Con los chicos como Sergio Nicolás Morel -el adolescente de 15 años a quien dio muerte el repartidor de pan Germán Giosa, en Riobamba al 4.300, 15 dÃas atrás-, hay que trabajar en las adicciones, pero mucho más en buscar formas de inclusión. El concepto general que luego desgranan pertenece al presidente y al director terapéutico del Programa Andrés Rosario, AnÃbal Angeletti y Julio GarcÃa. Ellos dicen que "cuando los adolescentes son derivados por los centros de salud, o por los juzgados de menores, llegan al programa muy 'agujereados', tienen mucho tiempo fuera del sistema escolar, también poseen historia en el consumo de distintas sustancias, tuvieron varias experiencias en el delito y forman parte de grupos familiares desarticulados. "Entonces se hace muy difÃcil trabajar con la realidad socio-familiar que tienen y por las propias condiciones que acarrean". El término 'agujereado' que utilizó el titular del programa especializado en el tratamiento de adicciones, aparece adecuado para quienes como Morel, y su compañero también asesinado, Alberto MatÃas Ascencio, registran fuertÃsimas historias de exclusión, aunque GarcÃa estima apropiado hablar de expulsión reiterada, sistemática y permanente de todos los espacios y circuitos que tengan que ver con la preservación y apuesta a la vida. Desde el Programa Andrés, que funciona en Laprida 1277 -se puede concurrir o llamar al 4253389 para pedir turnos-, se piensa que la adicción como la delincuencia, son consecuencias de esa exclusión o expulsión que luego se describe.
Morel sólo habÃa cursado hasta segundo año y tenÃa problemas de salud que nunca habÃan sido atendidos. Su muerte muestra el fracaso de todos los espacios que debieron contenerlo y protegerlo y como tantas otras personas de su edad caminó mucho tiempo en el borde, entre la vida y la muerte. La propuesta y forma de trabajo se plantea como una estrategia que difiere, en la concepción y en el hacer, de la que dÃas atrás esbozó la jueza de Menores 1, MarÃa del Carmen Musa, cuando dijo que hay que 'hacer algo' con los chicos que como Morel están comprendidos en la franja etárea de la no punibilidad y condenados a una muerte temprana. Su propuesta es la de trasplantarlos, sacarlos de su barrio y de sus grupos familiares, formar una 'comunidad' y luego, si es necesario, mudarlos de ciudad. Dos miradas que chocan, desde lo ideológico y procedimental, acerca de niños y adolescentes desbordados, con quienes ningún espacio, voz ni afecto fue suficiente para contenerlos.
Sergio Nicolás Morel, en realidad todos lo conocÃan por Nicolás, hacia dos meses que habÃa sido derivado al Programa Andrés a partir de las gestiones que hizo la trabajadora social que se desempeña en el Juzgado de Menores Nº 1 a cargo de MarÃa del Carmen Musa, y desde donde el caso llegó a la Dirección Provincial de Adicciones. Su madre también concurrÃa cada 15 dÃas, aunque en las dos últimas semanas anteriores al asesinato de su hijo no asistió a las reuniones. El trabajo con el adolescente -habÃa cumplido 15 años en abril pasado-, explicó a Rosario/12 Julio GarcÃa, estaba orientado a lograr una inclusión en distintos espacios por los que no transitaba hacÃa mucho tiempo, el centro de salud y la escuela, por citar sólo dos. "Estos son objetivos difÃciles, tanto por las condiciones sociofamiliares como por aquellas de cada chico, en este caso Nicolás, en particular".
Desde el Programa Andrés, tanto el presidente de la ong AnÃbal Angeletti, como GarcÃa, recuerdan que hasta hace dos años atrás se trabajaba de manera distinta, cuando todo tenÃa la impronta, el criterio de la internación. La reflexión sobre cada una de las experiencias hace que el intento vaya por otro carril, el que tiene que ver con el abordaje más cerca de las familias y de los ambientes en los que viven los chicos que concurren al programa. "Se puede decir que se trabaja menos con la adicción, que es una consecuencia más, como otras, para el caso la delincuencia y la violencia, de lo que se nombra como la exclusión social pero que es más fuerte aún, es la expulsión como proceso sistematizado y permanente que los deja fuera de todo".
