Mercedes DomÃnguez fue la única testigo que declaró ayer por la mañana en el juicio oral y público por la causa Guerrieri, en la que están imputados Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Pagano y Eduardo Costanzo. La mujer relató que el 6 de julio de 1977, un grupo de hombres ingresó al departamento de sus tÃos, donde ella pasaba la noche, y la secuestró. La patota ingresó sin tocar el timbre de abajo, y luego la llevó en un auto que estaba estacionado en la cochera. Después del episodio, su tÃo pudo saber por los vecinos que el acceso al edificio fue franqueado porque allà vivÃa la pareja de Costanzo. En la misma jornada, la querellante Ana MarÃa Figueroa pidió que, en caso de no lograrse la extradición de Gustavo Bueno, el Tribunal se constituya en Belem do Pará (Brasil), donde está detenido, para tomarle declaración.
DomÃnguez permaneció una semana privada ilegÃtimamente de su libertad, en un lugar que en 2007 pudo reconocer como el centro clandestino de detención La Calamita. Fue interrogada en dos oportunidades. La primera vez le asestaron fuertes golpes que la hicieron caer. Entre los captores, pudo reconocer a un hombre de mayor jerarquÃa, cuya voz definió como aguardentosa. A ese individuo los otros captores le decÃan "comandante".
En el primer interrogatorio las preguntas fueron más generales, pero en una segunda oportunidad se concentraron en un abogado apodado "Tato", que los secuestradores creÃan que era su cuñado. Por eso insistÃan en el paradero de su hermana, que también estuvo secuestrada en La Calamita. De hecho, tras el secuestro de Mercedes, las fuerzas de seguridad estuvieron largas horas en la casa de los padres de las hermanas DomÃnguez para capturar a su hermana.
DomÃnguez fue liberada junto a su hermana y su amiga Graciela Zitta en la madrugada del 14 de julio de 1977. "Cuando nos liberaron, yo creà que nos iban a fusilar, fueron momentos de gran incertidumbre. La única fortaleza era mi fe", indicó la testigo ante una pregunta de Figueroa.
La testigo refirió haber visto sólo un rostro durante su secuestro, ya que permaneció vendada. Se trató del hombre que tocó la puerta de su casa para secuestrarla. "Pero fueron segundos, recuerdo que tenÃa bigotes, era corpulento y llevaba un gamulán. De inmediato me bajó la cabeza y me vendó", indicó DomÃnguez. El presidente del tribunal, Otmar Paulucci le preguntó si ella podÃa reconocer a alguno de los imputados como el hombre que irrumpió en el domicilio de sus tÃos en 1977. "Los rostros cambian, han pasado más de 30 años", indicó la testigo. Le expusieron un mosaico de fotografÃas de los imputados, que la testigo no reconoció.
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