El ex canciller Rafael Bielsa declaró ayer como sobreviviente del centro de detención La Calamita. Antes de comenzar pidió girar su escritorio y sentarse "mirando a los ojos a los imputados". "A finales de junio de 1977 venÃa a mi trabajo en este edificio en la esquina de calles Rioja y Oroño, a las 7, cuando a la altura del cantero central un Renault 12 color oscuro frenó y bajaron dos personas con armas de puño, una de ellas con marcado acento provinciano, me subieron al auto, me ataron con alambre las manos a la espalda, me pusieron venda y luego capucha. Después de unos 40 minutos, luego de traspasar un paso a nivel llegamos a un lugar en el que muy cerca pasaban aviones".
"En el lugar -agregó- me llevaron a un sótano donde me encadenaron a una baranda, luego de unas horas me llevaron a una habitación, me desnudaron y humedecieron, y me amarraron a una especie de cama elástica donde fui torturado, con algo que llamaban Martita Corrientes, que no era otra cosa que la picana".
"Se me interrogó ese dÃa y los siguientes por mi vinculación con el asesinato de un policÃa, también por nombres de guerra, entre otras cosas. En una sesión de tortura una persona a mis espaldas dice 'se van a tener que esmerar un poco muchachos, porque ni siquiera está asustado, está loco', no puedo olvidarme de esa voz y del olor a carne quemada".
"A los 7 u 8 dias cesó la tortura y los golpes, habÃa episodios esporádicos pero no sistemáticos. Una noche se produjeron movimientos en la casa, daba la sensación de que alguien iba a venir. Bajó al sótano alguien y me empezó a interrogar de porqué razón mi familia habÃa donado la biblioteca de mi abuelo al Colegio de Abogados, si era para que los abogados subversivos defiendan a los subversivos. Luego reconocà esa voz, la persona que me hizo esa visita fue el general (Leopoldo) Galtieri".
Según recordó "mientras estuve detenido hasta promediar julio estaban Nacho, el Foca y el TÃo, con absoluta seguridad. Los reconocà no solo por la voz sino porque usaban el mismo apodo que en libertad. Promediando julio, una madrugada una persona a la que le decÃan el capitán, a quien yo llamaba Parliament porque fumaba esos cigarrillos, y al que vi por debajo de la venda, me dijo que me iba a ir con vida. Habrán pasado 48 horas y me sacaron en un auto, me llevaron hasta Parque Field. Me ordenaron que fuera hasta la comisarÃa y que dijera que estuve secuestrado".
Bielsa recuerda que "no hice eso. Cuando me bajé del Peugeot 404 blanco me subà a un ómnibus, estaba en condición deplorable y le pedà que me llevara hasta el centro. Entonces tomé un taxi y desde allà llamé a quien entonces era la defensora oficial Laura Cosidoy que entonces vivÃa en un hotel. Me hizo presentar al Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, me hicieron un consejo de guerra, me hicieron las mismas preguntas que en la tortura, pero sin picana".
Bielsa reconoció que "visité dos lugares" (para tatar de reconocer su lugar de detención): al primero se lo denominaba El Castillo y el otro es La Calamita. Con los matices que hay que poner por las condiciones que estaba cuando estuve detenido, creo que estuve en La Calamita. El primero es que tiene una baranda de metal que es donde me encadenan. El segundo elemento es que tiene los azulejos a los que me referà antes. El tercero es que cuando me llevan al baño yo creà que orinaba sangre. Me bajó la presión y abrieron una ventana y entró frÃo. Y el baño de La Calamita tiene esas caracterÃsticas".
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