Las reflexiones de los miembros de 'Andrés' no se plantearon como respuesta formal a la convicción de la magistrada Musa manifestada el domingo pasado a este diario. Después de hacer una descripción del caso Morel, ella señaló la necesidad de que se haga algo para evitar el que nominó como un final previsible, el de la muerte muy temprana. Se referÃa a la franja etárea de los jóvenes no punibles, los que tienen menos de 16 años, que recurrentemente entran en el terreno del conflicto con la ley y que caminan en el delgadÃsimo, a veces casi imperceptible, borde entre la vida y la muerte. En el pensar qué hacer, Musa propuso el aislamiento, la formación de lo que desde otras corrientes del pensamiento y desde el mismo espÃritu de la Ley de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, se ve como una forma de continuar con la vulneración de derechos. "Hay que trasplantarlos, sacarlos de donde viven. Usar la fuerza, si es necesario. Formar pequeñas comunidades a cargo de adultos pacientes que puedan y sepan cómo resistir sus embates y sus fugas; adultos que salgan a buscarlos y los vuelvan a la comunidad que los espera; que les den herramientas para la autonomÃa, aunque sea precaria. Después habrá que ubicarlos fuera del barrio, a lo mejor en otra ciudad. Claro que hace falta dinero para esto. No tanto como el que se cree. Si contamos -expresó a este diario- los 'Sergios' de los 4 juzgados de Rosario no llegamos a veinte". La magistrada Musa se adelantó en su planteo a quien pudiera decir que su propuesta tenÃa que ver con la privación de la libertad, según la definición de las Naciones Unidas y también se anticipó a responder que "la privación de libertad no está prohibida. Que en situaciones como la de Sergio, la privación de libertad hubiera salvado su vida".
El domingo 31 de agosto Sergio Nicolás Morel y un amigo suyo, Alberto MatÃas Asencio, de 19 años, fueron muertos por el repartidor de pan Germán Giosa, quien según declaró se defendió de ambos que lo atacaron para robarle y estaban armados. Giosa llevaba en el vehÃculo con el que trabajaba un revolver de grueso calibre, propiedad de su padre, tal como se informó desde el primer momento. Los cuerpos de los dos jóvenes fueron velados en la capilla Nuestra Señora de la Consolación, de Bella Vista Zona Oeste, a cargo del cura franciscano JoaquÃn Núñez. Sergio Nicolás y Alberto MatÃas vivÃan a metros de ese lugar y acostumbraban jugar al fútbol frente a la Consolación.
"La muerte de alguien, en este caso de Nicolás, siempre enfrenta con el fracaso de todo y obliga a pensar y repensar. Como decÃamos antes, desde hace dos años venimos trabajando asÃ, porque con quienes lo hacemos es con chicos sin futuro. Y esto es lo que cambia al hablar sólo, o de manera descontextualizada, de una adicción. Morir joven se les presenta a ellos como algo casi inevitable e indistinto", en el único imaginario que pudieron construir" dice AnÃbal Angeletti. Retoma la idea de las internaciones con el ejemplo de la provincia de Entre RÃos y con los jóvenes a quienes se llevaba a comunidades terapéuticas. "Eran chicos que estaban bien 6 o 7 meses y luego regresaban a una realidad siniestra y con la que no se habÃa trabajado nunca. Es más, en el caso de los adolescentes hay quienes no quieren dejar de consumir, y también quedan excluidos por ello del sistema de salud. Por eso, desde hace dos años, estamos tratando de trabajar en el campo o territorio, sobre todo en la inclusión, teniendo en cuenta los espacios que pueden colaborar en ese proceso, escuelas, centros de salud y otros".
-¿Qué pasa en un caso como el de Sergio Nicolás Morel?, ya que cuando llegan al programa lo hacen con un grado de deterioro muy grande.
-La adicción es la cara visible de una problemática muy compleja. Si uno hace una historia, estos chicos de 14, 15, 16, 17 años, son terceras o cuartas generaciones que no ven sus padres con trabajos y condiciones dignas de vida. A partir de ahà para poder lograr algún modo de inserción y de prevención posible es importante que el abordaje se haga desde la red. No en todas las zonas, Godoy, Santa LucÃa, la comunidad Toba, los chicos consumen lo mismo. Claro que todos los barrios están atravesados por el consumo de sustancias. Pero en Santa LucÃa, y por acción de la comunidad asustada ante varias muertes, consumen menos pegamento. Sà hay más marihuana, algo de cocaÃna y alcohol entre los jóvenes. Hay una hipótesis acerca de la baja del consumo de 'poxi', y parece tener que ver con la muerte de algunos chicos y el accionar de varias madres y trabajadores del centro de salud, indignados por esta situación. En este último barrio hay movimientos interesantes. Algunas docentes nos decÃan que hicieron un seguimiento en el 2005, 2006 y 2007 y mermó la deserción escolar, en los cursos más altos, 8ª, 9ª. Creemos que estas experiencias son estrategias de intervención que permiten, en territorio, allà donde están los chicos, habilitar espacios por donde lleguen antes, y por allà puedan circular- cobncluyó GarcÃa.
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