A Juan Carlos Ramos le dicen "El GurÃ". TenÃa 15 años cuando fue secuestrado, el 1º de diciembre de 1976, en la villa de emergencia en la que vivÃa. Lo llevaron junto a su padre, Generoso Ramos Peralta, que era albañil. Supo que lo habÃa delatado Ricardo Chomicky, a quien hasta esa misma mañana habÃa refugiado en su casa. Primero, lo vio tirado en el auto, esposado, pero al llegar al Servicio de Informaciones supo que el que creÃa su compañero se movÃa con libertad en el centro clandestino de detención. El Gurà era "una criatura" que militaba en tareas sociales en su barrio. Lo torturaron incesantemente, al igual que a su padre, que murió sin ver actuar a la justicia. "En el caso tuyo, Cadi, vos te pasaste para el enemigo", le dijo el testigo a Chomicky. También recordó a dos desaparecidos, Carlos Izaguirre y a un joven de apellido Núñez. "Cadi, vos los delataste y están muertos. Los fuiste a buscar como a mÃ", dijo. También afirmó que a Chomicky "no lo torturaron, jamás vi que recibiera ni una cachetada. Su impunidad estaba ligada a nuestro exterminio". En un momento, se dio vuelta para interpelarlo: "Cadi, hablá". El presidente del Tribunal Federal Oral número 2, Otmar Paulucci, le pidió que mirara a los jueces. "Este Tribunal y el Estado nacional te van a garantizar la seguridad desde todo punto de vista", agregó el GurÃ, en un pedido para que el acusado devele el destino de los desaparecidos. A los magistrados, les dijo que Chomicky "no fue un torturado ni un preso más".
Ramos habÃa sido privado de su libertad en julio de 1976, también en el Servicio de Informaciones. "Vengo de una familia muy humilde. VivÃa en una villa de emergencia en Urquiza y Felipe Moré. Mi papá era albañil y mi mamá, ama de casa. Trabajé desde muy niño y estudiaba. Mi padre militaba en la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA). Al barrio llegó un grupo de jóvenes que venÃa a hacer militancia social y polÃtica. Tareas sociales. PonÃan agua, se dedicaban a tener un dispensario, atendÃan necesidades", relató el GurÃ, que empezó a militar a los 12 años y dijo que su hijo se llama Sergio Oscar por dos compañeros de militancia, Sergio Jalil y Oscar Bouvier, desaparecidos cuyos restos pudieron recuperarse recientemente. Entre el público, Sergio Oscar Ramos, el hijo, lloró desconsoladamente durante la declaración.
En esa primera detención, El Gurà pudo escuchar los nombres de los torturadores el Ciego (José Rubén Lofiego), la Pirincha (César Peralta), el Cura (Mario Marcote). También escuchó a Tu Sam (Carlos Brunato), que habÃa sido detenido y ahora formaba parte de la fuerza represiva. El Gurà recuperó la libertad a los cinco dÃas.
En ese momento del testimonio, comenzó a mentar a Chomicky. "Leà en Rosario/12 que el acusado Chomicky dice que denunció a mi padre como colaborador. El Cadi me conoce perfectamente, porque yo era militante, y él asistÃa al barrio. Luego de mi primera detención, fui a parar a su casa. Estuve tres dÃas hasta que volvà a mi domicilio. No sabÃa ni tenÃa sospechas de que estuviera trabajando, fuera delator, denunciante, traidor, más allá de lo que significan esos términos", dijo ayer sobre el acusado. Luego, la familia del Gurà se mudó, por seguridad. AllÃ, en su nueva casa, apareció Chomicky, sin saber la dirección, ya que nadie se la habÃa dicho. "Nos pide un lugar para estar, él y su novia, la polaca (Nidia Folch). Nosotros no tenÃamos problemas, porque eran compañeros".
El secuestro del Gurà fue el 1º de diciembre de 1976, el mismo dÃa que Chomicky declaró haber sido secuestrado, en su indagatoria del 6 de octubre pasado. "Acababa de volver del trabajo, en ese tiempo estaba trabajando de verdulero. De golpe, a las 12.45 o 13.15, vemos autos con personas armadas que bajan de golpe. Empezaron a golpearme, me preguntaron por Ricky, me di cuenta que me habÃa delatado Chomicky", dijo ayer el GurÃ, que ese dÃa lo vio en el auto, con las manos atadas. Una vez en el SI, pudo percibir que su delator caminaba indemne, con los brazos libres.
"Subà por la escalera del Servicio de Informaciones, y apenas subÃ, ya estaba vendado. Escuché las carcajadas de la Polaca, y parecÃa que ella misma escribÃa a máquina. El nivel de colaboración era muy alto. Se habÃan ido a las 9 de la mañana de mi casa", dijo El GurÃ, quien consideró que los dos debÃan colaborar con la fuerza represiva desde antes de esa fecha.
En ese entonces, El Gurà -de sólo 15 años era "muy flaquito, muy esmirriado". En un momento, lo tiraron encima de su padre, a quien le dijeron que el adolescente estaba muerto. Desesperado, Generoso -que también habÃa sido golpeado y torturado salvajemente trataba de palparle el corazón para ver si estaba vivo. AllÃ, el Gurà se encontró con Pedro (Carlos Izaguirre) y JoaquÃn (Nuñez), los dos muy torturados, quienes habÃan sido delatados por Chomicky. A JoaquÃn le habÃan quemado los testÃculos con un soplete. El Gurà también estaba semi inconsciente por la tortura. En ese momento de su declaración, el testigo increpó al acusado. "Cadi, vos los delataste, y están muertos. Los fuiste a buscar como a mÃ", le dijo.
El Gurà formaba parte de un grupo infortunado, los que eran torturados todos los dÃas. Eduardo Bertolino, el cabezón Carlos Pérez Rizzo, Eduardo Piccolo, él y su padre, sabÃan que iban a pasar por los tormentos uno detrás de otro, y sufrÃan desde el momento que escuchaban el primer nombre. Pero además, "la mayor tortura" era escuchar cómo atormentaban a otros compañeros todo el tiempo.
Al Gurà lo bajaron al sótano el 5 de enero de 1977, y al dÃa siguiente lo trasladaron a Coronda. El 22 de diciembre de 1978 recuperó la libertad, condicional y vigilada. TenÃa que ir tres veces por semana a la Jefatura, donde lo habÃan torturado, para que le firmaran una libreta. AllÃ, Lofiego se mofó de cuánto habÃa crecido durante su detención. Y un oficial apodado Tony lo aterrorizaba. Luego supo que se llamaba Antonio Tuttolomondo el que siempre le decÃa que deberÃa estar muerto.
"Tuvieron que pasar 30 años para que nosotros tuviéramos nuestra oportunidad, para que pudiéramos recuperar no sólo la verdad jurÃdica sino también la verdad histórica", dijo ayer. Y dio un golpe al corazón: "Es probable que ahà atrás (por el público), el hijo de Oscar Bouvier se esté saludando con mi hijo, que se llama Oscar por su papá".
Para él, el tiempo histórico actual es invalorable. "Si nos equivocamos, no significa la muerte de nadie. Sirve para crecer. En aquél momento, equivocarse significaba la muerte", dijo. Las caras de Paulucci y Beatriz Barabani eran elocuentes sobre la conmoción que provocaban las palabras de aquel adolescente de 15 años. "Torturaban a un pibe que se dedicaba a poner agua en el barrio, ¿ese era el guerrillero peligroso? Nos siguieron torturando en los años posteriores, porque todavÃa no nos dicen donde están nuestros compañeros", concluyó.
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