) que tienen un vínculo arraigado con el narcotráfico, por lo que no están dispuestos a entregar sus armas. Se les sugirió que adopten otro nombre si desean continuar en el conflicto armado", asegura.

Entonces, ¿es una agrupación guerrillera, narcotraficante o parte del terrorismo internacional? Según la académica, el movimiento "es un híbrido en lo que respecta a su naturaleza como agrupación ilegal", ya que si bien es un grupo de guerrillas de extrema izquierda que "busca subvertir el orden establecido en Colombia, también utiliza al narcotráfico como forma de financiamiento y se vale del empleo del terror como táctica para ejercer presión y avanzar en su lucha contra el Estado nacional (atentados, secuestros, extorsiones, etc.)".

Las raíces del enfrentamiento, explica Calderón, están vinculadas a problemas estructurales y socioeconómicos que nunca fueron resueltos. "El 81,23 por ciento del territorio está en manos del 6,2 por ciento de la población", precisa, y señala que "el leitmotiv de las FARC es mejorar las condiciones de vida del campesinado y lograr una distribución equitativa de las tierras, lo que subyace a todos los acuerdos que buscan la paz".

La estrategia militar de ofensiva contra las FARC, que tiene lugar en el país andino desde 2002, provocó serios inconvenientes en las capacidades efectivas de la guerrilla, obligándola a replegarse en el territorio y reduciendo significativamente sus tropas. Sin embargo, la avanzada no logró que el movimiento desaparezca, ya que sigue contando con un pie de fuerza de 7 mil integrantes, su mínimo histórico.

El presidente Juan Manuel Santos, quien fuera el ministro de Defensa durante la gestión de Alvaro Uribe, tal vez el mayor opositor al proceso de diálogo con los movimientos insurgentes, es hoy quien encabeza las negociaciones por la paz definitiva. "Santos es pragmático al ciento por ciento: cuando tuvo que llevar adelante la implementación de la fuerza lo hizo con éxito y cuando vio la oportunidad de entablar el diálogo no dudó en hacerlo", remarca Calderón.

El protagonismo que adquiere la figura de Santos no es menor si se tiene en cuenta que, hasta la fecha, han sido siete los presidentes que han intentado promover la paz mediante la implementación de canales de diálogo. "En todas las administraciones hubo instancias de conversación con las distintos movimientos armados, más allá de las FARC", afirma la docente, y recuerda que el ex presidente Virgilio Barco logró acuerdos con las guerrillas del M-19 y del Ejército Popular de Liberación.

En sintonía con lo expresado por el ex presidente César Gaviria, quien dijo que "es preferible una paz imperfecta a una guerra perfecta", Calderón se pronuncia en virtud de "una visión realista" del cuadro de situación en el interior de Colombia. "Todos los desafíos están concentrados en alcanzar la paz. Y si bien nunca se había logrado un escenario tan auspicioso, hay que ser cautelosos porque cada vez hay más en juego", sostiene al advertir el peso de las críticas por parte de los detractores a las negociaciones.

La especialista en defensa nacional, seguridad internacional y amenazas no tradicionales, quien desarrolló su tesis doctoral sobre la política norteamericana contra el narcotráfico y el terrorismo en Colombia, es enfática al señalar que el hecho de que el Congreso de Estados Unidos haya decidido apoyar de forma unánime los acuerdos firmados en La Habana es inédito, "considerando que nunca habían contemplado dar el visto bueno a un proceso de diálogo con un movimiento armado ilegal".

Una vez consolidada la paz, las FARC buscarán recuperar presencia en el terreno político, tal como lo hicieron en 1980 con el bloque Unión Patriótica, del cual formaron parte junto al Movimiento de Autodefensa Obrera (ADO) y dos frentes desmovilizados (Simón Bolívar y Antonio Nariño) del Ejército de Liberación Nacional. "Fue un partido diezmado por los paramilitares, quienes desaparecieron y exterminaron a sus miembros", recuerda.

*Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la UNR.

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