Ricardo Corrales, quien fuera secretario privado del interventor policial AgustÃn Feced durante la última dictadura se entregó ayer a la justicia federal. El ex policÃa prestó ayer declaración indagatoria y se negó a responder preguntas argumentando que tenÃa "una nebulosa terrible en la cabeza" y que se querÃa "morir". Negó las imputaciones en su contra (31 secuestros, 131 casos de secuestros seguidos de torturas, 16 desapariciones y 10 homicidios) y se declaró "muy católico apostólico romano". Corrales estaba prófugo de la justicia desde el 18 de noviembre pasado cuando no pudo ser ubicado en el domicilio legal que habÃa fijado en Paraguay 1440 2 C, luego de haber declarado como testigo en la causa DÃaz Bessone, hace seis meses. Sobre el hombre de confianza de Feced se cuenta una historia con ribetes novelescos: serÃa el custodio de una arma de fuego con la su jefe daba muerte a su enemigos, asà como del mentado álbum de fotos con los cuerpos de los militantes asesinados.
El fiscal federal Gonzalo Stara, que habÃa pedido su detención, expresó que "la indagatoria de Corrales representa un avance significativo en el trámite de la causa. La figura del secretario privado de Feced es un emblema de la represión ilegal en nuestra zona y su detención un reclamo largamente postergado de los sobrevivientes y los familiares".
Corrales declaró: "He trabajado en la secretarÃa privada, no recuerdo el tiempo, ni el mes del año. Esa es la verdad, mi deber era recepcionar todos los procedimientos en la faz policial. No obstante tenÃa que transmitir sobre la persona que viniese a preguntar por personas que estaban detenidas... tenÃa que comunicarle al interventor de represión. Asà fue transcurriendo el tiempo, alguna persona que preguntaba por algún detenido. Primero si es asunto policial le comunicaba al subjefe de policÃa, todo lo concerniente a la policÃa. Cuando venÃa alguna persona a preguntar si alguien estaba detenido en forma reiterativa, yo iba golpeaba la puerta y le decÃa al interventor que estaba fulano y que querÃa hablar con él, y el me decÃa: 'yo no atiendo a nadie'. Entonces yo iba, decÃa 'perdone, el jefe me dijo que vaya a preguntar a otro lado', que no me habÃa dicho nada, eso decÃa yo al que venÃa a preguntar. En realidad algunas veces, me decÃa que querÃa que pase y otras veces, me decÃa que no lo querÃa atender. El interventor me decÃa estas palabras: 'hágalo pasar'".
Y agregó: "Tengo una nebulosa terrible en la cabeza, me sube la presión, no me acuerdo de nada. Yo le puedo asegurar que lo que me han hecho es una injusticia terrible. No quiero decir más nada porque me siento muy mal. Quiero decir además que no coordino, se me hace una nebulosa en la cabeza, no estoy en condiciones de hablar más, me quiero morir lo antes posible, me han hecho muchos problemas solo por estar en la secretarÃa privada, pero le juro que yo soy muy católico apostólico romano, me crié desde los ocho años en el Colegio San José, vivà una vida de muy chico y no estoy en estado de continuar. Por culpa de la secretarÃa privada. No puedo coordinar (sic)".
Luego de la indagatoria, y a pesar de haber eludido la acción de la justicia durante casi un mes, Corrales fue beneficiado por su edad con la detención domiciliaria, luego de fijar nuevo domicilio.
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