"¿La ayudo?" preguntó el policÃa; "No, no, no, ¡estamos preparadas, estamos preparadas!", respondió la mujer (¿maestra?) con un palo largo que anudaba en una de sus puntas un buen cuchillo. El destino eran los pasacalles que todavÃa decoraban el frente de la "John Kennedy" (Abanderado Grandoli y Gutiérrez), y allà estaba ella, provista de una lanza improvisada, trepada a la reja desde la que derribaba piolines y banderas plásticas.
Apenas una situación, un marco entre la catarata de comentarios que circulaban el mediodÃa de ayer. Por ejemplo, un grupo familiar salÃa riendo mientras uno de ellos (ella, con pinta de tÃa) decÃa: "Cuando hay mucha gente reunida es en los velorios o cuando se vota". El abanico disperso iba y venÃa alrededor de decires, de urgencia y curiosidad. Muchos esperaban al amigo, al familiar, o a la pareja. Los pasillos de techo bajo (muy bajo, bastante opresivos) de la escuela eran un laberinto. Colgaban todavÃa carteles con los rostros de los candidatos Domingo Sarmiento y Manuel Belgrano, testimonio de las elecciones simuladas con las que el Ministerio de Educación orientó a los futuros ciudadanos en el uso de la boleta única.
Pero también acompañaban las paredes los instructivos y los padrones, amén de algún insulto proferido a viva voz por un votante molesto. "Son todos corruptos", gritó, sin entenderse un motivo que le justificara. Sà se intuÃa que lo que habÃa eran ganas de terminar rápido, de acuerdo con la misma promesa de la publicidad oficial. Ante esto, algunas consideraciones.
La mesa a la que se dirigió este cronista era la única con mucha gente, mientras otras tenÃan apenas cuatro o cinco personas en espera. O ninguna. Lo que equivalÃa a disgusto inmediato para todo el que se sumara a la hilera, con esa especie de lamento generalizado que se explica desde la fórmula fácil del "justo a mÃ". Pero, en verdad, la demora fue - para todos- muy corta. Es que, más allá de las ganas de votar rápido - o de concluir con lo que algunos entienden como un "trámite"- , habÃa mucho de desconcierto mientras se esperaba. Como el del hombre que aseguró: "El problema es que ya tengo tres nacionalidades distintas en el documento". "¿Ah, sÃ? ¿Y en dónde viviste?", le preguntaron, a lo que respondió: "En Corrientes, en Entre RÃos, y ahora en Santa Fe".
El desconcierto, además, se notaba en las caras más próximas al voto, que podÃan ver antes que los demás lo que hacÃan quienes estaban ante las urnas. Lo que se veÃa era el trabajo de siempre, pero con boletas en grandes talonarios, con las que lidiaban las autoridades de mesa ante la mirada sorprendida de quienes asistÃan.
Pero la armonÃa con la que se desenvolvÃa, al menos esta espera, no era la que se percibÃa en una de las mesas de la escuela "Juana Elena Blanco" (Pasco 453). Allà sà que era largo y tortuoso el momento para el voto, mientras las demás mesas estaban vacÃas o con un mÃnimo de votantes. Hubo algo de lÃo, de discusiones, de quejas en voz alta porque, se argumentaba, no podÃa entenderse cómo "mientras en las demás mesas ingresan tres o cuatro personas, en ésta sólo lo hacemos de a uno por vez". "Es que no pueden dar abasto con las firmas", explicó alguien, sin demasiada convicción, en referencia a las autoridades de mesa.
Algo similar sucedÃa en la escuela "Rosario de Santa Fe" (República Arabe Unida al 2300), situación que los mismos votantes resolvieron rápida y eficazmente: al descubrir que habÃa más boxes vacÃos que los que habilitaban las autoridades de mesa, los ocuparon de manera imperativa y, habrá que decir, con la razón del reglamento de su parte.
No ha habido desconcierto respecto de cómo votar, aún cuando surgieran casos excepcionales, los cuales serán rápidamente redimidos en elecciones próximas. Asà como también sucederá con lo ocurrido con algunas de las autoridades de mesa, quizá demoradas o alteradas ante una novedad que reviste de transparencia al proceso eleccionario. Más el plus que, habrá de subrayarse, significa votar entre hombres y mujeres, situación que expone y supera felizmente la herencia estúpida de un dogma autoritario y sexista.
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