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Martes, 5 de julio de 2011
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"La desigualdad genera violencia"

Barrios jugados

Por Pablo Fornero

Que un joven haya sido baleado por un agente policial en el interior de una iglesia causa estupor y sorpresa, pero no tanta en los vecinos de Las Flores, una de las zonas más carenciadas de la ciudad ya que hechos de este tipo suceden "todos los días". Así lo afirmó Soledad Armingiardi, encargada del área social de la Parroquia Nuestra Señora de Itatí, ubicada en Flor de Nacar al 7000, quién no presenció la situación que aconteció el sábado, pero vive en la zona desde hace 34 años y conoce todos sus rincones. Los jóvenes de Las Flores comienzan a empuñar armas a los 13 años y los tiroteos se producen "a cada rato". El cura Néstor Negri, que oficiaba misa al momento del incidente, narró a Radio 2: "Es evidente que en el barrio hay más armas y se usan con más frecuencia. En el barrio no hay una fábrica de armas, alguien las trae".

Mientras Negri se encontraba, el sábado a la tardecita, en el altar de la iglesia y tres personas contemplaban sus rezos, Esteban, de 25 años, ingresó corriendo al intentar escapar de los agentes policiales que habían recibido un alerta por la presencia de una persona con un arma en la mano. El joven se recluyó en la sacristía, dónde recibió un balazo y fue herido en la ingle. Luego fue derivado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez en calidad de detenido. Anoche se encontraba en estado estable.

"Vivimos corriendo y bajando las persianas de nuestros negocios a cada rato", cuenta Armingiardi. Lo hace con angustia, pero el lamento no la quiebra y comprende que no hay soluciones mágicas a la hora de combatir los hechos delictivos que suceden a diario. El problema debe atacarse de raíz y por esa razón, busca resultados en lo social. Ella es quién se encarga de organizar la asistencia a mil personas durante todos los mediodías. Se entregan 720 raciones de almuerzo y 350 "chiquitos" reciben sus copas de leche. No obstante, la ayuda escasea y una vez que regresa a su hogar, a dos cuadras de la parroquia, contempla como la puerta se golpea "a cualquier hora".

El consumo de drogas cumple un papel fundamental para que los jóvenes tomen la decisión de volcarse al delito. "Es natural verlos drogarse en la calle, las usan como una golosina", describió Soledad en diálogo con Rosario/12. La plaza del barrio es el lugar de encuentro de un grupo de entre 10 y 12 jóvenes. "Víctimas", que se quedan "hasta muy tarde" en varias esquinas del espacio público consumiendo estupefacientes.

La comunidad de la Parroquia asegura que la policía "sabe" quiénes son los jóvenes que portan armas. "Los tienen identificados", afirmó Armingiardi y explicó que los vecinos han tomado la costumbre de no realizar más la denuncia en la sede policial y han comenzado a llamar al teléfono 911 como método de emergencia.

Negri, en tanto, identifica a la "desigualdad" como la causa de la interminable serie de delitos en el barrio. "La ciudad es un lugar de tránsito de enormes riquezas y un depósito de pobres que hace que sea más violenta. La primera violencia es la pobreza", aseguró y ahondó: "De chicos la sufren, de adolescentes empiezan a tomarse revancha".

A pesar del escenario desalentador, la comunidad de la Parroquia no claudica en su intención de erradicar la violencia en Las Flores. Con la cooperación del gobierno provincial, asisten a un grupo de jóvenes con el objetivo de evitar su ingreso al mundo de las drogas. Les brindan desayuno "caliente" y almuerzo y ellos se encargan de limpiar la plaza. "Por lo menos tienen algo en la panza", se consuela Armingiardi, que reconoce que "no es mucho", pero comprende que es la punta del ovillo. Sin embargo, entablarle competencia a los vendedores de drogas es imposible. "No lo podemos hacer con migajas, no podemos tratar con todos", señaló Soledad.

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